Parece ser que la palabra “venado” viene del latín venatus -pieza de caza-, y origen en el verbo venor -cazar-, a su vez éste de ascendencia indoeuropea sobre la raíz wen, que significa esforzarse, buscar, amar.
Wen, este complicado fonema en castellano, pues como decimos es indoeuropeo, dio nombre también nada más y nada menos que a la diosa del amor y el erotismo, Venus, y a la palabra venenum -que en origen significaba “poción amorosa”- y por último también a la palabra venia -venia- que significa “gracia, favor, permiso, perdón”.
¡Ay si aunáramos el espíritu de todos estos vocablos y palabros en nuestro cazar de los venados y demases!
Ya lo decía Jenofonte, historiador, militar, filósofo y cazador griego (431 a.c. -354 a c.) en su Cinegético: “…sacarán provecho los que tienen afición a este ejercicio, pues procura salud a los cuerpos, perfecciona la vista y oído, retrasa la vejez y sobre todo, educa para la guerra”.
Obviando esto último de las guerras –o en su necesidad, dejemos las mismas para los profesionales del asunto, si es que los hubiere- ya lo han oído, ¡a cazar toca! que todo son beneficios, tanto personales como colectivos, tanto humanos como económicosociales. Pero ojo, ya si lo hacemos con responsabilidad, esfuerzo y amor, entonces estaremos cuadrando el círculo, tocando lo sublime.
De cara a la nueva temporada cinegética que nos espera, hagamos todos las cosas bien de una vez por todas, que de pillos y escarnios anda el mundo lleno. La recompensa tiene un sabor infinitamente más agradable. Seamos honestos y honrados en el campo, con los demás y con nosotros mismos. Denunciemos la hipocresía. Denunciemos las ilegalices y las injusticias. Defendamos lo nuestro con honor.
Todos a una, como en Fuenteovejuna, la de Lope de Vega. Por cierto, que ya voy teniendo ganas de acercarme a ver a su prima, a la que se escribe con “b” y está en el corazón de nuestra querida Sierra Morena, que esto de hablar de caza a uno le enciende el ánimo con suma facilidad y aquellas sierras y dehesas arrancan nostalgias y anhelos latentes hasta su evocación en estos momentos de hastío preestival.
Alea jacta est. Sí, pero. Sí, pero se pueden hacer las cosas bien o hacerlas mal.
Regular no vale, es de mediocres.
Hagámoslas pues bien.