Retornamos al Muralha para el desayuno, de la misma forma que el día anterior sorteamos rápido, pero había una niebla cerrada, por lo que demoramos la salida de las armadas esperando que el sol abriera la cortina de nubes, pero le costó su tiempo.
En el sorteo dictamos las normas, se hizo rápido pues éramos pocas posturas y los monteros fueron respetuosos.
Esto es caza en abierto
Felipe (que es el guarda) se portó como un jabato.
Además comentar que teníamos unos puestos que eran preciosos en unos collados, con amplio tiradero a diestra y siniestra, largos, que por ser tan amplios tienen el inconveniente de no saber que parte es preferible dominar, con el hándicap que entonces es cuando el montero debe cazar, aquí no hay medianerías, esto es caza en abierto.
Quizás esto es lo diferente, aquí los puestos se ayudan, hay compañerismo, que sí, que sabemos que siempre hay una armada que airea, lo cual es necesario para que los demás tiren.
Se decidía no retrasar más la salida hacia las posturas, los postores iban cumpliendo el horario, ese día ante la baja de uno de los puestos le decimos a Carlos que su hijo ocupe una postura cercana a la suya.
De morralero…
Un despiste de un amigo montero y, porque no decirlo, también mío, me obligó a modificar mis intenciones para la montería, pues me vi obligado a solventar un problema de última hora, con lo que al final hice de morralero en el puesto de mi primo Luis, debido a que no llegaría con tiempo al punto desde donde quería dirigir las rehalas, y sin embargo desde esta postura podía manejar las recovas que iban en mi mano.
Cuando se juntaron las recovas aquello se convirtió en una fiesta
Dicho y hecho, en un principio con la suelta se sucedieron las ladras pero no los tiros, y es que los cochinos tiraban barranco abajo, buscando la salida de la rivera del Vascao, no había problema, estaba bien cubierta, pero además en ese punto confluían las otras sueltas, entonces cuando las rehalas se juntaron allí, aquello se convirtió en una fiesta, los puestos de la armada que colocamos enfrente provocaron un tiroteo contundente, a la par que continuo.
Una jugada de campeonato
Debajo, en un gran barranco central, teníamos un puesto al que le pasó un cochino por un pelado que tenía por encima, pero que el montero no lo pudo ver por hacer una vaguada el terreno, con lo que perdía la visión del claro.
Luis me dijo que simplemente con ver la jugada del cochino merecía la pena el cazar en aquella zona, y ciertamente que es fue una jugada de campeonato, ¡cómo buscan las salidas los viejos cochinos!
Josefo una garantía
Vimos a Josefo con sus largas piernas, demostrando que batiendo el monte se disfruta y mucho, de modo que al llegar a unos zarzalones consiguió sacar dos cochinos a los que sus podencos no los dejaban descansar, los acosaban para llevarlos a las posturas, y tanto lo hicieron que uno de los cochinos decidió acularse y presentar batalla a escasos metros del puesto, después de una larga carrera, al final Josefo llegó empuñando el cuchillo, rematando al guarro en el agarre. Exhausto por la carrera, tuvo que descansar unos minutos para reunirse con la línea de los perreros.
La jornada avanzaba y tan solo quedaba el remate.
Josefo descansaba unos minutos cuando Jerónimo le dijo que tomase un poco de aire pues se había portado como un jabato.
A lo que respondió «no me puedo quedar mucho aquí, que los perros han dado de nuevo con los cochinos», en ese instante saltó internándose en el monte para ir al remate de otro cochino.
Un arocho cumple al puesto de Luis
En nuestra postura, una ladra, de esas largas, corridas, rítmicas iba en aumento poco a poco, le dije a Luis que parecía que se dirigía hacia nosotros, asintió.
Vimos los perros que venían con la ladra, un podenco de pelo corto, colorado, y un mil leches, pelicerdeño de esos que no pierden la presa, entonces Luis rápidamente lo vio, era un cochino, me dijo que no era grande, y le dije que tuviese cuidado que los cochinos aquí engañaban que son muy arochos.
Estaba apuntándolo cuando se tapó con unas carrascas, pero volvió a salir unos metros más arriba, con todos los nervios, de esta forma sin perder el objetivo, consiguió meterle en la mira apretando el gatillo. Al estruendo del tiro el cochino cambió de dirección, ya no subía y sin embargo faldeaba. Por otra parte, Luis con un rápido movimiento subió una bala a la recámara, apuntando con cuidado, templó los nervios, como experto montero, cuando se produjo la detonación el cochino rodó por la ladera hasta encajarse un pino.
Un tremendo «¡olé tus narices, qué buen tiro!» salió de mi boca antes de fundirnos en un abrazo.
Así se le mata la caza a esos dos perros de bandera.
Excelente media, más de un cochino por puesto
El resultado final fueron 19 cochinos (uno agarrado por los perros) en el tapete, un ratio de abate de 1,2 por puesto.
Carlos y su hijo Ezequiel se quedaron con tres cochinos y dejaron otro herido.
Otro puesto digno de mención fue el de José Palma, según se estaba poniendo un piaron de quince cochinos se vació sin poderlos tirar, posteriormente le entró una piara con menos ejemplares y se quedó con tres.
Hubo un puesto de seis cochinos, los dos de tres ya comentados, también puntuaron, entre otros, Teodoro, Carlos, Antonio Luseiro y Paco Asenjo, y es que algunos de los monteros tiran de forma tal que lo difícil lo hacen fácil.
Resumiendo, se tiraron un total de 33 cochinos para presentar un tapete final de 19, con el ya comentado que cogieron los perros.
Es cierto que hubo una postura que tiró ocho jabalíes, otra que tiró seis, otro montero tiró cinco… los cochinos se concentraron en la misma huida, pero así es el mundo de la caza en abierto.
Una crónica de Tomás Cortés Sánchez (Monterías Internacionales)
DATOS DE LA MONTERÍA
Organización: Monterías Internacionales
Fecha: 9 de diciembre de 2023
Finca: Colgadeiros / Mancha abierta: La Muela
Hectáreas monteadas: 550
Localidad: Mértola, Distrito de Beja, Alentejo, Portugal
Puestos: 15 / Sin cupo / Rehalas: 8
Jabalíes: 19 (2 navajeros)