Fuente: lavozdegalicia.es
El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil está investigando un presunto caso de envenenamiento de animales en un coto privado de Mos. Al menos han muerto dos perros y un jabalí y han desaparecido otros tres canes, que su dueño da por fallecidos.
Las investigaciones se han producido a raíz de las denuncias de varios cazadores que practican su afición en Ribadetea en Ponteareas. Desde estas zona de caza libre presuntamente los perros habían accedido a un coto privado con un vedado de caza situado en la parroquia de Louredo en Mos.
Es en este paraje donde se produjo la muerte de uno de los perros del cazador Juan Nogueira, que fue uno de los primeros en alertar de lo ocurrido. «Tenía cuatro podencos y uno de ellos murió cuando lo llevé al campo a entrenar quince días antes de que empezase la temporada de caza. Parece que comió algo que encontró en un cortafuegos y que estaba envenenado. Posiblemente se trata de estricnina porque el animal se quedó rígido y murió con todos los síntomas de haber ingerido este producto», señaló este tirador que se dedica habitualmente a la búsqueda de conejos de monte.
Tras la muerte del primer perro, cuando se inició la temporada oficialmente, Nogueira se fue al campo con otros tres podencos, una raza que está especialmente capacitada naturalmente para detectar lepóridos. «Los llevé en busca de conejos y corrieron monte arriba pero no regresaron, así que presumiblemente también les envenenaron». Otro can muerto pertenecía a un vecino de la zona.
Los cazadores aseguran que también apareció en un camino un jabalí cadáver sin señales de disparos. «Es muy peligroso que haya cebos con veneno por el monte porque los puede comer cualquier especie y producir una intoxicación a los que coman la carne», señala José Martínez, que encabeza la Unión de Cazadores Libres.
La zona donde ocurrieron presuntamente los envenenamientos constituye un vedado en el que no hay guarda por lo que los cazadores presumen que algún vecino haya querido ahuyentar a los cazadores de las inmediaciones.
«Es una vergüenza que por cuatro personas sin escrúpulos pasen estas cosas a la altura del siglo que estamos», señalan los perjudicados.
Además de la pérdida afectiva de un compañero de caza, hay que tener en cuenta el valor económico ya que un perro adiestrado para estos fines no suele bajar de 600 euros, según señala José Martínez.
Ahora los cazadores están a la espera de que los resultados de los análisis confirmen las hipótesis de la Guardia Civil.