Pluma invitada

De verde a cazadora

Solo tomó media hora y la dedicación de dos personas con la calma suficiente para abrirme los ojos y darme una nueva perspectiva en cuanto a la conservación a través de la caza. Siempre fui una conservacionista apasionada, «verde», como le decimos comúnmente.

Al entrar a la universidad en la carrera de biología encontré mi nicho inmediatamente, y empecé a hacer todo acto ecologista que se me ponía enfrente, desde ferias de información hasta quitarle las grapas a toda la papelería del departamento administrativo para que pudiese entrar sin problemas al programa de reciclaje de la facultad, e incluso una vez dedicamos un sábado a recoger todas los filtros de cigarro que los alumnos dejaban en el pasto de nuestras áreas de descanso. Y esto se fue volviendo un estilo de vida y mis objetivos se fueron incrementando, cada vez me volvía más intolerante y de opinión más dura contra las personas que no compartían mi pensar.
 
En mi desesperación por generar un cambio y vivir en armonía con las especies buscaba la manera de conservarlas, pero en mi mente, aunque conocía que la pérdida de hábitat es un factor crucial en la extinción de especies, no tomaba en consideración las causas de la fragmentación del hábitat. Yo quería encontrar a un culpable o a un villano al cual convencería de que sus actos eran equivocados. Para mi fortuna una convención de cazadores llegó a la ciudad de Monterrey, donde yo estudiaba.
 
Al abrir la puerta de entrada a la convención había una exhibición de animales disecados, la mayoría de África. En ese entonces yo no sabía lo que era un trofeo de cacería, así que para mí ese acto era alardear de un asesinato. Luego caminé examinando toda la convención buscando al culpable de esta matanza y encontré a los expositores de África del Sur. Con desconfianza me acerqué y resultaron ser personas muy amables, me invitaron a sentarme y me preguntaron qué me parecía la exposición. Yo sinceramente les dije que era horrible, que como podían estar satisfechos de matar animales tan importantes y tan hermosos y que qué tipo de persona hace un acto tan vil.
 
Ellos se tomaron su tiempo conmigo, tal vez sabían que era tan importante convencerme a mí como el vender su cacería a los posibles cazadores. Empezamos por lo más entendible, es decir, el precio de un trofeo y a dónde va el dinero, me explicaron que si ellos no hacían el esfuerzo por producir animales de calidad a través del buen manejo del hábitat su negocio no era redituable; de ahí inmediatamente (mientras yo calculaba cuantas hectáreas en México podría conservar con la venta de un león africano) ellos integraron a los guías locales y la retribución que existe a las comunidades, cómo los cazadores dejan dinero en la comunidad y ésta no tiene que volverse a la industria para sobrevivir.
 
Después de eso me explicaron los diferentes tipos de caza: la comercial, la de sustento, la deportiva y los cazadores furtivos. De esto yo tenía una noción muy vaga, y fue mucho más clara después de que me lo explicaron, yo juzgaba a todos los cazadores por furtivos y solo conocía lo que existía a mi alrededor. Todo lo que escuchaba de los cazadores provenía de las personas menos indicadas, personas que no eran cazadores, sino solo personas que poseían armas y no tenían respeto por sus presas.
 
En las siguientes semanas me puse a investigar, ya que no podía dar solo por sentado lo que me comentaron los expositores. Y sí, efectivamente, lo que me explicaron era cierto. Me di cuenta que había lugares en el planeta que casi terminan con su fauna silvestre, pero que gracias a personas visionarias y cazadores dispuestos a contribuir por la conservación de las especies se había logrado recuperar el hábitat para los ejemplares trofeo. Esto implica que existe un lugar para toda la flora y fauna que cohabita con estos, conservando no solo las especies que tienen un valor económico, sino todas las especies que viven en esas áreas.
 
A las personas les parece extraño que esté a favor de la cacería y que no haya cazado nada aún, y es un muy buen punto. Estoy a favor de la caza deportiva y sus esfuerzos por la conservación, la veo como una buena herramienta sustentable y he visto los beneficios que puede traer. Me he acercado al SCI, voy a cursos de caza responsable y trato de transmitir mi conocimiento a todo aquel que tenga curiosidad o dudas acerca de la cacería.

Creo que durante este tiempo empecé a tenerle respeto a los cazadores hábiles y de honor, aquellos que conocen bien de cacería. Ahora practico mis habilidades para que mi primera cacería sea una excelente experiencia y sea apreciada tanto por los cazadores como por los conservacionistas. Es una situación que nunca hubiera imaginado posible en mis épocas universitarias.

Alejandra Pena es consejera de la División de Manejo de Fauna Silvestre del Estado de Chihuahua (México)

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