Es fundamental que la «conversación sobre conservación» siempre incluya a las personas tanto como a la fauna silvestre. Este fue, en general, el contenido del mensaje del ministro de Medio Ambiente, Conservación y Turismo del Medio Ambiente de Botsuana, Onkokame Kitso Mokaila, durante la conferencia de prensa que tuvo lugar el pasado jueves sobre el levantamiento de la suspensión de cinco años de la actividad cinegética en ese país.
Desde la moratoria de la caza controlada en las áreas gubernamentales y comunitarias de Botsuana, Mokaila ha confirmado que las poblaciones de especies emblemáticas se han expandido más allá de sus hábitats tradicionales y han llegado a zonas donde nunca antes se habían visto. Una escalada de los conflictos entre humanos y fauna silvestre ha sido sólo una de las consecuencias de esa expansión. Otro resultado menos cuantificable es que las comunidades locales que anteriormente tenían una mentalidad conservacionista se han vuelto casi «antifauna silvestre».
«Agradecemos al Presidente de Botsuana y a todos los demás involucrados en este país por su visión de futuro y por tener la valentía de hacer lo correcto para el beneficio de la fauna y de la gente de Botsuana», ha dicho el presidente del SCI, Paul Babaz. “La decisión de Botsuana en este asunto es un valioso ejemplo para todo el mundo. Necesita poder gestionar sus propias poblaciones de animales para asegurar que en generaciones futuras haya más fauna salvaje en buena armonía con los habitantes locales».
Antes de la suspensión de la caza, las comunidades sentían que formaban parte del esfuerzo para gestionar y mantener la vida silvestre. Sin embargo, la decisión de suspender la caza se tomó sin la participación o aportación de las personas que conviven con los animales salvajes.
Sin los beneficios de los ingresos de la caza, los empleos generados por la industria cinegética y la carne obtenida gracias a la caza, las comunidades locales perdieron su compromiso con la fauna y el incentivo para protegerla. Ahora ven a los animales como una responsabilidad del gobierno.
Con el aumento de los daños a la agricultura, la pérdida de áreas de pastoreo para el ganado y el fuerte aumento de muertes humanas en encuentros con animales salvajes, las comunidades locales ya no toman parte en la protección de éstos. El furtivismo está en aumento y las comunidades que antes informaban de esta actividad ilícita ya no comparten información que impida el furtivismo o ayude a capturar a los furtivos.
Por estas razones, Mokaila ha afirmado que restablecer la caza controlada en las áreas gubernamentales y comunitarias de Botsuana se trata más de incentivar a las personas para que ayuden a gestionar la fauna silvestre que de controlar el número de animales. La caza es una herramienta de gestión, ha dicho Mokaila, que compensará a las comunidades por convivir con la fauna silvestre y ayudará a sacar a los animales de las áreas donde hay conflictos con las personas.
La caza nunca se utilizará para reducir los números de animales silvestres, ha añadido, haciendo referencia a noticias aparecidas en medios de comunicación generales referidas a la aprobación de matanzas de animales. «Botsuana nunca ha utilizado prácticas de sacrificio y no vamos a hacerlo ahora. Esos informes son falsos», ha asegurado el ministro.
Si bien Botsuana tardará un tiempo en organizar y volver a poner en marcha su programa de caza, estos son algunos puntos de sus planes:
- Todas las acciones se basarán en la normativa de la ley de fauna silvestre existente.
- Implementar una cuota sostenible de menos animales que los nacidos cada año.
- Todas las especies incluidas en la Lista 7 de la Ley de Conservación de Vida Silvestre y Parques Nacionales de Botsuana se podrán volver a cazar, incluido el leopardo y el león.
- La caza se practicará sólo en zonas alejadas y no adecuadas para áreas fotográficas, y también en áreas donde hay conflictos entre fauna silvestre / humanos.
- Creación de zonas de transición alrededor de las áreas comunitarias para ayudar a mantener la fauna silvestre peligrosa fuera del desarrollo humano.
- Devolver las concesiones de caza, con un esquema de participación accionaria del 25 % con las comunidades y largos contratos de arrendamiento de hasta 30 años. Las concesiones también pueden ser más pequeñas.
- Remodelar el Programa de Gestión de Recursos Naturales Basados en la Comunidad para dar a las comunidades locales más beneficios e incentivar una mayor gestión.
Safari Club Internacional / Barbara Crown