Una semana después de su último ataque a un rebaño de ovejas en Aragüés del Puerto, el oso Neré ha vuelto a dejar su rastro y también en el valle de Hecho.
Según informaciones recogidas en el Heraldo, esta vez han aparecido sus huellas muy visibles en Mestrigüelo, un monte cercano al despoblado de Catarecha, cerca de Urdués. Allí fueron fotografiadas sus pisadas sobre el barro reciente que habían dejado las lluvias.
La primera vez que se localizaron las huellas de esta plantígrado fue el pasado 6 de abril y fue en una pista de Hecho. Pocas horas después, atacó a un rebaño de cabras del ganadero José Ramón Marraco, muy cerca de Embún, dejando un saldo final de cuatro animales muertos y otros once desaparecidos.
Una semana después, el 13 de abril, volvió a atacar, en aquella ocasión a un rebaño de ovejas a unos dos kilómetros de Aragüés del Puerto. El resultado fue de una oveja herida y otra desparecida.
Los extraños viajes de Neré por los Pirineos
Neré ha vuelto. La aparición de sus huellas a un kilómetro del casco urbano de Hecho y los dos ataques a ganado en Embún y Aragüés del Puerto en una semana confirman su regreso desde el Pirineo central al occidental. Las idas y venidas de este ejemplar adulto que se está haciendo mayor desconciertan a los expertos, que creen que estos movimientos apuntan a la conexión entre los dos núcleos de osos que hasta ahora han permanecido separados.
Neré es uno de los más emblemáticos de la cordillera. Su historia conecta la política de reintroducción iniciada en Francia en 1996 con la agonía de los últimos animales autóctonos. Su madre, Ziva, fue liberada en la primera suelta, en 1996. Un año después nació él, en el Pirineo central. Siendo joven, en 2002, se trasladó a la parte occidental, a los valles de Aspe y Ossau, pero tardó poco en aparecer por la cara española. En 2004 se apareó con la única hembra superviviente de la especie autóctona, Cannelle, muerta ese mismo año poco después de parir a Canelito.
Sin embargo, después de 14 años, y de forma sorprendente, Neré regresó al Pirineo central, donde también se detectó a su hijo. Estuvo en 2017, y en 2018 las cámaras lo vieron en el valle de Arán tras una osa. Finalmente decidió regresar para pasar el invierno y ha despertado de su letargo dejando sus huellas a un kilómetro de Hecho.
Estas idas y venidas han dejado boquiabierta a la comunidad científica. «Es muy raro que esperara tanto tiempo, lo mismo que su hijo, para retornar al núcleo central, donde había hembras, y sorprende enormemente que esos viajes los haya hecho ahora. Hemos debatido mucho sobre esta cuestión», afirma Guillermo Palomero, de la Fundación Oso Pardo, que trabaja en el seguimiento de la especie en la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. La hipótesis es que otro macho joven se acercara a su núcleo y decidieran seguirlo. No hay constancia, sin embargo, del regreso de Canelito, el último con genes de la especie autóctona.
Estos movimientos, junto a las aproximaciones de algún macho del valle de Arán a Aragón, como el que atacó el verano pasado en el valle de Castanesa, llevan a la comunidad científica a preguntarse si hay que seguir hablando de dos núcleos aislados o si ya están en conexión. «En algún momento vamos a empezar a hablar de una sola población de osos en el Pirineo. Hay machos moviéndose», augura Palomero. El hecho de que en la parte occidental solo quedaran dos es lo que motivó a Francia a realizar la polémica suelta de las hembras Sorita y Claverina. Francia ha detenido el programa de momento, pero informes científicos apuntan a un mínimo de 10 ejemplares para hacer viable la población.
«Si hubiera un núcleo aislado se necesitarían más ejemplares porque no se garantiza la conservación de la especie, como exige la Directiva Hábitats de la Unión Europea», dice Palomero, recordando que no solo Francia está obligado por esta legislación. También Aragón, aunque no apoye la política de reintroducción.
Posible apareamiento
Neré tiene dos osas en su área de campeo y no se descarta que ahora que está en celo se pueda aparear con alguna de ellas. Es probable que su potente olfato haya detectado ya el rastro de la más cercana, Claverina.
El presidente de la Fundación Oso Pardo entiende la alarma social por las últimas apariciones de Neré. El acercamiento a un kilómetro de Hecho no es para él inusual. «Se pueden desplazar cerca de una población si el hábitat les es favorable. Lo que sería anormal es que llegara al pueblo, a rebuscar en la basura. Acaba de salir de la hibernación y busca recursos. Ha encontrado proteína fácil», dice en referencia al ataque a los rebaños.
Palomero defiende la adopción de medidas de prevención, así como el pago de compensaciones generosas por los daños, incluido el lucro cesante. Asegura que en una zona con gran presencia de osos como la Cordillera cantábrica, los mastines los mantienen a raya. Además respalda además la petición de los ganaderos aragoneses de tener información «en tiempo real» del paradero de los depredadores. «No les van a decir el punto exacto, pero sí hacia qué valle se mueven. Es bueno prevenir, pero si te informan cuando se acercan, será más fácil evitar conflictos», concluye.
Más de 20 cámaras en Aragón para seguir los rastros
De los últimos movimientos de Neré se habló recientemente en Viella, la capital del valle de Arán. Coincidiendo con el final de la hibernación, se reunió el equipo del proyecto Piroslife para hacer balance de 2018. Este plan busca consolidar la especie en los Pirineos y exportarla a Aragón, Navarra, Andorra y Francia.
En ese encuentro se constató la presencia de Neré ese año en los departamentos franceses de Pirineos Atlánticos y Ariege y en el valle de Arán. También se dio a conocer el censo, 40 ejemplares, 3 menos que el año anterior, obtenido de observaciones, huellas, fotos y análisis genéticos (pelos y heces), realizado en el marco del Grupo de Seguimiento Transfronterizo del Oso Pardo en los Pirineos, del que forman parte los equipos técnicos de Francia, Andorra, Valle de Arán, Navarra, Aragón y Cataluña y la Fundación Oso Pardo. En Aragón se recogieron 23 datos de osos, por 446 en Cataluña, lo que evidencia el peso de la población en uno y otro lado. Para seguirlos hay sistemas automáticos de fotografía y vídeo: 39 cámaras en Cataluña, 45 en Francia y 22 en Aragón.
Fuente: Heraldo de Aragón