Escopeta negra

La caza y… el cazo

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Personas y… personajes. También podría ser éste, perfectamente, el título de este ‘pasquín’ (llamado técnicamente editorial) con el que mes a mes cierra edición –y del que, estamos convencidos, no sirve para nada y apenas leen algunos– cualquier buen medio que se precie, y éste, al menos por lo que nos dicen, creemos que lo es. Por eso, valga la redundancia, insistimos mes a mes y no hace mella el desánimo…

Insistimos mes a mes, otra vez, en ‘sacarle los colores’ –primero a nosotros mismos– a todo aquello que, cual morralla, es una lacra que impide el desarrollo normal de esta maravillosa actividad, afición, modo de vida, como tantas veces hemos dicho, como lo es la caza, le pese a quien le pese y le duela a quien le duela. Esto lo nuestro está tan legislado, reglamentado, normalizado y fiscalizado como cualquier otra actividad que realice cualquier ciudadano normal y corriente (¡mentira, la nuestra está mil veces más que cualquiera otra!), por lo que a veces se nos escapa de las entendederas esta persecución mediática, y ciudadana en consecuencia, que sufrimos y que nos condena a una cierta marginación, por no decir total. Es entonces cuando, al preguntarnos la causa, nos descubrimos ante el espejo y nos encontramos con que, efectivamente, algunas (que no todas) razones no les faltan a nuestros inquisidores. De ahí nuestros titulares…

Tuvimos la suerte de participar, apenas unos días atrás de este cierre de edición, en las XI Jornadas Cinegéticas de Castilla-La Mancha, organizadas, un año más, y ¡van once! por la EFA Oretana y celebradas, es esta ocasión, en las propias instalaciones que la Escuela tiene en Burguillos, Toledo. El auditorio estaba formado por un ciento de chavales, futuros técnicos cinegéticos, y fue escuchando las distintas ponencias sobre la formación cinegética, sobre todo observando y analizando a sus ponentes, cuando surgió esto de las personas y… los personajes. Allí estaban… personas que de una forma sencilla, normal, un tanto anónima y desinteresada (independientemente de que cada uno se ‘gane las habichuelas’ con su trabajo cotidiano), pelando a brazo partido por la caza, por una caza ética, sostenible, auténtica y sin tapujos, e intentaban transmitirle estos valores a los jóvenes.

Se nos ocurren muchos ejemplos de estas personas. El trabajo y el tesón de Iván Poblador, que año tras años sigue empeñado, sin aspavientos ni algazaras, en sacar adelante estas jornadas (y su desinteresada colaboración en cualquier cosa que se le solicite). Allí estaba Alberto Covarsí (con Kiriko), de JUVENEX, un grupo maravilloso de ‘locos’ que, a fuerza de arañar donde no hay –y a costa de su tiempo y el de sus familias– están logrando acercar e imbuir en la caza a los más pequeños y a los jóvenes. Jesús Caro, investigador del IREC, Albert Ituren, de la EEC, o Francisco Pascual –profesor de primaria del Colegio San Roque, de Alcoy, que se ha empeñado, y lo está consiguiendo, en enseñar caza a sus alumnos de muy pocos años–, personas que, sin importarles las distancias ni los madrugones (algunos habían hecho más de 400 kilómetros para llegar a las diez de la mañana) no habían dudado ni un segundo en estar allí donde se les necesita para echar una mano en esto y en lo que haga falta. Allí estaba, y nos quitamos el sombrero, nada más y nada menos que don Antonio Notario Gómez, exdirector y profesor emérito de la ETSI de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, otra de esas personas que lo ha dado, y lo sigue dando, sin mirar a quién, todo por la caza.

Se nos ocurren muchos más nombres, y otros cientos que quedarán en nuestro involuntario olvido, de personas que no dudan, en las mismas circunstancias que las anteriores, en echar el resto cuando de esto se trata. Así, y a bote pronto, por recordar a algunas, qué decir de José Luis Garrido, o de Manolo Martínez y esas otras grandes Jornadas sobre Gestión Cinegética y Medio Ambiente de Portas, o nuestros colaboradores, Carlos Díez y todo el equipo de Ciencia y Caza, Paco Chan, Felipe Vegue o Juan Caballero, entre otros… Algunos inagotables, como Miguel Ángel Romero o Luis Fernando Villanueva; las gentes, amigos, increíbles de APEGA o de la UNAC; cazadores, campeones de España, con corazón de León, como Ismael Tragacete, Vicente Silvestre, Rubén Fernández, Antonio Cloquell o Miquel Torné, también entre otros muchos… Personas, insistimos, que no dudan a la hora de luchar, en silencio –aunque a algunos no los calla nadie–, de forma incansable por colocar a esto en el lugar que se merece y debiera de estar.

Todos ellos… en contraposición, y por desgracia, a la tremenda algarabía de personajes –sería baldío ponerse a enumerarlos– que ‘a bombo y platillo’ se autoproclaman defensores inefables y adalides de la caza, cuando, en realidad, la están confundiendo, la han confundido, siempre, con el cazo. De tantos barros nos vienen estos lodos…

Esta publicación tiene bastante claro quién y cómo defiende lo nuestro…

A. Mata

 

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