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Una luz en la espera

Siempre que uno comienza a preparar los archiperres para ir de aguardo, se plantea una multitud de situaciones posibles que generan en el esperista, un cumulo de ilusiones que hacen que solo el hecho de planear una noche de aguardo ya sea el disfrute de una de las modalidades más emocionantes de la caza mayor. Esta ilusión, en nuestro caso nace con el encargo de probar una de las herramientas de mayor interés en el desarrollo de todo aguardo. La linterna.

En este caso, llega a nuestras manos un maletín, ligero, resistente y especialmente manejable que alberga en su interior una linterna que con el nombre “TK22 680 lumens” quiere posicionarse para ayuda y soporte de la modalidad de espera en la caza en nuestro caso, del todopoderoso jabalí, el guarro de nuestras sierras y el anhelo de nuestros sueños cinegéticos. El mencionado maletín, con un tamaño muy apropiado, y de un material plástico que resiste perfectamente no solo los inevitables golpes de nuestro ajetreado transporte sino de fácil limpieza. Al abrirlo sorprende la existencia de espumas moldeadas que soportan un elenco de accesorios que componen el equipo de esta linterna y que aseguran que dichos elementos no estén sueltos y se pierdan en nuestros macutos, siguiendo la inevitable ley de Murphi y resultar invisibles cuando más se les necesita.

Los accesorios que trae la linterna, son el primer lugar la propia linterna , de un peso ligero, con suficientes sistemas de sujeción y un sistema de multipulsador que nos aseguran una versatilidad muy interesante en base a los diferentes usos que un aguardo requiere de nuestra linterna. Destaca de esta pequeña joya, su sistema de multiposición en la intensidad lumínica que genera, destacando la máxima intensidad con no solo un abanico de iluminación perifoco sino la muy considerable distancia de alcance (más de 270 metros).

Acompaña, un sistema de pulsación remota mediante cable, destacando sobre manera el propio cable que mediante su sistema de enrollamiento y longitud nos proporciona una distancia cómoda de manejo en su posición fijada en el arma. Robusto, manejable y especialmente pulsátil, son las características destacables de su pulsador, sin embargo debemos hacer constar que echamos en falta un sistema de fijación al arma en su más que completo maletín de accesorios, algo que hasta ahora no nos proporciona ninguna de las linternas existentes en el mercado y que nuestra versatilidad genera numerosas soluciones artesanas, cosas intrínsecas del aguardista.

Otro de los elementos que es importante destacar, es el sistema energético que acompaña, en forma de pilas especiales, únicas para el tipo de linterna al que acompaña un sistema de recarga con funcionalidad de red y especialmente útil, el sistema de recarga para la batería en el coche. Sin duda, este sistema de soporte energético requiere un uso planificado de nuestra linterna que evite usos con la batería con escasa carga útil.

Destaca, especialmente para nuestra modalidad de caza, que el maletín acompañe un filtro rojo, de fácil y cómoda montura. Su uso está muy indicado en la espera ya que nos proporciona una fuente escasamente agresiva, muy útil para su uso repetido durante una misma jornada sin generar indeseadas espantadas que den por terminada nuestra planificada espera.

Finalmente, nuestro maletín presenta, funda textil y cordón para la muñeca que facilitan un uso más allá de nuestra caza silenciosa. Y especialmente útil, la versátil pinza de sujeción para el objetivo del arma.

Pero, sin duda como mejor se puede evaluar, una herramienta en verla en acción en el campo. Y para ello, planificamos una espera en nuestro coto, en una de las zonas más querenciosas, en este crudo invierno que disfrutamos. Las huellas observadas previamente son ya por si solo, ilusionantes y por ello nos disponemos a pasar una noche, en fase lunar de estado creciente sin llegar a luna llena (le faltan 6 días) donde seguro que nuestros tesoros serranos andarán enmontados con cierta comodidad y seguridad que la oscuridad les proporciona.
Alcanzamos nuestro puesto y como siempre, acomodamos nuestros cachiperres en posición y numero que nos genere una rápida localización y prestamos especial atención al montaje de nuestra linterna en nuestro rifle. Probamos su disposición y especialmente que su encendido no nos genere incomodas sombras que puedan disminuir nuestro campo de visión tras el objetivo de nuestro equipo. Fijamos la linterna con las pinzas que acompaña y dispone su cable disparador en una posición cómoda y natural en el encare del arma.

Todo dispuesto, ya solo falta, esperar. Y así transcurren las dos primeras horas, hasta que el ruido como siempre despertador de los anhelos cinegéticos, genera que las alertas se pongan en funcionamiento. Dos jovenzuelos entran al comedero y juguetean con cierto escándalo, pruebo el foco y no solo compruebo su eficacia sino que el filtro rojo genera que apenas modifiquen su comportamiento, los futuros trofeos porcinos. Lo reutilizo en varias ocasiones, con idénticos resultados, la linterna funciona y funciona bien, ya solo hace falta que entre el guarro que soñamos. Pero el guarro no entro, entrando la muy fría noche que gracias a nuestro equipo de abrigo se lleva más que bien, aunque este es otro tema que ya hablaremos más adelante.

Finaliza la espera, recogemos el equipo y como desde el puesto de aguardo hasta el vehículo requiere un paseo, mantengo la luz en el arma, comprobando ya sin filtro la intensidad y alcance de la linterna, verificando su cómoda regulación de intensidad y su más que considerable alcance, sin duda espero poderla usar en otras ocasiones. Y como siempre, porque así es la caza, y gracias a la linterna en prueba, detecto un bulto muy sospechoso en apenas 100 metros delante mío, que lleva mi misma dirección, encaro, ilumino y efectivamente un la trasera de un buen guarro se centrar en mi visor, me paro, se para, se vuelve, se iluminan sus ojos en mi retina y verificando que la cruceta está en un punto vital, pulso el gatillo, rompiendo el silencio de una fría noche de invierno, suenan las jaras, las piedras y estruendo se silencia dejando un ruido de muerte en el corazón del monte. Me acerco al punto de disparo y gracias a la clara y diáfana luz compruebo de inmediato el esperado reglero de sangre que define como certero, el disparo efectuado. La sangre aumenta y define el camino, pero la seguridad en la noche es la primera ley a tener en cuenta y el obligado marcaje traslada el pisteo a la luz de un nuevo día que sin duda será fructífero y asi lo fue.

Gracias, por dejarme probar una muy buena herramienta, versátil, cómoda, manejable y especialmente útil, más allá de obligaciones o prohibiciones legales en según que cuales comunidades. Permítanme recomendarles su uso, a mí me funciono.


www.fenixlinternas.com


Un artículo de Ignacio García Gómez

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