No, no hay excusa que valga: el 5 de junio ¡todos en Madrid! Todos los que amamos la caza y la pesca, los que defendemos la supervivencia del mundo rural, los que, de verdad, respetamos y cuidamos –porque la conocemos y la vivimos– la Naturaleza, todos tenemos que estar en la capital para gritar, muy fuerte, que hasta aquí hemos llegado.
Ecotalibanes fanáticos, excluyentes y manipuladores, animalistas descerebrados, violentos y acosadores, junto a otras partidistas y prohibicionistas raleas aledañas, llevan décadas persiguiéndonos y atacándonos, inventado cuentos, falseando datos e ignorando realidades… ¡ya está bien!
Medios de información tendenciosos, fervientes anticaza, enemigos de la libertad –la libertad es para todos, no sólo para ‘los suyos’–, no dejan de emitir verdades a medias, no cesan de callar los agravios que sufrimos, de ocultar las obviedades que nos apoyan, de dar eco a lo que no debería ni de escucharse –por falso y torticero– pero silencian, sin embargo, las justas reivindicaciones de quienes padecen, y padecemos, el desprecio más absoluto a nuestros más básicos derechos y, en muchos casos, el clamor de quienes luchan por sobrevivir en la aldea, allá en el monte, donde el lobo mata y los santones verdosos callan… ¡ya está bien!
Ya está bien de soportar a esos políticos de medio pelo que nos pasan la mano por el lomo, cuando les conviene, pero esconden su ¿afición?, como si, en lugar de cazadores, de apestados se tratase. ¿Vergüenza de cazar, de ser y sentirse cazador?, ¡amos anda ya! Quien, el lunes, por contentar a una palada de extremistas enloquecidos que se echan a la calle a vociferar sandeces muy alejadas de la realidad, oculta aquello de lo que presume el domingo en el campo, ¡no merece representarnos! Quien, sin ser cazador, no escucha ni razona ni respeta los argumentos de los que sí lo somos, tampoco merece representarnos.
No pedimos más, ni menos, que se nos considere como a cualquier otro colectivo, de la misma importancia, que genere los mismos recursos, que dé los mismos jornales y que desarrolle –ocio aparte– la misma beneficiosa e insustituible labor en defensa de la naturaleza, de la biodiversidad y de la sostenibilidad de la fauna.
«Quien, el lunes, por contentar a una palada de extremistas enloquecidos que se echan a la calle a vociferar sandeces muy alejadas de la realidad, oculta aquello de lo que presume el domingo en el campo, ¡no merece representarnos!»
Si no nos lo quieren dar, tendremos que agárralo nosotros, pero ¡ya está bien de atropellos, de promesas de humo, de impedimentos, zancadillas y ninguneos!, ¡ya, está, bien!
Somos muchos, y podemos ser fuertes. El lamento, si queda sólo en eso, de nada útil sirve.
Cada uno, desde su sitio, puede hacer algo, por poco que sea: la mar no es sino la suma de muchas gotas de agua. Tenemos que calzarnos los machos y arrear p’alante, lo contrario será el principio del más absoluto de los desastres. De ninguna de las maneras hemos de consentir que se nos prive de nuestro derecho a cazar.
Las guerrillas anticaza, las turbas radicales pseudoecologistas y las violentas bandas animalistas, nos han puesto contra la pared, ¡y ahora quieren ponernos mirando p’a Cuenca! Si usted no está decidido a hacer lo que esté en su mano por evitarlo, no espere que otros lo hagan… Eso sí, llévese al menos un condón.
¡Ah!, y una última cosa: no empecemos con los protagonismos, las ‘matizaciones’ y las gilipolleces… que si la manifestación del 5J es ‘en defensa de la pesca’, que si ‘soy yo quien tiene la autorización gubernativa…’ ¡Por favor…! Si acuden 50.000 personas en defensa de la pesca y otras 50.000 en defensa de la caza, ¡será mejor que vayamos los 100.0000 juntos el mismo día a clamar en defensa de la pesca y la caza, no la mitad hoy y la otra mañana!, ¡vamos, digo yo…!
¡Venga, señores, al lío, sin excusas!
Por Alberto Núñez Seoane