Los primeros días de mayo fue cuando decidimos volver a intentar cazar al corzo apodado CUATRO PUNTAS, tras ser errado el tiro los primeros días de temporada del mes de abril.
Diego Rivas como cazador y el que suscribe como acompañante, nos pusimos de espera la primera tarde de nuestra llegada al cazadero en busca de ese bonito corzo.
Una espera muy desapacible…
Esa tarde predomino un fuerte viento, aunque favorable, haciendo bastante frío, siendo la espera muy desapacible.
Después de más de dos horas de espera y sin moverse un rabo, por la ladera que teníamos al final de la siembra y por la misma vereda de la parte alta que tiró Diego la primera vez a CUATRO PUNTAS, apareció una corza tranquila ramoneando, haciendo el mismo recorrido que el corzo errado a primeros de abril, minutos más tarde apareció el macho a mucha distancia de donde estábamos, sobre unos 300 metros, y bastante tapado ofreciendo poca oportunidad de tiro.
El aire venía cargado con aroma a tomillo, hierba fresca y cantueso
Así que la segunda tarde decidimos de nuevo intentar darle caza a nuestro esquivo corzo.
La climatología la teníamos a nuestro favor, tanto que el aire venía cargado con aroma a tomillo, hierba fresca y cantueso, la temperatura no podía ser más agradable haciendo la espera una delicia, en esos momentos el tiempo se detiene y el silencio del campo roto por el canto de un ruiseñor provocan en esos campos de Soria un templo de belleza.
Sin noticias de CUATRO PUNTAS, hasta que…
La tarde iba avanzando y ‘nuestro’ CUATRO PUNTAS no hacia acto de presencia, cuando comentábamos la belleza de la tarde en voz baja, localicé un corzo que salía detrás de un enebro a unos 260 metros de distancia del puesto, en ese mismo instante me eché los prismáticos a los ojos y le dije a Diego «ese tiene que ser el corzo, aunque lo veo raro, más corto y con mucho grosor», sin dudarlo un segundo, Diego realizó un certero disparo cayendo fulminado el animal.
A falta de CUATRO PUNTAS bueno es un ‘peluca’ de más de once
Tras recoger todos los archiperres de la espera, nos dirigimos a ver el corzo abatido, Diego iba un poco más adelantado esperándome a principio del monte para disfrutar de ‘nuestro’ CUATRO PUNTAS juntos, cuál fue nuestra grata sorpresa al ver que no era el corzo esperado, sino un precioso ‘peluca‘ con más de once puntas y unos grosores por detrás extraordinarios.
Este momento lo vivimos y lo terminamos con un fuerte abrazo, disfrutando un buen rato de la belleza de este impresionante corzo.
Estos momentos vividos, son los que hacen que tenga sentido la caza.
Seguiremos buscándote, CUATRO PUNTAS.
Un relato de Argimiro Consuegra
