Catar, el díscolo y cosmopolita Estado del Golfo, ha sido condenado por sus vecinos de la península Arábica. Bloqueo comercial. Motivos: ¿el viaje de Trump a Arabia Saudita o los bien entrenados halcones de la Sierra de Guadarrama?
Todo comenzó cuando un grupo de cazadores cataríes, según fuentes no confirmadas próximos o pertenecientes a los aledaños de la casa real, respetables amantes de la cetrería, partieron con sus halcones hacia los desiertos de Irak y Afganistán. El propósito era la caza de una de las más codiciadas presas: el houbara bustard, en idioma urdo. Una ave prácticamente extinguida en los desiertos de Arabia.
La expedición catarí formada por 26 cazadores fue hecha prisionera y secuestrada por una guerrilla shiita y encarcelada, quizá, en Irak o Irán. El rescate -de unos 1.000 millones de dólares- que se pagó por la liberación de los rehenes, sería interpretado por las autoridades saudíes y sus conservadores aliados de los Emiratos Árabes Unidos como un pago a las guerrillas fundamentalistas que operan en Irak y Siria.
El gobierno catarí afirmó que el pago por el rescate fue mucho menor y que se entregó al gobierno de Badgad para evitar malos entendidos y conseguir que todo se resolviese satisfactoriamente. El secuestro contó con la colaboración de varios helicópteros, lo que de alguna manera denunciaba la complicidad de los gobiernos de Irán o Irak.
Catar es la monarquía más abierta y cosmopolita del Golfo. Su supervivencia está más que garantizada por sus inmensas reservas de gas natural que les convierten en el primer exportador mundial del fósil menos contaminante.
La creación y mantenimiento de Al Jazeera, la tv con mayor proyección internacional del Oriente Medio, no ha impedido la creación de un fondo de inversión dotado con 335.000 millones de dólares que ha financiado la construcción del Canary Wharf en Londres, la compra del París Saint-Germain y un enorme paquete de acciones de Volkswagen.
El gobierno catarí ha tratado de apretar sus vínculos con Occidente. Había que tejer una buena red de amistades por si en algún momento fuese necesaria ayuda urgente. El ejemplo de Kuwait, invadido por el ejército de Sadam Husseinen 1990, está todavía reciente.
Al Jazeera y sus simpatías por las primaveras árabes ha sido todo una provocación. Catar, incluso, había ido más lejos financiando a los Hermanos Musulmanes o a las facciones radicales en Libia después de la caída de Gadafi. Además, Catar se ha convertido en un refugio para muchos exiliados del Oriente Medio.
Tantos desafíos se iban a poner de manifiesto en el banquete ofrecido por el Rey Saudí al presidente Trump, con 50 dignatarios musulmanes compartiendo cordero y humus amigablemente. El Emir de Catar, Sheiks Tamin, en el ricón, aislado y como compañía el criticado primer ministro de Malasia, Najib Razak.
Trump y el rey de Arabia, Salman, condenaron a Irán como potencia agresora y colaboradora con las milicias fundamentalistas. Tres días después la agencia de noticias catarí anunciaba la intención de su gobierno de fortalecer sus relaciones con Irán.
El comunicado fue desmentido por el gobierno, pero Arabia Saudita y sus aliados lo utilizaron como pretexto para romper relaciones diplomáticas y decretar el bloqueo comercial con Catar. Un bloqueo fundamental para el suministro de los productos más necesarios y una amenaza, un riesgo a propósito de la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol de 2022 en Catar.
¿Vencerá el bloqueo, el gas natural y la dependencia de Occidente? ¿Permitirá sortear la amenaza de desabastecimiento? En todo caso, las rapaces, es decir estos halcones criados en la Sierra de Guadarrama, entre otros muchos emplazamientos, y cuyo destino ha sido la caza del houbara bustard, la avutarda africana, de sabrosa y afrodisíaca carne, ha desencadenado un conflicto en lo que parecían tranquilas arenas de la península arábica. ¿Trump o la avutarda africana? ¿Quién ha sido el desencadenante del bloqueo catarí?
Fuente: capitalmadrid.com / Luis Alcaide