Desde el pulpitillo

¿Que pasa con los zorzales?

Después de los primeros puestos de zorzales de este año, seguimos observando una disminución del paso de estas migradoras que tantos tiros sacan y tratamos en la mayoría de ocasiones de buscar explicaciones a su cada vez más baja presencia en nuestros campos.

   Vaya por delante que se han multiplicado exponencialmente los cazadores que ahora se interesan por esta avecilla, posiblemente por la ausencia de otras especies mejores que llevarse a la boca. Pero no creo que ahí esté el problema. Yo llevo cuarenta años tirando a los zorzales y su disminución en los pasos coincide con otras cuestiones que voy a plantear.

   Hay quien asegura que los aerogeneradores han hecho mucho daño en las aves que siguen sus rutas migratorias durante la noche. La fuerza de sus aspas al romper el aire, el sonido producido y los destellos de sus luces podrían obligar a los zorzales a modificar sus rutas cuando ya están –agotados- casi al final de su viaje. Tratando de evitar a los monstruos de tres aspas derivan su vuelo hacia el océano y allí acaban su viaje exhaustos y perdidos.

    Esta es solo una teoría por demostrar, pero tan válida como cualquier otra y si lo analizamos teniendo en cuenta el comportamiento esquivo de los zorzales ante el más mínimo movimiento, no resulta difícil imaginárselos esquivando esas filas de aerogeneradores que coronan muchas de nuestras cadenas montañosas, para terminar sobrevolando el mar.

   Desde que empezó su caza comercial, se produce una situación un tanto grotesca. La ley establece un cupo que en el caso de  mi tierra, Andalucía, es de veinticinco ejemplares por cazador y día. Es un cupo suficientemente alto y que justifica que un tirador mediano tenga que pegar por lo menos cien tiros para cubrirlo, con lo que ya la jornada sería suficientemente divertida. Pero el problema es que los organizadores de tiradas no recuerdan a los tiradores la obligación de respetar el cupo (muchos de estos tiradores proceden de otros países), y parece que la autoridad competente tampoco se preocupa mucho de vigilar estas tiradas. Eso si, como cojan a uno del pueblo que se ha colado por equivocación en un pájaro , un día que el hombre está dispuesto a celebrar por todo lo alto por lo bien que ha escapado, a ese lo crujen hasta los huesos.

 
     Lo de la caza comercial del zorzal podría ser motivo de debate. A mí me parece muy bien que un propietario de un coto que cuida los conejos con esmero durante todo el año, que tiene unos gastos de gestión, repoblación y guardería muy importantes, que desinfecta madrigueras, construye majanos, vacuna reproductores y se gasta una pasta en mantener una población estable en su coto, como el que invierte un pastón es distribuir bebederos artificiales por toda la finca, dispone comederos para las perdices, repuebla en verano y refuerza en octubre, mantiene dos o tres jornales durante el año al servicio del cuidado de la finca y sus perdices, cuando llega el momento puedan vender el producto de sus desvelos al precio que el comprador esté dispuesto a pagar.  Pero que el que tiene una finca de monte, donde no tiene que realizar ninguna labor a lo largo del año para mantener la continuidad de la entrada de un ave migratoria, se permita el lujo de construir una barrera de puestos que impiden llegar a las aves al coto del vecino y los venda a precio de orillo, como si las migratorias fueran de su propiedad y criadas por él, y además aconseje a su cliente no respetar la normativa en cuanto a lo que a los cupos se refiere para aumentar así la diversión y garantizar la venta el año próximo me parece, por lo menos, criticable.

    Pero en fin son cosas de la caza.  Ninguno está dispuesto a renunciar a su tajada, insisto, ya que se hace, por lo menos que se respeten las normas que son para todos, hasta para los que más pagan.

    También la venta de zorzales está expresamente prohibida, pero sin embargo hasta en internet se pueden encontrar ofertas, es lamentable la cara que le echan algunos y el poco control que se hace sobre ellos.

    Por otro lado, somos muchos los que pensamos que debería abrirse la veda un mes después y cerrarla también un mes después. De esta forma daríamos lugar a que el pájaro se aclimatara, asumiera comederos y dormitorios, se recuperara del viaje, ganara grasa para desafiarnos en su vuelo y su caza resultara mucho más divertida.

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