Tradicionalmente se dice que «nunca segundas partes fueron buenas», pero puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que en esta ocasión no se va a cumplir la premisa.
Hace unos días mantuve un interesantísimo coloquio con Eduardo Coca Vita (EC) para esta revista en el que charlamos sobre la concepción que de la caza tiene mi buen amigo. Este coloquio no dejó indiferente a casi nadie porque, independientemente de que se esté o no de acuerdo con sus afirmaciones, de lo que no cabe duda es de que tiene muy claras sus ideas al respecto. Siempre desde el respeto a los demás y a sus opiniones, y sin tratar de imponer criterios, tan solo de exponerlos, nos fue desgranando su manera de ver la caza, sus sensaciones, sus anhelos y, sobre todo, sus esperanzas con respecto a este sector de nuestro mundo rural.
Pero si la caza ocupa un lugar importantísimo en la vida de Eduardo, hay otra afición que está casi a la par con ella, los toros. Y esa faceta es la que vamos a tocar hoy; vamos a dedicar un rato a charlar sobre el mundo taurino del que es un auténtico aficionado. No sé cuándo se emociona más, si hablando de caza o de toros, por eso os puedo asegurar que si sois aficionados a la tauromaquia, vais a disfrutar de esta amigable charla.
Vamos a los toros, Eduardo.
Antes de nada, cuéntanos, ¿dónde está para ti la esencia del toreo?
EC: La respuesta a esa pregunta solo la puede comprender un taurino, porque hablamos de una tradición con la que un día te encuentras y de ahí parte todo. Yo no tenía ningún antecedente familiar hasta que, como te digo, me encuentro con ella y, lo mismo que le puede pasar a un finlandés, primero, me fue enganchando, enganchando… para con el tiempo ir evolucionando hasta el estadio en que me encuentro hoy día, no otro que el de ser un aficionado a los toros, absolutamente capturado por ellos, que no busca espectáculo ni «buenas» faenas ni salidas a hombros… que lo único que busca es estar imbuido de ese enfrentamiento entre el toro y el hombre, la condición del torero, la bravura del animal… algo misterioso, indescriptible.
«Un aficionado a los toros lo único que busca es estar imbuido de ese enfrentamiento entre el toro y el hombre, la condición del torero, la bravura del animal…»
¿Torista o torerista?
EC: Como es lógico, yo empecé de «torerista», pero, como te decía, fui evolucionando y poco a poco me he convertido en «torista» y es precisamente por eso por lo que a mí la corrida no me aburre nunca, cosa que no pasaría si fuera «torerista» y estuviera buscando faenas, pases, etc. Te aseguro que en buena parte de las veces sería un verdadero aburrimiento.
Desde el punto de vista del «torista», por el contrario, en cualquier corrida hay toros de los que observar su comportamiento, su evolución… y me da igual que sean mansos, peligrosos, ilidiables, que se rajen o resulten nobles. Siempre, siempre, me dan algún motivo de atención durante la corrida.
¿Defíneme qué es para ti una ganadería dura?
EC: Hay varias, pero duras, duras, duras ahora mismo te digo Saltillo, Dolores Aguirre… (piensa un buen rato). Cebada Gago, Valdellán, Partido de Resina… no están saliendo con excesiva dureza, así que me reafirmo solo en las dos primeras. Las tradicionalmente duras como las Albaserrada, Santa Coloma y hasta Miura están evolucionando hacia un toro en el que se busca la nobleza, la «toreabilidad» y, en definitiva, el acercamiento a la noción comercial; es por eso por lo que últimamente se indultan reses de esos encastes.
¿Qué te parece que las figuras rehúyan las ganaderías duras?
EC: Es una comodidad para ellos, no tienen que luchar, de alguna manera ven asegurado el triunfo, que es el que lleva espectadores a las plazas, hace que se llenen y así consiguen que se los contrate y les paguen las cantidades que les pagan. También es cierto que dentro de las figuras hay que hacer distinciones, las hay que tienen más dignidad que otras. Como las ganaderías, todo sea dicho. Las plazas se llenan porque las figuras dan cuarenta o cincuenta pases de muleta, hacen florituras y acaban saliendo a hombros, no nos engañemos.
«Las plazas se llenan porque las figuras dan cuarenta o cincuenta pases de muleta, hacen florituras y acaban saliendo a hombros, no nos engañemos»
¿Cómo ves el toreo actual, más un espectáculo que un arte?
EC: El arte solo se puede lograr con unas ciertas condiciones del toro, otra cosa distinta es que el arte sea el objetivo del toreo. A mí no me disgusta una faena artística, pero prefiero los toreros que le ‘pueden’ al toro y que cuando le ‘pueden’ crean emoción al ser capaces de dominarlo y sacarle unas tandas que quizá no lleguen a la belleza del arte sublime con los toros nobles, pero eso es lo que a mí me gusta del toreo. Te cito un caso, a mí lo que más me ha llenado de este San Isidro ha sido la faena de Paco Ureña al toro Empanado de Victoriano del Río, que para mí tuvo lo verdaderamente representativo del toreo: valor, emoción, dominio y poderío frente a un toro con complicaciones al que Ureña le sacó unas tandas de muletazos que nos llenaron de emoción; evidentemente no fue una faena de ochenta pases, repetitiva y aburrida. Pero ojo, eso es muy, pero que muy difícil de lograr.
Estamos asistiendo a una “ola” de indultos, ¿qué opinión te merece esta medida?
EC: El indulto me parece un acto grandioso, pero debe ser algo poco frecuente y sobre todo merecido. Ahora a los toros se los indulta por la faena de muleta y por su nobleza, cuando debe de ser por su comportamiento en todos los tercios y, sobre todo, en el de varas (que, por cierto, es lo que dice el Reglamento para indultar). Es por esto que a mí el indulto del miura en Utrera no me ha gustado, no me hace feliz, porque va indicando ese camino que antes lamentaba hacia la «toreabilidad». La gloria de la ganadería Miura es que en ciento ochenta años no conocía el indulto y, si se los conceden ahora, es porque pueden estar dejando de ser miuras.
Al hilo del tema de los indultos, ¿qué opinas de los presidentes?
EC: Yo creo que los presidentes de plazas de primera tienen una buena formación y preparación, tienen que hacer cursos, pasar por diferentes estamentos, el problema es que cada uno tenemos una percepción y una psicología diferente y, por ejemplo, en Madrid, es muy difícil uniformar los criterios de cinco personas en determinadas situaciones que tampoco son iguales. Recuerdo el caso de un victorino indultado en Madridejos hace dos o tres años, reconociendo el propio presidente que él no lo habría indultado, pero tuvo que hacerlo, contra el criterio del ganadero, para evitar el desorden público que se podría haber producido en otro caso. En plazas como Madrid, Sevilla, Pamplona sí se puede resistir la presión, pero en plazas de tercera el asunto es más peliagudo porque la plaza entera se le echa encima al palco.
Al igual que con la caza, el animalismo avanza, hasta el punto de que algunos toreros reconocidos apuestan incluso por la corrida sin muerte, a la portuguesa, ¿cómo lo ves?
EC: Yo no comparto esa solución en absoluto, la corrida sin muerte no tiene sentido, si se va a seguir en esa línea, que se supriman los toros.
«La corrida sin muerte no tiene sentido, si se va a seguir en esa línea, que se supriman los toros»
¿Crees que los toros son una ‘fiesta’? Y voy más allá, ¿crees que realmente se la puede denominar la ‘fiesta nacional’?
EC: No. Fiesta en sentido de una cosa festiva, un pasatiempo o una diversión, no. Odio la palabra diversión y más cuando se dice «vamos a divertirnos» o «me he divertido». Los toros son un rito inexplicable, único en el mundo, difícil de comprender, imposible de justificar si no tuviera una evolución de siglos. En él se busca la emoción y el misterio casi inconcebibles de unos animales que aún son bravos y de unos toreros que no se comprende cómo pueden estar allí delante, en un escenario y un enfrentamiento de emoción indescriptible donde, cuando se consiguen los ‘chispazos’, brota algo sin igual para quienes lo sentimos; nada que ver con ese otro concepto de fiesta.
A la vista de lo que tenemos, ¿cuál es el futuro de la tauromaquia en nuestro país? ¿Por qué en algún país vecino está claro y aquí no?
EC: Yo no creo que la tauromaquia peligre en España. Los espectáculos secundarios van a disminuir, sin duda, porque la gente no acude. Habría que sujetarlos con subvenciones y eso no está política y socialmente bien visto. Los espectáculos tipo recortes, encierros, calles y otras cosas así, subirán; y lo que sin duda se producirá será el incremento del sector de aficionados en detrimento del de espectadores en San Isidro, Feria de Sevilla, Sanfermines, Fallas… eventos que, por supuesto, no morirán nunca. Creo que la opinión expuesta vale para los ocho países taurinos de Europa y América.
¿Cómo ves la evolución del aficionado?
EC: Yo creo que los aficionados crecen, aunque poco, porque la gente se da cuenta de que lo importante no son las salidas a hombros, el corte de orejas o las banderillas puestas de una manera circense. Ya se está dando progresivamente importancia al toro y te digo, por ejemplo, que en Las Ventas no solo están los del tendido 7 (que se ha puesto de moda, la gente lo compra y al final muchos de allí acaban manifestándose como los de cualquier otro), en el 4 también hay un sector contestatario, además de la grada joven del 5 y 6, y en el sol y sombra del 8 también suenan voces exigentes. Y que conste que estoy en contra de los que pitan o insultan durante la lidia. La evaluación se hace al final y entonces es cuando se decide si pedir la oreja o protestarla.
«Me preocupa más la deriva de plazas como Las Ventas que se están convirtiendo en un mercado persa»
Me preocupa más la deriva de plazas como Las Ventas que se están convirtiendo en un mercado persa, una discoteca, un zoco comercial y en un espacio para el botellón después de las corridas. Me preocupa que haya gentes en general –y jóvenes en particular– que vayan a las corridas para ‘divertirse’ en los espectáculos que se generan a su alrededor y no para emocionarse en la corrida en sí misma.
Si hablar de caza con Eduardo Coca fue una experiencia increíble, hacerlo sobre toros lo ha sido aún más. A mi juicio, la emoción y el sentimiento que transmite al referirse al toreo supera en mucho al de la caza, convirtiendo este coloquio en torrente de sensaciones que espero haber sabido transmitiros.
Como siempre quiero dar las gracias a NOVOTEL MADRID CENTER por la amabilidad con que nos acoge para realizar estos coloquios y en especial a Lucía Salcedo, jefa de Relaciones Públicas del hotel, que ha tenido a bien acompañarnos y mejorar la foto que ilustra este coloquio.