Después de esta abrumadora actualidad sobre el futuro de la actividad cinegética, retomamos la senda montera.
Pronto tendremos nuevas y agradables sorpresas sobre nuestros Premios Caracola, mientras tanto publicaremos las crónicas de la pasada temporada que aún nos quedan en el tintero, pensando ya en las nominaciones.
CRÓNICA
A José María Tornell, que, sin llegar a conocerle, debió ser un buen tipo, solo había que ver la cara de sus amigos ante su injusta e inesperada ausencia
El caso es que el pasado 19 de febrero tenía hasta 5 ofertas –todas muy tentadoras– encima de la mesa para ir de montería.
Escogí por riguroso orden de compromiso, por la pandemia no pude asistir en la 2020-2021 a El Lituero, y bastante antes del 20 de febrero de 2021 –cuando se monteó–, adquirí el compromiso con José Vicente Pérez Mataix para ir a la montería de la siguiente temporada.
Sobre José Vicente Pérez Mataix y su cabeza muy bien amueblada
Ya les relaté en la montería de 2020 el carácter detallista de José Vicente, su extraordinaria organización y su preocupación por la seguridad:
«José Vicente Pérez Mataix tiene la cabeza muy bien amueblada. Se atrevió a organizar la montería en la finca El Lituero, lindera a la suya, solo como él lo sabe hacer: a la perfección.
José Vicente estaba nervioso.
Nervioso no por el posible resultado, ya que no se podía haber trabajado más y mejor para que todo saliera bien, estaba nervioso porque le preocupa en exceso la seguridad, a pesar de tener todo bien atado en este sentido.
Estrictas y clarísimas normas de seguridad, tanto por escrito a cada montero como en la alocución anterior al sorteo.
la mesa del sorteo se situó en un lugar estratégico para poder ir dando salida ordenadamente a todas las armadas.
Tras la normas, y aclarar una curiosidad, “Puede haber algún venado o muflón en la mancha, bajo ningún concepto se pueden tirar”, José Vicente dio paso al sorteo.
Todo estaba perfectamente estructurado, se sortearía por armadas».
Esas palabras de 2020 son perfectamente validas para 2022, solo que José Vicente esta vez estaba triste, muy triste.
Sobre El Lituero
De igual manera, también de aquella crónica podemos extraer las características del monte a cazar:
«Esta mancha de El Lituero se adapta perfectamente a la definición de paisaje del Campo de Montiel de Albacete: “suaves cerros, frondosos valles y tierras coloreadas”.
Monte normalmente bajo, predominio de encina, chaparral, aunque hay cierta variedad de matorral, con incluso pies de enebro.
El de El Lituero es un monte generalmente cerrado, aunque zonas donde ‘respira’ algo más. Buenos encames y defensa para los guarros.
Las 700 hectáreas que se cazaron los eran de monte y barbecho, este se distribuye sobre todo en el ‘vallejote’ central un tanto irregularmente, con islas de monte y tiras de este que unen las manchas».
Poco que añadir, que no es la mancha típica de montería, y aquí los cochinos en costumbres y querencias se adaptan a este hábitat.
Tristeza
Déjà vu. Todo era un calco a como fue dos años antes.
Faltaba mi amigo Pablo Pando, que esta vez no pudo acudir. Estaba nublado también, aunque el frío sustituía a la ligera lluvia del 20.
Se agradecía la candela.
Pero sobre todo, echaba de menos el entusiasmo contagioso de José Vicente, poco tardé en saber lo qué pasaba: “Que disgusto más enorme tengo, Adolfo, ayer falleció inesperadamente un amigo de los de nuestra peña de siempre que hoy tenía que estar aquí, José María Tornell”…
Era imposible ya suspender, con tanta gente involucrada y todo preparado…
Se le puso un nudo en la garganta a José Vicente al recordarle nada más comenzar a dar las normas, y por las caras de abatimiento que se veían, José María debía ser muy buena gente y muy querido…
Se cazaba algo más de terreno que en otras ocasiones, 750 ha, para 76 puestos y 20 rehalas escogidas.
Esta temporada más puestos en torretas, 44, velando por la seguridad.
Excelentes torretas que José Vicente manda hacer ex profeso para la montería.
Todos los puestos ‘súper señalizados’ y con su larga banderola para que se vieran perfectamente entre vecinos.
Escogido, también, fue el catering Cristina, con el que coincidí la pasada temporada en monterías de mucho tronío.
Expectativas por todo lo alto
Comenzó el sorteo, pidió José Vicente con su inseparable altavoz a un niño que dijera un número “del 1 al 76”, “el 7” dijo el crío.
“El 7, Adolfo Sanz”.
Qué curioso, algo que no me había sucedido nunca en tantísimos años monteando, me pasó dos veces seguidas en la 2021-2022, sortear el primero, en este El Lituero y posteriormente en lo de Cristóbal de Gregorio.
También curiosamente, sí que me ha pasado varias veces tener que conformarme con la última tarjeta de puesto disponible.
Tenía que coger una de las tarjetas de la primera armada de cierre en salir, El Chozo, saqué el número 4, uno de los pocos sin torreta.
Después de todo lo contado, decir que las expectativas estaban por todo lo alto.
Mucho trabajo con mucho ahínco, prácticamente 5 meses. Melones, maíz, las cámaras-trampa que delataban mucha cantidad y calidad, bañas, muestras, todo levantado, la preparación de las torretas, la señalización…
A pesar de todo esto, es muy difícil vaticinar sobre los jabalíes que se pueden abatir, depende de tantas cosas…
Pero si nada se torcía, los 60, 70… y yo les digo que conociendo a José Vicente, y en su fuero interno, seguramente estaba convencido de que serían más.
Además, este monte, de siempre, da un alto porcentaje alto de buenos navajeros con algunos medalla.
Y más estando tan cuidado y cazando cochinos única y exclusivamente en la montería anual.
Pero, aunque… una parte del maíz de la mancha, estaba sin tocar en la última inspección llevada a cabo…
Pero, aunque… (I)
El Chozo es cierre porque cierra –valga la redundancia– una parte importante de la mancha, sin embargo la armada como tal es de traviesa, ya que a su espalda hay una extensa e irregular franja de monte que también se caza y en la que no se colocan puestos (ver plano).
El 4 me pareció un paso magnífico, con tiradero y muy seguro, pero…
Era una de las zonas donde los cochinos no habían tomado el maíz en los últimos días.
Además de estar aireando a la parte principal de la mancha, aunque no se perdían las esperanzas por la gran franja de monte a la espalda de El Chozo.
Frío, día muy desapacible, con mucho viento, que es lo peor para montear.
Por si faltaba algo, tenía la sensación interna que posible y desgraciadamente habían chanteado la mancha. Intuición montera.
La montería
Al poco de soltar, una ladra preciosa se remató en lo que presumí certero disparo, como en el 1 o 2 de mi armada, no pude precisar más.
Se escuchan algunos tiros lejanos, pero estaba claro que allí no había los cochinos de hace tan solo unos días.
Dada la estructura y extensión de la mancha, desde el 4 de El Chozo no podía escuchar todos los disparos.
Trabajaban bien las rehalas, perfectamente organizadas las sueltas y los tiempos de batida, pasó primero la mano de la parte principal de la mancha. Obviamente, y tras lo ya comentado, no se arrancó nada echando tantísimo aire como echábamos…
Poco después, con la mano contraria, también venían cazando muy bien las rehalas por nuestra espalda, donde tenía alguna esperanza de que se arrancara algún guarro al no airear, no hubo suerte, ni a la vuelta.
Eché cuentas, y me dije, joroba, a pesar de todo José Vicente por lo bien que hace las cosas lo mismo ha salvado los muebles y se pueden haber cobrado 12-15 cochinos…
Algo más que salvar los muebles
Desencanto, era quizá la palabra justa al llegar a la junta, aunque por encima de todo estaba la ausencia de José María Tornell, que pesaba mucho sobre todo en los más allegados a la casa.
Tanto trabajo, tanta ilusión… y lo peor es que El Lituero estaba de dulce, muy de dulce.
En una temporada de enormes monterías de jabalí en abierto, pero enormes, hubiera brillado con luz propia.
Pérez Mataix continuaba triste, la inesperada falta del amigo.
Un cortador y su ayudante, recibían con platos del jamón a los monteros al llegar a la junta, la comida de lujo. Todo marca de la casa.
El cronista llegó pronto y pronto satisfizo su inusualmente escaso apetito.
Me había destemplado y tenía más frío que otra cosa, por lo que me dediqué a algo que me encanta, revivir una candela.
Mientras, visitaba con frecuencia ese escenario que José Vicente y su equipo preparan con tanto esmero para la foto con el plantel final.
Daba por hecho que pronto estaría toda la caza presentada. Pero, aunque… (esta vez para bien).
Algunos monteros ya habían comido, y se acercaban a la lumbre, apetecía.
Poco antes de las 17, hilé la hebra con un par de ellos al amor del fuego.
–¡Qué lástima!, con la ilusión y trabajo que había puesto José Vicente en esta montería –comentó uno.
–Pues a pesar de todo ya han bajado 16 cochinos, y hay 3 navajeros –le contesté.
–¡¡¡Cómo!!! ¿16? ¿Dónde están?
–Ahí mismo, nada más doblar esa esquina. –Marcharon con presteza a la exposición del plantel–.
¡Sí, 16!, más de los que yo predije desde ‘el aireado’ nº 4 de El Chozo.
Y 3 navajeros, con 2 muy majos, especialmente uno, para llenar más que bien una tabla.
Pero, aunque… (y II). (Para bien)
Pues se habían salvado los muebles muy dignamente, porque el chanteo de la mancha estaba más que confirmado.
Iban saliendo los monteros del comedor, y José Vicente reunió ganas para hacer la foto del plantel.
–¡Foto del plantel, vamos!
Se montó rápido toda la parafernalia y quedaron hechas las fotografías, cuando alguien dijo:
–¡Si quedan los cochinos de algunas armadas por venir!
En ese momento apareció otra pick-up con caza. ¡5 más! A recomponer toda la parafernalia fotográfica. Eran las 17:45.
Además, venía otro navajero muy curioso y muy grande de cuerpo y 1 navajerete.
Una vez retirado el personal para la segunda tanda fotográfica, ¡llegó la ‘pick-up escoba’ con otros 5 jabalíes!
Lo que pasa que no eran grandes y ya no merecía la pena volver otra vez a montar todo por tercera vez, además comenzaba a llover.
Con la cabeza muy alta
Al final se formó un plantel de 26 cochinos, con 5 navajeros, cumplidos de cuerpo, sobre todo uno, pero más chicos que 2 jabalinas extraordinarias, de más de 100 kg y con unas defensas muy curiosas para ser hembras.
Algo se alegró el cotarro.
Increíble, José Vicente Pérez Mataix y su equipo lograron exprimir al máximo las posibilidades de la mancha después de todo lo ocurrido.
Pero José Vicente estaba desencantado, había puesto mucho encima de la mesa.
Todo ello unido al palo enorme de la ausencia tan reciente del fiel y buen amigo.
“No, Adolfo, la temporada que viene no la doy, va a descansar por lo menos un año”.
Oscurecía, la tarde gris metida en agua, aunque pude hacer aún parte del trayecto de vuelta con luz.
Entonces, recordaba que, justo unas horas antes, en esa misma carretera, en el viaje de ida, en mi fuero interno daba por hecho que se cobrarían más de 100 jabalíes…
Ese era mi ‘secreto’.
Conociendo como conozco a José Vicente, con todo lo que había trabajado, con la ingente información de todo tipo enviada, había llegado a ese convencimiento.
Por eso este hombre tan capaz no se merecía esto, aunque podía despedir el día con la cabeza muy alta. Ojos vidriosos pero cabeza alta, conciencia tranquila.
Crónica y fotografías de Adolfo Sanz Rueda
DETALLE DE LOS 3 NAVAJEROS GRANDES
DATOS DE LA MONTERÍA
Organización: José Vicente Pérez Mataix
Fecha: 19 de febrero de 2022
Finca: El Lituero / Finca abierta
Hectáreas monteadas: 750
Término: Lezuza, Albacete
Puestos: 76 / Sin cupo / Rehalas: 20
Jabalíes: 26 (5 navajeros)