Nuestros perros, compañeros de tantas jornadas cinegéticas, no sólo requieren nuestra atención para poder disfrutar de su trabajo, sino que su salud nos da la seguridad de poder contar con un buen aliado, con la garantía de poder disfrutar de su complicidad en el campo, su puesto de trabajo.
Muchos son los consejos que, prácticamente a diario, amigos cercanos, familiares y algún que otro conocido nos proporcionan como elementos de plena garantía para solventar algún que otro problema, o problemilla, o para aumentar, si cabe, las prestaciones de nuestro compañero cinegético. Pero no todos son útiles ni muchos de ellos son levemente inocuos, sino que, la mayor parte de ellos, sólo nos generan inconvenientes y gastos innecesarios.
Así, les proponemos el decálogo base de trabajo con nuestros compañeros de caza, para poderles proporcionar una más completa salud, una mayor tranquilidad en nuestro disfrute y una mayor actividad cinegética, si esto es a veces posible.
Primero, la visita al veterinario. Debe ser una cita ineludible en nuestro programa y no sólo por la obligatoriedad, a veces legislativa, de la vacunación oficial, sino por ejercer una revisión completa del estado sanitario de nuestra mascota. Lo ideal sería hacer dos revisiones al año de forma rutinaria y si es una al inicio de la temporada y otra en la fase final, sin duda, cubriremos el mejor mapa de garantías sanitarias para nuestro compañero y para nosotros mismos.
Segundo, la alimentación de nuestro perro.Debe ser uno de los pilares donde sustentar nuestra relación. Actualmente la disponibilidad de la gama de piensos es no sólo amplia sino de calidad indiscutible, con plena cobertura de las necesidades del perro. La recomendación de nuestro veterinario en el diseño de un plan para la fase de trabajo como en el periodo de veda nos proporcionará una cobertura perfecta. Olvidemos golosinas y caprichos: sólo proporcionan excesos de los que, sin duda, luego nos arrepentiremos.
Tercero, la bebida. Uno de los archiperres que nunca debemos olvidar en nuestra equipación de caza es el agua de bebida para nuestros compañeros. Podemos, y debemos, compartir esta agua y, de esa forma, no dejar al aprovechamiento de los recursos naturales las necesidades hídricas de nuestro compañero.
Cuarto, la documentación del perro. Debe acompañarnos, aun con mejor cuidado que la nuestra propia y la de nuestro arma. Y, entre toda la documentación, especial atención a la póliza de seguro de nuestro perro, no sólo por la responsabilidad civil que su tenencia nos pudiera generar, sino, y he aquí una primera recomendación, una cobertura de salud para nuestro perro, que nos garantizará una mayor tranquilidad.
Quinto, tener un breve botiquín. Nos puede ayudar ante pequeños percances que pueden generarnos situaciones desagradables. No debemos tener un centro de asistencia vital; basta con un paquete de gasas, dos o tres vendas, una solución antiséptica, una pomada protectora de almohadillas, unas pinzas y agua.
Sexto, al finalizar la jornada, incluso antes de lavarnos nosotros, asear a nuestro compañero con un baño o ducha refrescante y un cepillado, aun cuando se trate de un animal de pelo corto; esto nos garantiza una higiene beneficiosa para todos.
Además, realizar una inspección de la piel del perro a fin de evitar residuos en dedos, almohadillas u orejas que pudieran generar posteriores molestias.
Séptimo, el transporte. Debe satisfacer no sólo las preceptivas obligaciones legales vigentes, sino que debe realizarse mediante medios adecuados que garanticen la comodidad para nuestro animal y que nos permitan un acceso adecuado y un mantenimiento e higiene idóneos.
Octavo, preparar primero al perro para la jornada de caza y, en especial, a la llegada al cazadero. Dejarlo, una vez preparado, en un lugar adecuado y después manejar las armas, nunca al revés, y así evitaremos accidentes por todos indeseados. Al finalizar proceder al revés: primero guardar el arma y, después, a nuestro compañero. La seguridad, lo primero.
Noveno, tener siempre a la vista a nuestro perro. Nunca una pieza vale lo que nuestro compañero. Ante la duda, desencarar. Son muchos los perros que cada año reciben perdigonadas destinadas a las piezas.
Y, décimo, ante cualquier duda, acude a tu veterinario. Él, mejor que nadie, conoce lo que tu perro necesita.
Espero que estos primeros consejos os hagan disfrutar de vuestros perros como sólo ellos saben hacerlo, cazando.
Por Ignacio Ramón García (veterinario)