Fuente: diariovasco.com
Los baserritarras de Gipuzkoa están algo más que preocupados. Se diría que muchos se muestran hartos por los daños que mes a mes y año tras año causan los jabalíes en sus explotaciones. Unas veces son los maizales y los prados, otras las huertas las que sufren los efectos de una especie que ha experimentado en los últimos años un espectacular crecimiento. Hay incluso quienes aseguran que existe una «superpoblación». Sólo el año pasado se cumplimentaron en Gipuzkoa 369 partes por daños causados por individuos de esta especie, según datos facilitados por la Federación Guipuzcoana de Caza y el sindicato agroganadero EHNE, cuyos representantes demandan un mayor control, la actualización de las cuantías indemnizatorias y el establecimiento de medidas preventivas.
El aumento de la población de jabalíes es un hecho incontestable. Según la Federación de Caza, en la temporada 2012-2013 se abatieron solo en Gipuzkoa 930 ejemplares, lo que supone un aumento del 28% respecto al ejercicio anterior, en el que se mataron 726.
La Federación, facultada por Diputación, gestiona la actividad cinegética de esta especie con el objetivo de mantener una población equilibrada. Al mismo tiempo, evalúa y tramita los daños que ocasionan, adopta medidas preventivas cuando entiende que son necesarias y colabora con la institución foral en el control sanitario sobre los jabalíes mediante los análisis que se realizan a las piezas abatidas.
El incremento interanual de las capturas se cifra en torno al 7,8%, «lo que evidencia que las poblaciones tienen una evolución positiva de presencia», afirma José Mari Usarraga, presidente de la Federación Guipuzcoana de Caza.
Pero no sólo el número de animales muertos evidencia que la especie está en clara progresión. Hay otros elementos que también lo demuestran. El pasado año se alcanzó un récord histórico de ejemplares avistados. Frente a los 1.482 de la temporada 2011-2012, se pasó a los 1.953 de esta última. Las cuadrillas de Gipuzkoa organizaron un total de 735 batidas el año pasado y las jornadas de caza aumentaron un 49%.
149 cabezas en el Alto Deba
El Alto Deba, Bidasoaldea, Urola Kosta y Tolosaldea capturaron el 52% de los ejemplares abatidos. El Alto Deba, con 149 piezas fue la zona con más capturas, seguida de Urola Medio con 118 y Bidasoaldea-Oarsoaldea con 112.
El 58,30% de los jabalíes cazados (491) fueron machos y el resto (439), hembras. Las estadísticas revelan que se abaten 1 de cada 2,7 jabalíes que son avistados.
Esta cada vez mayor presencia de jabalíes genera un considerable crecimiento de los daños en la agricultura. Según las cifras de la Federación, los partes de siniestros enviados esta temporada por los baserritarras han aumentado un 125%. De los 164 registrados en 2011 se ha pasado a los 369 de la última. Es el cuarto año consecutivo que aumentan, según precisan.
El seguro contratado por la Federación para hacer frente a los destrozos que los jabalíes causaron el pasado año abonó 36.000 euros a los perjudicados. Asimismo, se invirtieron otros 18.000 en la adopción de medidas preventivas. «La Federación vuelca sus esfuerzos precisamente en adoptar medidas preventivas que eviten los daños a los baserritarras -así lo demandan sus sindicatos- , por lo que no solo está la indemnización por el daño, sino también por la colocación de repelentes y pastores eléctricos, medidas que tienden a evitar que accedan a huertas y grandes extensiones de maíz, alubia, pastos, etcétera. Con todo ello, hay algunos que aún pretenden seguir creando reservas de caza en parques naturales que harían insostenible la gestión de esta especie», explica José María Usarraga, presidente de la Federación.
Cosecha dañadas
Garikoitz Nazabal, miembro de la junta directiva del sindicato EHNE, detalla que los daños se concentran principalmente en maizales y prados. «A finales de verano o comienzos de otoño, cuando las cosechas están a punto de ser recogidas, los jabalíes entran y, en función de la cantidad de animales que conforman el grupo, pueden hacer que pierdas gran parte de la cosecha. Si se trata de una hembra con crías, los destrozos serán mayores; si es un macho solitario, igual algo menos. El caso es que, de una u otra manera, te dañan la producción y además, por lo general, lo hacen cuando estás a punto de recolectar», explica.
Las praderas son el otro gran objetivo de estos cerdos salvajes que con sus ‘morreos’, es decir cuando remueven con sus hocicos el manto herbáceo en busca de alimento, son capaces de ocasionar cuantiosos destrozos. «A veces, levantan amplias extensiones y dependiendo de en qué estación lo hagan, en ese lugar ya no se puede introducir máquinas para cortar la hierba, lo que nos causa un grave perjuicio».
Los baserritarras reclaman una actualización de las cuantías indemnizatorias por los daños. «Hay una tabla de valoraciones pero sucede que tiene once años. En una reciente reunión solicitamos a la Diputación una puesta al día de los baremos y que se establecieran precios reales, porque no es lo mismo que una piara levante un prado en primavera que en otoño. Si lo hace antes del invierno hay tiempo por delante para rehabilitar la zona y meses para que se recupere, pero como lo haga en estas fechas, el perjuicio es mucho mayor. Aunque se lleve a cabo una resiembra, ya no vale», afirma Nazabal.
Los baserritarras guipuzcoanos demandan de igual manera un mayor control sobre la especie y no aciertan a entender por qué hace dos años se establecieron limitaciones a la caza. «Acotaron las fechas y redujeron el número de batidas. Argumentaron que se habían visto menos individuos. Para nosotros, esta afirmación es de una incoherencia total. ¿Cómo va haber menos jabalíes cuando observamos que los partes de daños se han disparado?».
Garikoitz Nazabal opina que el único método para restablecer el control sobre las poblaciones es el cinético. «Vemos que aunque se está matando mucho jabalí, sigue expandiéndose. No soy ni zoólogo ni biólogo, soy ganadero, pero observo que, en mi zona por ejemplo, Aralar está muy afectado por la actividad de los jabalíes. Se está perdiendo una pradera natural. Hay que limitar la población», concluye el representante sindical.
Nazabal no duda de que la especie y el ser humano han de convivir. Sostiene que ha de existir un equilibro y que cuando el agricultor o ganadero sufre daños, ha de ser debidamente compensado. «Pero el destrozo tiene que ser también algo asumible, llevadero. No es lo mismo que en casa tengas un ratón que 150. Resulta frustrante que las cosechas que has sembrado y cuidado con mimo se vayan una y otra vez al traste. Es desesperante y desanima mucho».
La movilidad de la que hacen gala estos animales en la espesura de los bosques es uno de los mayores inconvenientes para su detección y captura. «No son nada estúpidos. Lo vemos todos los días. Quienes vivimos en zonas que limitan con reservas de caza o parques naturales somos testigos de cómo bajan, comen, destrozan lo que encuentran a su paso y regresan a su refugio. Ante esta movilidad, incluso planteamos la posibilidad de modificar los límites de la reserva. Es decir, propusimos que dado que había espacios en los que la presencia de jabalíes era mayor, se podría rebajar la frontera de la reserva en ese punto y subirla en otro. Hay caseríos que por su ubicación, lindante casi con la zona de protegida, sufren más que otros las acometidas de los jabalíes». La iniciativa no prosperó.