LA ESPERA
En la noche nos unimos como amantes
pese a tu esquiva respuesta a mis acechos
y con la luna bailamos en el monte,
pero en casta danza, sin contacto y besos.
Tu temor y cautela incitaban mi anhelo
y entre sombras y duendes sólo eras aliento
que rehuía mi esfuerzo y todo mi celo,
y el manto nocturno te hacía sólo viento.
Tus muchos requiebros tornaron costumbre
y nunca dejaste de rondar mi espera,
calentando mi ser mejor que una lumbre,
pese al mucho riesgo de morir en ella.
Mas llegó una luna con cien mil reflejos
que a traición las nubes dejaron sin velo
y por fin te tuve en línea a mis besos,
pero con mil dudas; si hacerlo o no hacerlo.
Fuiste mi pareja, mi amante secreto,
en tantas y tantas lunas de embeleso
que ya no hace falta cerrar esta historia
con tiro certero de luz venatoria.
Quede entre nosotros este amor de luna,
sólo consumado desde mi perdón,
sin otros testigos que estrellas que acunan
con la melodía del monte y de Dios.