Panorama montero

Y Riquelme triunfó en la frontera, en Carvalho, y Luis de la Torriente también

Y Riquelme montería
Y Riquelme triunfó en Carvalho, no fue el único.

Y Riquelme

CRÓNICA

Y Riquelme

La noche se venía irremediablemente encima, se daba por hecho que conformar el plantel de Carvalho llevaría su tiempo por las características de la mancha, entonces se acercó Jesús Riquelme a nosotros, –el cronista estaba de tertulia con Rubén del Sol y Luis de la Torriente–, “¿sabéis por qué hoy ha sido una gran montería? Porque nadie ha protestado, prácticamente todos contentos, y eso en abierto es muy difícil por bien que se de”, nos dijo.

Y Riquelme tenía razón…

Entre otras cosas porque prácticamente todos los monteros tiramos, y eso en abierto también es muy difícil.

Rondando Portugal

Anda esta temporada este cronista rondando Portugal, si Cilleros hace linde, esta vez no sólo el término municipal de Rosal de la Frontera linda con el país hermano, sino que la misma mancha de Carvalho lo hace.

En todo caso, paisajes fantásticos a un lado y otro, lo natural no entiende de fronteras.

Sol, sol de otoño bañando la fresca mañana en este inagotable océano de sierras, montes, dehesas… ibérico puro, mucha caza. ¡Qué bonita es España, y Portugal!

Riquelme dispuso, como suele ser su costumbre, un espacio amplio con nave y aparcamiento, en el mismo Rosal, desde donde se podían dar las migas, hacer el sorteo y dar salida a las armadas con comodidad y en orden.

Ya sabía de antemano de la presencia de Rubén del Sol, con el que, curiosamente, el día anterior compartí mesa y mantel y con nuestro amigo común Cesáreo Martín en el alcobendense Pabellón de Caza en un almuerzo de lo más agradable.

Nos quedamos sin cartuchos. ¡Pim, pam, pum! Tirascazo va, sartenazo viene.

Hablamos mucho, cazamos poco o más bien nada y comimos formidable, una vez más, en casa de Miguel Galán. Grandísimo cazador, por cierto…

Pero volvamos a la montería.

Y Riquelme montería
Alex, Luis, Pepe, Chema, Rubén y Nacho. Sol Montero Producción Audiovisual e Iberalia, equipos formidables de gente formidable.

Sorpresa agradabilísima

Completaban en esta ocasión el equipo de Sol Montero Producción Audiovisual, José García y José María Galán.

Pero la sorpresa agradabilísima fue cuando me encontré con Nacho de la Moneda, ¡qué ilusión más grande, hacía años que no coincidía con él!

¡Qué tiempos aquellos grabando recechos de jabalí en Ribera Alta o de boc en La Victòria!

Le acompañaban Alexandru Moraras y Luis de la Torriente, por si nos faltaba alguien para hacer -aún más si cabe- agradable la mañana.

Con Luis ya llevaba también un tiempo sin coincidir, desde febrero del 20 en la cercana Barrôco, ya en Portugal.

Y es que resulta que había también un equipo de Iberalia Go para grabar la montería. ¡Mucha expectación!

Juan Carlos Guillén echando una mano, como siempre, a Jesús Riquelme en el sorteo cuando decía «Si la mancha no cumple, el único responsable soy yo».

Sorteo

Como no podía ser de otra forma, saludé y charlé un buen rato con ese gran montero y buena gente que es Juan Carlos Guillén antes de echar una mano a su amigo Riquelme con el sorteo.

Serio y emocionado, Jesús tomó la palabra.

«Me gustaría dedicar esta montería a Manuel y Ricardo Venâncio que están pasando por un momento muy duro».

Como agradecido que es, Riquelme recordó con la voz entrecortada que comenzó con ellos en aquella Peña Montera Hispanolusa que tan grandes monterías dio.

‘Herdade La Galiana’ con Peña Montera Hispanolusa, 64 jabalíes entre 29 puestos en abierto

Hecha esa importante y emocionada mención, prosiguió…

«Si la mancha no cumple, el único responsable soy yo. La garantía global es de 40 machos y cochinos»

«Monteamos más de 1.200 hectáreas para 40 puestos, todos con amplios tiraderos naturales, no hay cortaderos».

Añadiendo que «tirad a las ciervas, por favor, que si no los perros se van detrás de ellas a la reserva biológica o a Portugal y allí no los podemos parar».

Ordenadamente y por armadas fueron saliendo los monteros, ya que, por sus características, la mancha es compleja de cerrar.

Como estaba tan contento y de cháchara, resulta que mi armada se tenía que ir y me estaban esperando.

Es la primera vez que me ocurre algo así, lo malo es que ya van varios ‘es la primera vez que…’.

Negro presagio.

Antonio Tejado, por ejemplo, en uno de los puestos más ‘normalitos’ se quedó con el venado y las tres ciervas que tiró.

¡Traca!

Camino del 10 de la traviesa de la Solana –el último puesto–, al parar para que se quedaran los compañeros, se escuchaban tiros por todos los lados.

Rubén se la jugó, y en vez de ir a un puesto escogido asegurando grabar lances, prefirió ir conmigo donde nos enviara la suerte, lo que ocurre que la mancha estaba tan cuidada y había tanta seguridad que…

Hubo un montero de nuestra traviesa que se despistó aún más que yo, y hasta que llegó a nuestra posición nos retrasó muchísimo, de tal manera que incluso se colocaron antes que nosotros las dos últimas traviesas.

Por eso, y aún sin soltar, ya se estaba tirando a modo sobre todo en los cierres.

Y Riquelme montería
Una imagen de Carvalho.

Carvalho es una mancha de la finca Alpiedras, que a pesar de tener 1.000 ha de una dehesa fabulosa, que estaba cargada de bellotas con una montanera impresionante, tiene muchos cabezos y recovecos, por lo que resulta difícil de montar, de montear y de cobrar las reses, además del gran rodeo que tienen que dar algunas armadas.

Y si ya se va con retraso por los despistes…

Llegamos al 10 y aquello seguía siendo una traca.

Una de cal y otra de arena

Y Riquelme montería
Era la primera vez que utilizaba el trípode…

La de arena. Día aciago para el cronista

El burro delante, para que no se espante. Hay días que es mejor no salir de casa.

No he negado nunca que la puntería no es mi fuerte, aunque uno tiene sus rachas, pero lo que me pasó en Carvalho más que un bache fue caerse por un precipicio.

Llegamos al 10 de la Solana y nos pareció a ambos un puesto magnífico, a Rubén para grabar y a mi para hacer una buena ‘percha’.

No se había soltado aún, pero se seguía tirando a modo.

Pasaron un par de rehalas en sus carros por delante de nosotros para soltar antes de llegar al puesto 9.

Andaban los rehaleros en el trajín de ponerse los zahones, las prendas fosforescentes, antes de abrir los portones.

Rubén estaba con el dron con la intención de grabar la suelta. El campo con las últimas lluvias se había cargado de verde y estaba guapo.

Cuando, de repente, apareció como salida de la nada una cierva bien hermosa por la izquierda, cuando me encaré para disparar vi el gabato y decidí no hacerlo.

Sin solución de continuidad un venado irrumpió en la escena, con solo una cuerna pero que valía por las dos.

Logré tranquilizarme y con la paleta en la cruz disparé, acusó el impacto –o eso me pareció– pero no cayó, acerrojé rápidamente, segundo, seguía corriendo tras la cierva y el gabato, ahora de culo y antes de ganar un arroyo apretado, el tercero, un ‘Texas’, ahora sí di por hecho que cayó.

Contento, cuando uno de los vehículos de las rehalas se volvió hacia el lugar de la recogida, con una sonrisa en la boca subí el pulgar en señal de «ya tengo el primero», pero, ¡hum!, tenía un mal barrunto…

Fotograma del cochino del ¡click!

¡Click!

Ahora por la derecha me cucó una cierva Rubén que volaba por la dehesa hacia el arroyo, a pesar de llevar el trípode que me regalaron hace años y que aún no había estrenado, no lo tenía claro y decidí no tirar, pero la cierva viró un poco a la izquierda vi una posibilidad…

¡Pum! Trasero. ¡Pum! A criar antes de que desapareciera para cruzar el arroyo. No era fácil.

«¡¡¡Adolfo, Adolfo… qué viene un cochino por los pasos de la cierva!!!» –Susurraba Rubén a gritos–, advirtiéndome que acerrojara.

Le miré cómo diciendo «no le pegaré a un cerro, pero siempre nada más disparar tiro de cerrojo…».

Era un jabalí grande, ahora sí le estaba sacando jugo al trípode, le llevaba perfectamente en el visor, y en un instante que desaceleró un poco el trote cochinero con la cruz delante de la jeta, apreté suavemente el gatillo y ¡click!…

¡No había sacado el casquillo! Pues eso, que me quedó cara de tonto, a cada cual se le queda cara de lo que es.

Era un lance difícil, incluso más que el de la cierva que acababa de tirar, pero la experiencia y la intuición cinegética que aún creo que no me ha abandonado, me decían que hubiera acertado.

Y Riquelme montería
Fotograma del cochino del ¡crac!

Y de remate… ¡crac!

Como suele suceder el tiroteo se tranquilizó antes del arreón final, aunque desde donde estábamos no escuchábamos los disparos de toda la montería ni mucho menos.

Parecía que otra vez se empezaba a animar el cotarro cuando un chasquido a nuestra espalda nos puso en guardia. Y otro seco ¡crac!… Y ¡crac!

Rubén me hizo señas inequívocas que ya lo estaba viendo, tranquilo esperé que bajara un poco más para que ganara mi campo de visión, ya que una gran encina me impedía verlo.

Y bajó, a cámara lenta, pero bajó.

Asomó el cochino con parsimonia, como diciendo «señor Sanz, cáceme usted, sea tan amable», no era como el del ¡click! pero tampoco era chico.

Pero cuando uno está con la pájara, con la misma parsimonia con la que asomó el jabalí, y poca fe, me eché el rifle a la cara. ¡Pum! y ¡pum! Verdes las han segado… Este sabía casi de antemano que se me iba.

El 10 de la Solana visto por el dron de Rubén.

En casa de A.N.G.

Pocas veces he tenido un cochino más fácil, pocas, quizá unos días atrás en casa del buenazo de A.N.G., un tipo formidable y gran amigo, que invitó a la montería de su finca a familiares y amistades, con aquel verraco de más de 100 kg que se venía a saludarme, y con el visor a 4 aumentos lleno de cochino fui a dar al único e ínfimo agujero que había.

“Le ha dado usté un tiro perfecto fuera del cuerpo, jefe”, que diría Francisco el que fuera guarda mayor de Ribera Alta.

Quizá fue ese fallo garrafal fue el que me descentró.

Por si faltaba algo, fuimos a por el ‘unicornio’ mañanero, y ni gota de sangre. No estaba ni en el cauce del arroyo ni tras este, además parecía que había subido una corta aunque pronunciada pendiente.

Movimos Roma con Santiago, nada.

Una lástima, porque tenía una cuerna tremenda y con muchas puntas. Escribiendo estas líneas, sigo estando seguro que lo enganche, pero…

Y me da mucho más coraje la posibilidad de haberlo dejado herido que haberlo fallado.

¡Yaya bolo que me marqué! ¡Click! ¡Crac! ¡Pim, pam, pum!

¿A que no han leído por ningún lado ‘excusas’? Es que no las hay, me podía agarrar a ser la primera vez que llevaba el trípode, solo que al venado, por ejemplo, le tiré a pulso. Lo dicho, sin excusas.

A todo esto, ya era muy tarde, la traca final fue de órdago, presagio de un gran plantel, pero daba la sensación de que la montería había quedado como inacabada… más adelante les cuento.

Y Riquelme montería
Luis de la Torriente, máximo respeto ante el gran venado recién cazado: sentimiento, emoción e intensidad. Foto Alex Moraras

La de cal. Impresionante puesto de Luis de la Torriente donde cobró el venado de su vida

De recogida pasamos por el puesto de Luis, su sonrisa y la de Alex le delataban. ¡Vaya puesto, y bien aprovechado!

Cortó el paso a dos venados –y otro que remató–, un cochino y dos ciervas.

Uno de los venados, un precioso 14 puntas, que según me confesó el amigo: «Adolfito, es el venado de mi vida».

Siendo un gran venado, Luis los ha cazado más grandes, y cuando iba expresar mi sorpresa, su relato me lo aclaró.

«Entró como a sesenta metros, se vino hacia nosotros, no le tiré dejándole que se acercara más, se tapó y apareció a no más de diez metros con intención de envestir con la cabeza agachada y las cuernas por delante, como un Miura, menos mal que le pude parar, por eso es el venado de mi vida».

Es que Luis no es un cazador que mide los trofeos por puntos, los mide por sentimiento, emoción e intensidad del lance.

Y ante ta increíble lance, según se produjo, nada pudo hacer la cámara de Alex, pasaron un momento realmente apurado, aunque muy emocionante.

Después, está esa cara amable de la caza y que tan bien expresa Luis en las redes sociales con su ‘wild Spain’, y que yo creo que nos beneficia mucho, esa fotografía de respeto, diferente, sugerente…

Y Riquelme montería
Mucha satisfacción entre los monteros.

Y Riquelme tenía razón, triunfó en la frontera, triunfó en Carvalho

Como no podía ser de otra forma, del Sol Montero –qué bien puestos tiene los apellidos el tío– y yo nos perdimos camino del cortijo de Alpiedras, donde se comería y donde se expondría el plantel.

Ahora más tranquilos, y ya comidos, intercambiamos cromos con Luis, él nos relataba con emoción lo que ocurrió en su puesto, nosotros igual, pero con desolación, aunque, eso siempre, con una sonrisa en la boca.

Jesús atendiendo a las cámaras de Iberalia y de Sol Montero Producción Audiovisual.

Empezaba a hacer frío, y entonces se acercó Riquelme y nos preguntó “¿sabéis por qué hoy ha sido una gran montería?”…

Tras contestarse a sí mismo, nos dijo que tuvo que parar la batida, la montería había cumplido de sobra y, gracias a Dios, había que recoger mucha caza.

Y de nuevo tenía razón.

Además, la caza se repartió muy bien, prácticamente todos los puestos tiramos a venados, cochinos o muflones, sin contar las ciervas.

Si no llega a ser por los inoportunos despistes mañaneros.

La formación de un mínimo plantel llevaría mucho tiempo, había armadas que después de recoger todo lo cazado, tenían un larguísimo camino hasta llegar al cortijo.

Claro que se puede cazar menos terreno y con más puestos, la finca se presta perfectamente a ello, pero una de las señas de identidad de Monterías Riquelme son puestos al poder ser de amplio tiradero, en lo posible naturales y muy lejos unos de otros. Una cuenta 1.333÷40=33,3, esto es, 33,3 hectáreas por puesto. Pues yo lo prefiero a 400÷40, que es otra opción perfectamente válida y se puede hacer perfectamente.

También hay que decir que cada mancha tiene sus características, y no siempre se puede ni se debe montear tanta extensión con tan pocos puestos.

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Mario Almeida, un excelente cazador, con el viejo y gran venado que cobró.

Un gran plantel

Hicimos buenas migas con un gran cazador portugués, Mario Almeida, que había cobrado un venado con solo 11 puntas, pero espectacular, muy largo y con muchísimo grosor en las rosetas. Sin duda ninguna viejo y venido a menos.

José Vega cobró un venado muy bonito, aunque tiró bastantes más, estaba muy contento y satisfecho, no es para menos.

R.M. emuló al cronista por exceso, 36 detonaciones después no cobró nada, de tal manera que hizo un 36-0 por un 7-0 del que firma la crónica.

José Vega, a la izquierda, con su cofradía de amigos.

El montero que cazó el muflón sufrió otro click. Le cumplía a un collado de cierre una pelota muy grande de carneros, el mejor macho encabezaba la comitiva. La idea era darle caza al asomar y después que el resto se repartiera por la mancha.

Dicho y hecho, asomó la gaita al collado el gran muflón y ¡click! Salieron todos arreando, acerrojó y pudo quedarse con uno medianejo en pleno tumulto, pero no se volvió ni uno, todos se vaciaron.

Ya era de noche, poco a poco iban llegando los carros con la caza, hasta completar un plantel digno de exposición con 32 venados, 30 cochinos, con siete navajeros, y un muflón.

También se cobraron bastantes ciervas.

El equipo de Riquelme trabajaba a destajo para presentar el plantel como se merecen las reses abatidas y una montería de esa categoría.

No se tiene en cuenta lo cobrado al día siguiente.

Por todo eso triunfó Jesús Riquelme, pero su mayor triunfo con diferencia, por ahora, lo tenía su mujer Alba en brazos, se llama Thiago y es un bebé guapo, saladísimo y risueño.

Y a Riquelme se le caía la baba. Normal, no es para menos.

Una crónica de Adolfo Sanz Rueda

Fotografías Adolfo Sanz, Rubén del Sol y Alex Moraras

GALERÍA FOTOGRÁFICA

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DATOS DE LA MONTERÍA

Y Riquelme

OrganizaciónMonterías Riquelme

Fecha: 6 de noviembre de 2021

Finca: Alpiedras / Finca abierta Mancha: Carvalho

Hectáreas monteadas: 1.333

Término: Rosal de la Frontera, Huelva

Puestos: 40 / Venados, jabalíes, muflones, gamos y ciervas sin cupo / Rehalas: 26

Venados: 32

Jabalíes: 30 (7 navajeros)

Muflones: 1

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