Podríamos diferenciar a nuestros ungulados cinegéticos, dejando de lado al jabalí, en dos grandes grupos: aquellos que tienen ‘cuernos’ y, por tanto, no los pierden en ningún momento de su vida, presentando un crecimiento continuo a lo largo de ésta, con una velocidad y calidad que dependerá, entre otros asuntos, de la disponibilidad de alimento, de la meteorología o del propio hábitat, y otro grupo en el que incluiríamos a los ungulados con ‘cuernas’, esto es, aquellos que anualmente renuevan sus trofeos.
El primer grupo se encuentran la cabra montés, el rebeco y el muflón, mientras que en el segundo estarían el ciervo, el gamo y el corzo.
Además de aspectos morfológicos y biológicos, ambos grupos difieren también en que, en el primer caso, las hembras portan cuernos, como los machos, a pesar de contar con un menor desarrollo, mientras que, en los segundos, las cuernas son atributo exclusivo de éstos.