Panorama montero

Las Laderas, peculiar y divertidísima montería de Juan José Jiménez y la SCP Las Montesas

de Juan José Las Laderas
Juan José Jiménez y la SCP Las Montesas ofrecieron una divertidísima montería en Las Laderas, dentro de un magnífico ambiente.
Abajo, José Miguel y José Cabrera con Juan José y el buen venado que cobraron.

de Juan José Las Laderas

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de Juan José Las Laderas

Tengo que arrancar pidiendo disculpas, distintas circunstancias personales han acrecentado mi lentitud para escribir, disculpas a Juan José Jiménez, a la familia Palomo Aranda y a Ildefonso Núñez, van las crónicas pendientes.

CRÓNICA DE LAS LADERAS

JUAN JOSÉ JIMÉNEZ GESTOR GINEGÉTICO Y SOCIEDAD DE CAZADORES Y PECADORES LAS MONTESAS

Juan José Jiménez Morandeira es un jabalí, es una cabra y también es el macho montés, es el venado y la cierva, es la perdiz, el corzo, el zorzal y es el zorro… Pero, hombre, ¿cómo puede decir eso del amigo? Se preguntará usted con razón, amable lector.

Me refiero a que piensa como un jabalí, como una cabra, como una perdiz… piensa como la caza.

Y si hay un reto cinegético –y me atrevería a decir de cualquier tipo–, búsquenlo ahí…

Es un estratega que lee perfectamente lo que la mancha puede ofrecer.

Camino de Villanueva del Rosario

Vamos al tajo, o mejor a Villanueva del Rosario.

El viaje desde Madrid largo –prácticamente 500 km– pero cómodo a la vez, autovía de puerta a puerta, a la puerta del hotel El Cerezo.

En El Cerezo se realizaría el sorteo, además allí podría pernoctar y cenar, algo que hice opíparamente.

Mientras me establecía llegó Juan José, que había ido a buscar a su hija María José que cursa estudios de Ingeniería Agronómica en la Universidad de Sevilla.

María José, además de ser una cazadora descomunal para su juventud, no descuida su formación y, lógicamente, es a lo que ahora da prioridad.

de Juan José Las Laderas
Juan José Jiménez y José Manuel Gamboa, presidente de la SCP Las Montesas.

Sorteo la noche anterior

Juan José no estaba todo lo conforme que se pudiera esperar, bien que le van los retos, pero tiene que tener todo absolutamente controlado, y a pesar de lo cercano de la mancha a El Cerezo, tres armadas de cierre deberían salir muy pronto para cerrar los escapes lo antes posible, y era la primera vez que hacía un sorteo en la víspera, la noche anterior.

Menos mal que esta vez cazaba con la asociación de Villanueva del Rosario, Sociedad de Cazadores y Pescadores Las Montesas, que disponen de gente muy capacitada, que sabe mucho de caza y campo, además de conocer el terreno como la palma de la mano y las costumbres de la caza allí.

¡Qué buena gente hay en España! ¡Cómo me trataron sin conocerme de nada!

El presidente de la Sociedad, José Manuel Gamboa, otros cargos, como Manolo Minuto, Manolo Miroca o Paco Catalán.

O el que resultaría postor de la armada que me tocó en suerte, Javier.

Juan José con Manolo Minuto (izquierda) y Manolo Miroca.

Era necesario

Era necesario sortear la noche anterior porque las tres armadas citadas tenían que estar en El Cerezo a las 7:00…

Aunque precisamente eso no le acaba de cuadrar a Juan José, ya que era muy temprano y algún montero se podía retrasar, además que no todos iban a estar presentes en el sorteo, y a los que no estuvieran presentes había que comunicarles por teléfono uno a uno una vez finalizado éste la armada, el puesto, el postor y a la hora que debían estar en El Cerezo, y eso llevó su tiempo.

Los cazadores de la sociedad no tuvieron en general problema alguno por asistir al sorteo, pero otros, que venían de parte de Juan José desde localidades más lejanas, prefirieron ir directamente a la salida de su armada por la mañana.

Al final todo salió a pedir de boca, y no hubo problema alguno.

La tarjeta del puesto con las indicaciones.

Salida de las armadas

Con tanto trajín y kilómetros encima, preferí la opción de un puesto de no andar.

La suerte quiso llevarme al nº 2 de la armada del Alemán.

Los mismos postores eran quienes apuntaban en la lista durante el sorteo el nombre de los cazadores correspondientes a su armada.

El postor del Alemán, Javier, no me pudo causar mejor impresión.

Me comentó que «el 2 me gusta especialmente», muy ilusionado me fui a descansar.

Nuestra armada estaba citada a las 8:00 horas, pero me dio tiempo a disfrutar del magnífico desayuno ya que era de las últimas en salir.

Prácticamente todos los puestos de las armadas citadas a las 8:00 eran de traviesa.

Escalonadamente Juan José fue dando salida de manera ordenada a las armadas con su postor allí presente.

Hacía bastante frío, a pesar de que la tarde anterior fue primaveral y el día apuntaba a lo mismo. Almendros en flor.

Aunque justo en la montería del año pasado el termómetro marcaba -7 ºC a esa misma hora.

Antes de salir, ya comunicó Juan José que estaban tirando en la armada del Río.

Precisamente esta fue otra de las circunstancias que motivaron el adelanto del sorteo a la noche anterior.

La pasada temporada la mancha estaba literalmente sopada, sobre todo de cochinos, y a pesar de citar a los monteros a las 7:00 de la mañana para sortear, mucha caza se vació colocando los cierres, situados en escapes que son muy tempranos.

A pesar de todo en la 2022-2023 se cobraron cinco venados, 22 cochinos y 20 ciervas, pero perfectamente se pudieron doblar el número de jabalíes cobrados.

Villanueva del Rosario sur: dominio de la cabra montés

El término de Villanueva del Rosario es como un rectángulo inclinado hacia la izquierda, dirección noroeste – sudeste.

La autovía lo parte en dos, hacia el sur, y pegado a ella, está la bonita y cuidada localidad, y la parte más agreste con una bravía sierra caliza.

Cuevas, simas y barranqueras.

La altura de los picos puede parecer moderada, El Chamizo se va hasta los 1.640 metros o la Cruz de Camarolos con 1.444, pero es un terreno muy abrupto, escuela de escalada.

Y allí domina la cabra montés, precioso y duro rececho. También hay jabalíes, perdices y conejos.

Me pongo deberes: ¿qué tipo de cuernos predominará en los machos? ¿El acarnerado de Tejeda y Almijara, el cimitarra de Ronda o ninguno de los dos?

Cierto es que Tejeda y Almijara está más cerca de esta zona del Arco Calizo Central Malagueño.

Dominio de cerezos, que ya apuntaban maneras a principios de febrero, a falta de un mes para comenzar su floración.

Aparte del padre Guadalhorce (río que hace de límite por el oeste con el término de Antequera y donde se coloca la armada del Río de Las Laderas), el más caudaloso de sus afluentes en el término de Villanueva del Rosario lleva por nombre Cerezo, y su nacimiento merece la pena una visita.

Por cierto, tierra esta que fue refugio de bandoleros, Villanueva del Trabuco hace linde con la del Rosario por el este.

de Juan José Las Laderas
La sierra desde el hotel El Cerezo, mirando al sur.

Al norte Las Laderas

Al norte de la autovía, está la mancha de Las Laderas.

No es una mancha fácil, reto para una sociedad tan capaz como la de Jiménez Morandeira & SCP Las Montesas.

Mancha amplia, ya que con sus 671 hectáreas hacen que cada uno de los 71 monteros que la cerramos tocáramos a algo más de nueve hectáreas, nueve campos de fútbol por barba, no está mal.

Las Laderas es de relieve más suave que la parte sur del término, aunque podemos considerar que está dividida en dos.

Una parte más abrupta, con más monte y barranqueras, donde la mayor altura apenas pasa de los 1.000 metros.

La otra parte es más suave, aunque ondulada, las mayores alturas rondarán los 850 metros.

Esta zona es más en mosaico, con rodales más o menos grandes de monte, olivares, almendros e incluso algunos cortijos –normalmente abandonados– en el perímetro sur.

Hay que tener mucha ciencia para dar continuidad a una mancha como Las Laderas, para colocar los puestos y para organizar las sueltas correctamente.

Además de la logística, que no es sencilla.

Pero esta gente, además de ser buenos tipos, tienen esa ciencia.

En cuanto a la fauna, en el norte cambiamos la cabra montés del sur por el ciervo, y ya está.

Se podían tirar jabalíes, venados y ciervas sin cupo.

de Juan José Las Laderas
El 2 del Alemán, un puesto con vistas, embaucador.

Un puesto embaucador

A las 9:30 estaba ya colocado en la cinta del 2 del Alemán, justo donde me indicó Javier, tras darme precisas consignas sobre las carreras de la caza.

El puesto estaba en la parte más suave de la mancha, en la del mosaico, y dando vista hacia el sur, hacia Villanueva del Rosario y la sierra.

Delante había un camino que justo debajo del puesto giraba 90° hacia una pequeña cantera con un precioso y tupido manchón de monte adyacente.

La cantera estaba a mi izquierda según me situé.

Todo lo que saliera del manchón tendría que pasar por el pasillo entre el borde de la cantera y el propio puesto.

Delante monte más ralo, que terminaba en un vallejo donde dominaba el olivar.

Por detrás, olivar limpio, donde me dio la sensación de que un bicho tenía que ir muy apretado para cruzar.

Javier me advirtió que, aunque era un puesto de reciente creación, el cervuno tomaba muy bien una especie de ‘dique’ en el borde de la cantera.

En el margen del camino, justo antes de girar éste, había una espectacular baña muy tomada por los cochinos.

Precioso puesto, pero embaucador, lo que era peligroso para mí.

Este cronista tiende a despistarse mucho, y la maravillosa y soleada mañana, invitaba a ello ante las magníficas vistas.

La autovía al fondo y, más atrás, esas espectaculares sierras calizas con sus cerezos y donde reina el macho montés.

Me conozco, y sé perfectamente que un puesto con esas vistas para mí podía ser causa de falta de concentración.

A paso ligero venía por ese camino el venado inesperado y florido.

Un inesperado y florido venado

Estaba desenfundando y ya se tiraba a modo, y cerca. Y eso que no escuchaba todos los tiros de la extensa mancha.

Obviamente tampoco pude escuchar los de los cierres antes de salir de El Cerezo.

Decidí usar como primera opción el rifle sin visor, pero teniendo el rifle de cerrojo con visor a mano y el bípode preparado por si tenía que tirar más largo.

¡Qué alegría de mañana, qué disfrute! Se estaba tirando bastante y aún no se había soltado.

Por fin se produjo un pequeño receso en las detonaciones.

Eran más o menos la 9:50 y decidí usar el móvil para enviarme la ubicación del puesto (a un grupo de WhatsApp del que soy su único integrante y que es muy útil), algo que suelo hacer en todas las monterías. Craso error.

Cuando levanté la vista un bonito venado con una rama de almendro entre las cuernas venía a paso ligero camino adelante, por instinto me encaré el rifle mientras soltaba el móvil, el gesto hizo que el inesperado y florido ciervo acelerará el paso inmediatamente.

Cuando estaba a la altura de la baña tronó seco el zurriagazo del 9,3×74 R.

Lógicamente el tiro se quedó trasero, pero el venado lo acusó mucho.

El segundo disparo fue tan rápido como ineficaz.

Tomé entonces el rifle de cerrojo del .270 Win con el visor en 4 aumentos, y no me digan el porqué, pero no utilicé mi viejo bípode.

El venado seguía camino adelante con intención guarecerse en el monte de la cantera, ya había girado y no iba rápido.

Di por hecho el remate con dos tiros tipo Texas, pero continuó.

¡Por fin! O no

Vi el tarameo y un instante después el típico movimiento del matorral cuando el bicho cae.

«¡Por fin, ahí se ha quedado!».

Eso me hubiera gustado a mí, de repente el venado asomó en el montarral mostrando la tabla del cuello.

Dos tiros más del .270 a pulso y ya a cierta distancia parece que, ahora sí, finiquitaron el lance.

A la altura de la baña el venado aceleró el paso cuando sonó el seco zurriagazo del 9,3×74 R.

En espera de acontecimientos…

La emoción primera y la inesperada aparición del venado acrecentaron mi ya de por sí exagerada valoración de la caza.

«Joroba, ¡qué bueno era!».

Al asomar en el monte, vi que era corto, bonito, eso sí, y con sus 12 puntitas, un venado pintón de montería y grande de cuerpo.

«Joroba, ¡qué bonito era!».

Mi puesto entró en un impasse mientras la montería seguía su curso.

Arreciaron los tiros al soltar, y después se mantenían a buen ritmo, no era un ojeo de perdices, pero sí había alegría.

Sobre estas líneas, primera sangre.
Abajo, la sangre al entrar en el manchón de la cantera.

Cara de tonto

Como no me fío de mí mismo, esperé la llegada de las rehalas al manchón de la cantera. El venado podía seguir herido.

Sé que aquí se seleccionan mucho los perros, y que en estas comarcas hay rehalas de tronío.

Las nueve escogidas para montear Las Laderas eran precisamente eso, escogidas.

Dice mi amigo Emilio Jiménez «sin rehalas no hay montería», a lo que yo añado «y sin buenos rehaleros y/o podenqueros tampoco», y en Las Laderas eran unos y otros muy buenos.

Poco antes de las 12:30 llegaron al manchón las rehalas de Rehalito y Coya.

Como no había peligro alguno, los puestos estaban lejos y magníficamente colocados, me acerqué a la mano y les dije: «Mirad, por favor, un poco más adelante a ver si hay un venado muerto, con cuidado que lo mismo está herido».

Fue oír «herido» y el venado salió maltrecho a cruzar por el ‘dique’ de la cantera que me había dicho Javier, y en dirección contraria a la que entró.

Como era el día del ‘no bípode’, cargué, puse el pelo y a pulso disparé, no estaba cerca pero era un remate fácil…

No me lo podía creer, el venado seguía, ahora más fuerte apretado por los perros.

Como tengo el pelo muy fino para los recechos, los siguientes dos tiros no fueron lo precisos que me hubiera gustado.

Al no haber peligro, me acerqué avisando a los rehaleros: «Voy a ver si se ha quedado debajo de la cantera». No se había quedado…

Estaba perplejo, y se me quedó cara de tonto, yo creo que en esta ocasión a uno se le quedó cara de lo que es.

Las rehalas de Rehalito y Coya al llegar a la cantera desde donde se dieron la vuelta.

¡Increíble!

Seguía boquiabierto, cuando se arrancó una ladra estrepitosa.

Me encontraba en el pasil entre el puesto y la cantera, lo que fuera estaba encamado en el monte pegado a ésta.

Como una centella un cochino más que terciadete tenía la intención de pasar por donde me encontraba. Cruzó como a uno o dos metros por delante de mí, con los perros una docena de metros detrás.

Me eché el rifle de cerrojo a la cara y disparé a tenazón, como si de un conejo se tratara.

Me cambió la cara, increíblemente parecía que le había enganchado.

Se escuchaba perfectamente como los magníficos perros le ganaban el terreno hasta que se produjo el inevitable agarre.

Ahora era Andrés de Rehalito el que corría como una centella al remate, algo que hizo un centenar de metros más allá.

Cuando Andrés regresaba, como si tal cosa, fui a su encuentro para agradecerle su rápida acción.

Le pude felicitar y dar las gracias, como al resto de los rehaleros.

Y aprovecho públicamente para hacerlo con los equipos de Rehalito y Coya: ¡excelente trabajo, señores!

¡Es increíble! A un venado que estaba ‘muerto’ le tiro casi una caja de balas y se va, claramente malherido, pero se va, y a un cochino imposible le alcanzo con el primer tiro, con el rifle con visor, corriendo como un demonio y a escasos metros.

Pude agradecer a Andrés su buen hacer rematando con celeridad el cochino.

Tramo final

A las 12:45 me despedí de Andrés, ambas rehalas se tenían que volver desde la cantera.

De regreso al puesto encontré mucha sangre en el primer tiro, el de la baña, cuando escuché tres disparos lejanos en la ruta que tomó el venado.

Me senté y descansé para reponerme de tanta emoción vivida.

La montería poco a poco languidecía, hay que tener en cuenta que, al ser tan temprana, había monteros que ya llevaban ya cinco horas en el puesto, y nosotros, los más tardíos, más de tres horas.

Dejé pasar otra hora, tiros sueltos ya.

Como repito que no había peligro alguno, me fui a marcar el marrano.

de Juan José Las Laderas
Ven como la cochina tenía sus buenos colmillos.

Era cochina y grandecita, no sé, como de 65-70 kg, y con unos colmillos de buen navajerete, ¡si hubiera sido un macho! Regresé a esperar a Javier.

Cuando llegó le conté mis cuitas, y nos fuimos a pistear el venado, no sin antes preguntarle si disponía de una carretilla o similar para llevarnos los casquillos.

El rastro era muy fácil de seguir, y curiosamente nos cruzamos con el de la cochina y llegamos a ésta.

«¡Qué raro!». Llegamos a la conclusión que ambos tomaron exactamente la misma trocha.

Javier se volcó en la búsqueda, pero después de la jabalina nada. Regreso a El Cerezo.

Si había alguien capaz de deshacer este entuerto sería Juan José que contaría con la inestimable ayuda de Gamboa.

Más deberes que me pongo, tengo que averiguar de dónde han llegado los ciervos a esta zona, o si es que los ha habido siempre.

Adiós al puesto embaucador.

Una tarde agradabilísima

¡Qué buena estaba la comida, por favor! Y abundantísima.

La tarde no podía ser más agradable.

Lo cazado había que llevarlo hasta El Cerezo, allí disponen de una sala de despiece muy bien equipada, y el veterinario puede trabajar a la perfección.

Este sistema hace que no haya una cultura de la foto del plantel, fotos de campo –lo mejor– y si acaso alguna en la entrada de la sala.

Juan José estaba cobrando y sacando caza, yo me limité a marcar la jabalina y decirle a Javier que, por favor, le dijera donde estaba.

Resulta que una pieza de lo que se cobrara por puesto era a ‘matacuelga’, y había que intentar llevar lo cazado a la sala.

Mi vehículo no es el mejor para este menester, pero la cochina sí que podía haberla cargado, ya lo siento, aunque no tenía intención de llevarme carne alguna.

Cayetano, Lucía y el Mandria con el mejor cochino cobrado.
Dos venados de buenas hechuras y una jabalina grande en la entrada de la sala de El Cerezo.

Hilando la hebra, va llegando la caza abatida

Tras comer, hilé la hebra con Cayetano de La Rehala de La Muerte que, junto a Lucía, habían rematado un cochino de muy buenas defensas.

El hombre no hacía más que agradecerme la publicación de la crónica de Lo Silva, donde se reconocía su buen quehacer en el monte, algo que es de justicia.

También conocí a otro rehalero de enjundia, como su rehala, el Mandria.

Además del navajero, llegaron a la sala, entre otros, dos venados muy buenos de montería y varias cochinas metidas en arrobas, especialmente una.

de Juan José Las Laderas
Hombre orquesta en una montería, hace de todo, hasta cargar con lo cazado.

 

Llegó Juan José, con la mayor parte de la caza cobrada, y le conté mis alegrías y mis penas –aunque creo que se lo sabía ya todo, el monte habla–, se prestó a ir a buscar el venado a la mañana siguiente con Gamboa.

María José con parte de los cochinos que cobró, detrás, Juanito Sombreras y su padre satisfechos y orgullosos.

Recuento

María José tiró de lujo en un puesto complicadísimo, se quedó con cinco cochinos de la piara que le entró y con dos ciervas. En Las Laderas siempre le acompaña su inseparable Juanito Sombreras.

Les aseguro que este cronista en ese puesto, a los jabalíes ni los hubiera tirado.

Juan Toscano cobró un bonito 12 puntas que nos muestra su hijo.

Bonito venado de 12 puntas el que cobró Juan Toscano.

José Cabrera y su hijo José Miguel aprovecharon el que a priori no era de los mejores puestos, cobrando un precioso y muy buen venado de 14 puntas, rematando otro, además de una cierva.

Así hasta cobrar nueve venados (con cinco muy buenos de montería), 13 jabalíes (con el navajero ya reseñado) y 12 ciervas de gestión.

Con la cantidad de tiros escuchados, se tiró muy mal, fatal, yo el primero.

de Juan José Las Laderas
José Miguel y José Cabrera muy contentos con el 14 puntas que cobraron.

 

¡Gracias, señores!

Todo era fraternidad y alegría con manteo incluido a Juan José, ¡qué gente más maja!

Sólo me queda dar las gracias a Juan José y a María José, a los socios de SCP Las Montesas por abrirme las puertas de su preciosa casa, me sentí honrado y agasajado.

Contento y muy feliz puse rumbo a casa aún con luz para disfrutar más de estos maravillosos parajes.

Epílogo: ¡José y José Miguel Cabrera son unos SEÑORES!

Sabía que el cobro del venado estaba en las mejores manos, Juan José, en vez de quedarse en su Almogía natal a descansar o a atender sus tierras, se presentó a primera hora de la mañana del domingo en Villanueva del Rosario, y con el presidente de la sociedad, con Gamboa, se fueron al lugar de los hechos.

Enseguida dieron con la sangre y siguieron el rastro fácil.

No tardaron en llegar al puesto de José y José Miguel Cabrera.

Los Cabrera, en la montería, lo primero que le dijeron a Juan José fue que «hemos rematado un venado que venía herido»… los tres tiros que escuché al final.

Juan José les dio las gracias por el detalle que habían tenido, y les contestó «pues a ver si aparece quien lo ha pinchado».

Al parecer tenía un tiro trasero y alto que le entraba por delante del jamón izquierdo y le salía por el derecho.

¡Qué detalle! Todavía queda buena gente en nuestros montes, ¡un millón de gracias a los Cabrera por su sinceridad!

de Juan José Las Laderas
El inesperado y florido venado donde lo remataron los Cabrera.

¿Qué ocurrió?

Al decirle a Juan José en la junta de carnes que el venado dejó de dar sangre, le despisté.

Como en el monte despisté a Javier, yo iba por delante con el rastro y lo perdí, me bajé unos metros hacia abajo y lo encontré de nuevo, pero era el de la cochina.

Al pasar los dos animales por el mismo y estrecho pasillo, llevaron una carrera paralela, pero la jabalina unos metros más abajo que el venado.

Otra curiosidad de entre otras muchas que ocurrieron en Las Laderas.

Deseando ya volver con Juan José Jiménez y su gente, merece la pena, y gracias, amigo, por haberme regalado otro día de los que son imposibles de olvidar.

Una crónica de Adolfo Sanz Rueda / Fotografías: Adolfo Sanz y Juan José Jiménez

DATOS DE LA MONTERÍA

Juan José Jiménez monteríamontería

Organización: Juan José Jiménez Gestor Cinegético y Sociedad de Cazadores y Pescadores Las Montesas

Fecha: 3 de febrero de 2024

Finca: Las Laderas / Finca abierta

Hectáreas monteadas: 651

Término: Villanueva del Rosario, Málaga

Puestos: 71 / Sin cupo / Rehalas: 9

Venados: 9

Jabalíes: 13 (1 navajero grande)

Ciervas: 12

Trabajaron de maravilla el monte nueve rehalas selectas.

 

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