Cazando corzas con la ACE
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
-polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga.
Castilla, la vieja, la austera, la que no da tregua ni regala favores, nos recibe un año más con el rigor de sus inviernos, su viento afilado como daga, su horizonte infinito de campos y collados.
En esta tierra de hombres recios y silencios profundos la caza no solo es arte: es pasión, es compromiso. Rito que hermana al hombre y al paisaje.
Las botas crujen sobre la nieve endurecida. La bruma, cómplice y traicionera, serpentea entre cerros y vallejos , obligando a replantear cazaderos y estrategias previamente meditadas.
Instinto e ingenio, apuestan por nuevos escenarios donde la niebla juega con nosotros una partida de ajedrez en un damero de siembras y perdidos, donde se intuye la silueta del capreolus.
Presta la vara de avellano, el camo y la pana se confunden entre los ecos donde el pasado se torna presente.
Mirada atenta, gesto contenido, respeto por lo que se persigue, con la única certeza de la fe del que sabe que en cada jornada todo está por escribirse.
La tensa espera obtiene su premio
El día avanza y los tímidos rayos de un ciego sol, flamea sobre las puntas de los tímidos brotes de las incipientes cebadas mudando el gélido blanco.
La tensa espera obtiene su premio y el astro sol se eleva al compás de las salvas que anuncian el éxito, perdiéndose en lontananza.
El sonido de cada disparo alumbra una sonrisa celebrando esa gesta del hermano de armas a quien no ves, pero que camina a tu lado en ese compromiso con la conservación, que conforman la sexta edición de las Jornadas de Caza de Corzas en Burgos, de la Asociación del Corzo Español, en su XXV aniversario.
La mañana del tercer día nos sorprende en los altos que en días previos no hemos podido cazar, dando cumplimiento a la tarea que nos ha sido encomendada.
Completado en plazo los cupos, ponemos rumbo hacia Villalmanzo, donde viejos y nuevos amigos nos daremos cita en un nuevo y espectacular escenario, la Granja Tordable, que Hunty ha puesto a nuestra disposición para el acopio de las canales.
Abrazos y risas, en animada conversación, rodean el tapiz donde el acero de los bisturís del INVESAGA, se confunde con los cuchillos de Paco, el “carnicero más dicharachero” de Cárnicas Dibe.
La salud del corzo cazando corzas
La toma de muestras será un punto y seguido del estudio de la salud del corzo que la ACE y el INVESAGA realizan desde hace años gracias al convenio que ambas entidades acaban de renovar de nuevo, ¡y por muchos años!
Apañadas y listas las canales para, en un futuro cercano, aromar los paladares más exigentes, nos dirigimos a un comedor que, en esta ocasión, compartiremos con algunos miembros de la Sociedad de Cazadores del lugar, que celebran, junto al nuestro, el éxito de la montería en forma de cochinos jabalíes.
Una vez más, Rosa nos deleita con unas deliciosas alubias rojas “bien de compango”, regadas, cómo no, con un tinto Ribera del Duero de Bodegas Nabal que calienta el alma; se alzan vasos y se comparten anécdotas, dudas y conocimiento.
Tras la comida, algunos corros se forman en torno a una improvisada exposición, donde Javi nos muestra el fruto de años de recolección de cráneos, mandíbulas y rarezas óseas, reforzando el carácter educativo de estas Jornadas que no hubieran sido posibles sin el tesón de Fede Calzada.
Al caer la tarde, la tierra nos despide con la misma severidad con la que nos recibió. Y, con una agridulce sensación, cambiamos el escurridizo barro de la pista por el plomizo e inerte asfalto que nos devuelve a casa.
Desde una siembra coronada por un inmenso chaparro en su centro, una pelota de corzos despide con alguna que otra ladra a los que hacemos posible esa paradoja que garantiza su conservación.
Polvo, sudor y hierro, la ACE cabalga…