Montería

Las Pimientas con Monteros de La Serena

8 de diciembre, mañana gélida en la que el termómetro no lograba superar los -2 ºC cuando el reloj marcaba las 7.30 y que preveía un extenso manto de escarcha sobre los campos extremeños. Fue esta, la fecha elegida por la Peña Monteros de la Serena para afrontar su tercera montería.

 

En este caso, nos desplazábamos a la emblemática finca de “Las Pimientas”, en el término de Peñalsordo; lindera con Ciudad Real y enclavada en un entorno privilegiado de “entresierras”.

Finca peculiar de extremada belleza, delimitada en su interior por la cola del pantano de la Serena, en la que alternaban salpicados pequeños pegotes de monte, con escarpadas morras de peñones, intercalados con vastos sopies, que sin duda, posibilitarían preciosos lances en los claros.

Citados a las 8:30 en el albergue de Zarzacapilla, los monteros, abrigados, comenzaban a hacer acto de presencia.
Contundente desayuno, con las migas como protagonista, como suele ser costumbre; y expectantes y optimistas afrontábamos un pulcro sorteo, que se iniciaba haciendo una deferencia a los perros, como es habitual en esta Peña.

Los primeros rayos de sol apaciguaban el frío y la ausencia de nubes y sobre todo, de viento, pronosticaba un magnífico día. Las armadas de los cierres, ya dispuestas, se dirigían ya hacia la finca, comandadas por los postores y más tarde, una vez cerrada la mancha, sería el turno de las traviesas.

Camino a los puestos, los monteros daban cuenta de la cantidad de pista que se podía observar, con gateras bien tomadas y barreros bastante marcados; lo que acrecentaba la ilusión y el optimismo entre ellos.

Las 12.20 p.m. marcaba la suelta de los perros y no tardarían en sucederse los primeros lances. La longitud de la mancha, aumentaría notablemente la duración de la montería, y por tanto, el trabajo de los perros y perreros no se prometía sencillo. La espesura del monte y la presencia de gran cantidad de pedregales en el terreno, aumentaban la dificultad de su trabajo, poniendo a prueba su tesón. Sin embargo, las ladras y agarres se iban sucediendo a medida que la mancha era batida. Las rehalas cazaban al choque y una vez llegados al encuentro, deberían volver hacia atrás, dirección a los camiones.

Ya bien caída la tarde, se iba acercando el fin y era hora de recoger a los monteros de los puestos para dirigirnos a la junta de carne, donde en este caso, nos esperaban unas suculentas judías, que serían el elemento perfecto para compartir experiencias de lo acontecido.

Iban llegando las reses a la junta y conformando el plantel final que sería de 13 guarros, donde destacamos 3 bocas, dos de ellas bastante buenas, 3 venados bonitos de montería, entre los que resaltar los 2 abatidos por el amigo Pablo, de 12 y 13 puntas, respectivamente y 11 ciervas; un resultado bastante aceptable que pudo ser mayor de haberse optimizado algunos lances

Creo, es necesario dar la enhorabuena, desde estas líneas, a la organización que propiciaron el buen desarrollo de la misma, así como el ambiente vivido; y también, por otro lado, a nuestro amigo y socio Enrique Pesado por los 3 guarros y 1 venado que abatió en su puesto.

También de paso, recomendar a alguno de nuestros monteros, comprar más puntería y menos balas, ya que se comentaba en la junta, que un enorme macareno se había paseado por el cierre de la Nave Grande, burlando más de 25 disparos y consiguiendo salir airoso; y que a algunos desde el visor y observando la longitud de las defensas que asomaban, le habían temblado bastante las piernas.

En definitiva, un buen día de convivencia entre amigos, con buenos resultados y siguiendo la esencia que rige a esta peña, “monteando a bajo presupuesto y entre amigos”.

Saludos y buena Caza!!

José Antonio Lozano Rodríguez

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