Al son campero Opiniones

Una gran temporada de corzos

La temporada ha sido buena, no tanto por los trofeos, que siempre son de valorar, como por los lances y la compañía. ¡Buen equipo humano y grande el conjunto para cazar!

La verdad que los kilómetros no pesan a la hora de ir de caza, y si tienes la suerte de ir acompañada por tu pareja y buenos amigos, mucho menos… Ya sabéis lo que la práctica venatoria implica: naturaleza, gastronomía, turismo, risas, vivencias y compartir experiencias inolvidables.

¡Todo un planazo!

Mauser M18 y Minox ZE 5.2 nos han acompañado esta vez hasta tierras burgalesas y arriacenses en una doble aventura tras los corzos.

Por combinación con los días de vacaciones este año hemos cazado en pleno julio, época de celo para el Capreolus capreolus. Mientras en Burgos aún se resistían y los machos y las hembras andaban separados, en Guadalajara se encontraban en pleno apogeo.

Por el norte, en julio, aún no se ha cosechado por lo que las siembras están altas, detalle que hace más difícil tanto la localización como el lance a los, bien llamados, «duendes» o «tragabalas».

Tras dos lances certeros, vivimos la mala pasada de tan solo recuperar uno de los corzos abatidos. El otro, bien pero bien tocado, cesó de dejar rastros cuando entró en el monte y no hubo manera de dar con él, ni con el rastro de los ansiosos carroñeros.

Otros, en cambio, sí lo encontraron… Esto también es parte de la caza.

Cambió el paisaje totalmente en Guadalajara – y no sólo lo digo por el curioso atuendo de nuestro amigo y guía -. ¡Hay que ser original! ¡Esto no se ve todos los días!.

La siembras fueron sustituidas por un monte abrupto rodeado de pinares, donde un peñasco nos sirvió como apostadero para atalayar y esperar a un viejo duende que por sus marcas ¡cuántas batallas no habría librado…!

Tras localizarlo, tan difícil como ver una aguja en un pajar, el baleo perfecto del Mauser M18 combinado con la bala RWS speed tip professional nos brindó certeza en los dos disparos que tuvimos que efectuar, a unos 220 metros de distancia, de barrera a barrera.

Lo peor fue cobrar el animal. Si en las siembras altas te desorientas como pierdas el punto de referencia, en lo escarpado de estos espesos montes ¡ni te cuento!… La bajada y la subida para recuperar el trofeo y parte de la carne era para valientes. Las rodillas y los pies buscaban, temblorosos, estabilidad sobre los cantos sueltos que se deslizaban directamente al fondo del tremendo barranco al que tuvimos que descender.

¡Pero conseguimos volver a coronar la cima con éxito, pudiendo escribir un final feliz a nuestro aguardo!

 

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