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Su primer aguardo, por José Morales-Arce

aguardo jabalí
El primer aguardo de Carmen.

A las MAMÁS y a los PAPÁS nos emociona enormemente que a nuestros hijos les guste nuestras aficiones. Pero si hablamos de mamás y papás que les apasiona el campo y la caza, ver a nuestros hijos de orejas cuando se nos cruza delante del coche una res en un camino, o verlos emocionados y contentos montarse en el coche cuando les decimos «nos vamos a pasar el finde al campo», eso a nosotros nos llena de satisfacción, alegría y sobre todo de esperanza.

Nos da aún más fuerzas en los tiempos que corren, en reafirmarnos que la caza es algo natural, totalmente natural, que llevamos en los genes desde que el Homo erectus se puso en pie y comenzó a cazar para comer y por lo tanto sobrevivir.

Curioso, exactamente igual que hace muchos, muchísimos siglos después, cazamos como ellos, y de la caza seguimos aprovechando sus ricas y saludables carnes.

El necio simplemente reacciona a lo que en su momento el jefe de turno le inculca

El necio nunca se formula preguntas, simplemente reacciona a lo que en su momento el jefe de turno le inculca.

Si algún anticaza de hoy en día se parara a pensar, y sin ir muy lejos, que sus bisabuelos o tatarabuelos se apostaban o laceaba conejos para calmar su apetito, entonces, quizás, entenderían algo sobre quiénes son y de dónde vienen y, sobre todo, lo natural y humano que es cazar. Es más, todos y cada uno de los carnívoros y omnívoros del planeta tierra son cazadores. ¿Crucificamos al león por ello? ¿Quizás al oso o al lobo?

Somos cazadores y recolectores por supervivencia y, por lo tanto, instinto generacional.

La evolución, las granjas de ganado, de aves y los huertos industriales, poco a poco se han ido encargando de adormecer ese gen que nos hizo y nos sigue haciendo los primeros en la cadena alimentaria de la naturaleza como depredadores (solo a algunos).

NUESTRO PRIMER AGUARDO

Fue el primero con mi hija, y yo no la obligué. Que me caiga un rayo ahora mismo mientras escribo, si la obligué. Simplemente se lo propuse…, y ella contestó: «¡Vamos, papá!».

Sus genes están ahí, mamá cazadora y papá cazador, como todos sus antecesores, ambos amantes del campo y de la caza, y por lo tanto amantes y defensores de nuestra madre naturaleza. Emocionante y maravilloso para mí es ver, como mi hija disfruta de la misma forma de columpios, toboganes, o del fútbol con sus amigos del cole, como lo hace de igual forma del campo con su familia.

Cuantas veces he pensado y soñado con el primer aguardo junto a mi hija… ¿Cuántas? ¡¡Miles!!

No sabía qué edad elegir, ni en qué momento proponérselo.

Esa tarde, sin más, sin tener nada, absolutamente nada programado, ni pensado, la pregunté: «¿Carmen, quieres que vayamos esta noche hacer un aguardo al jabalí?». Su respuesta fue rápida: «Sí, papá».

No había nada preparado, fue espontáneo, tan espontáneo que mi hija en su maleta de fin de semana no tenía nada más que ropita de verano, bañadores y unas chanclas, por lo que tuve que meterla dentro del macuto hasta llegar al puesto para que no se pinchara con los afilados y secos cardos del verano.

Sin dudarlo un momento, preparé el equipo (doble equipo) y nos pusimos en modo caza ambos.

Qué difícil es narrar aquellos momentos… Miradas, gestos, inquietudes, preguntas, respuestas… aluviones de emociones teníamos ambos. Esa media hora, desde que salimos de casa hasta llegar al puesto, sinceramente es imposible de narrar. Eso quedará en mí para siempre.

Sé que a mi hija ni el campo ni la caza la va a hacer sufrir ni llorar

Mentiría si dijera que no intento inculcar el campo y la caza a mi hija. Lo hago porque sé que ni el campo ni la caza la va a hacer sufrir ni llorar. Es triste decir esto, pero es una gran verdad, y no quiero entrar en aclarar el porqué, argumentos me da y muchos la sociedad en la cual vivimos para hablar así.

Como amante del campo; respeto, amo, cuido y protejo la naturaleza sin peros…

Como cazador; respeto, amo, cuido y protejo a cada animal cinegético sin peros…

Admiración por el jabalí

Pero si hay un animal al cual admiro e idolatro, sin duda, es el jabalí. Lo admiro tanto, que cuando los abato, en muchas ocasiones me quedo a su lado durante minutos observándolos. Respeto absoluto les tengo. Son fuertes, inteligentes y, sobre todo, capaces de sobrevivir donde el mismísimo demonio pediría clemencia a Dios.

Y de todo esto y del jabalí, también le hablo a mi hija.

LA ESPERA, SU PRIMERA, Y TAL VEZ, TAMBIÉN LA MÍA

Esas casi cuatro horas maravillosas quedarán para mí, para ella, para la gran familia que somos todos los cazadores que, sin narrar ese aguardo, hasta el momento del abate, saben lo que viví.

Para mis amigos, familia y también y, cómo no, para él.

Él perdió, ¿se confundió? No, no se confundió, fue prudente a la hora de entrar al agua, dejando entrar primero al escudero, para después, media hora después, dar la cara a la charca con los aires en el hocico como aprendió hacerlo desde pequeño para ir saliendo victorioso y salvándose quizás de varios aguardos y de varias monterías a lo largo de sus años.

aguardo jabalí
Un guarro de muchas lunas, jabalí experimentado.

SIN DUDA ES Y SERÁ MI GRAN AGUARDO, el de ella no sé…, ella decidirá y valorará, si fue el mejor, el primero o el último

Este era un guarro de muchas lunas, jabalí experimentado, pero tuvo la mala suerte, que esa gran luna llena del pasado mes de julio quiso hacerle un regalo a mi hija, la pequeña Carmen. Y quizás Carmen gracias a ese regalo seguirá con la tradición familiar de buscar y dar caza a los listos y fuertes jabalíes. Sin duda, creo que será así. La atención que prestó, el silencio que mantuvo con tan solo cuatro años durante varias horas de aguardo, os aseguro que muchos aguardistas experimentados no son capaces de mantener. El abate del animal lo afrontó con valentía, pero, sobre todo, luego observé en ella el mismo respeto hacia el animal que siempre mantengo yo, su padre, y es que de genes va la cosa…

No seré yo quien obligue a mi hija a cazar, pero también os digo, me tendrán en frente todos aquellos que se lo prohíban.

SIN DUDA ES Y SERÁ MI GRAN AGUARDO, el de ella no sé…, ella decidirá y valorará, si fue el mejor, el primero o el último.

aguardo jabalí
El abate del animal lo afrontó con valentía, pero, sobre todo, luego observé en ella el mismo respeto hacia el animal que siempre mantengo yo, su padre, y es que de genes va la cosa…

 

Aprovecho su primera luna para pelear por ella, porque sea libre en decidir si quiere ser cazadora, o no

Nota: Algunos pensarán en que aprovecho esta, su primera luna, para defender lo que no entendéis. Pues no, aprovecho su primera luna para pelear por ella, porque sea libre en decidir si quiere ser cazadora, o no. Si decide ser cazadora, no hace ningún mal a nadie, simplemente sigue la evolución natural de los ‘depredadores’. Y así también, algunos ‘veganos‘ coman ricas y saludables carnes de caza mayor y menor en los mejores y más caros restaurantes del mundo.

Y si alguien busca alguna connotación política en este texto, he de decir que para mí es tan dictador y por lo tanto rechazable, el que prohíbe lo natural, de sentido común y sobre todo legal (como la caza), sea azul, rojo, morado o verde…

¡¡VIVA LA CAZA Y EL MUNDO RURAL!!

Y sin el mínimo miedo ni perjuicio, firmo este texto de nuestra primera vez, de nuestro primer aguardo bajo la luna llena del mes de julio del año 2023.

Su primer aguardo, por José Morales-Arce Escrivá de Romaní

 

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