Estabilidad, ése es el problema. Superponer los puntos o la retícula sobre el objetivo es sencillo; hacer que pare, no tanto. Y es que la clave en el éxito del tiro con bala pasa, precisamente, por tratar de salvar esos movimientos, esos temblores intrínsecos a nuestro propio ser, por tratar de conseguir que en el mismo instante que el disparo se produce, los puntos estén colocados sobre la pieza.
No hace falta investigar más para entender que, de todas las posiciones posibles, será precisamente de pie y a pulso la menos estable de todas ellas, pues tendremos todo el peso del rifle reposando directamente sobre nuestros brazos, con el añadido del cuerpo completamente erguido luchando por controlar una perfecta verticalidad. Más que en ninguna necesitaremos un control perfecto de la respiración, intentando que el disparo se produzca cuando nuestro corazón lata más despacio.
Recuerdo que de niño mi obsesión era tirar a pulso siempre que podía. Parece que entendía que la dificultad de esta posición marcaba distancias con el resto. Conseguir tirar a una moneda con la carabina de aire comprimido apoyada era sencillo, hacerlo a pulso complicaba bastante el reto.
La lectura que hago después de los años de aquella costumbre no puede ser mejor. Si conseguimos tirar a pulso con unos buenos resultados, en el momento que tengamos un punto de apoyo todo será mucho más sencillo. ¿Por qué? Pues porque estaremos habituados a completar correctamente el protocolo de la puntería.
Esto, que acabo de decirles, viene precisamente para sustentar un consejo que, permítame, quiero darles ahora. Siempre que utilicen un sistema auxiliar en el cual sólo reposemos el guardamanos de nuestro rifle, teniendo que dejar en el aire los codos y disparando de pie, oblíguense a efectuar una puntería como si estuviesen tirando a pulso; es decir, cierren la posición al estilo de los tiradores de precisión, verán como los disparos serán más precisos.
Lógicamente, esto sólo debe llevarse a cabo cuando pretendamos hacer una puntería fina, si el sistema de apoyo lo estamos utilizando para tirar piezas en movimiento la postura ha de ser mucho más abierta y flexible, permitiendo giro y seguimiento.
Sistemas de apoyo
En general, podemos diferenciar dos grupos de sistemas auxiliares para el apoyo de nuestro rifle. Por un lado, aquellos que sirven para tirar generalmente de pie con los codos en el aire y, por otro, los que son para tirar tumbados o sentados. Estos últimos son, con diferencia, los más estables. ¿Por qué?, pues porque, de entrada, eliminan todos esos movimientos generados para mantenernos erguidos, añadiendo a ello que nos permitirán apoyar correctamente los codos, una de las claves para un disparo perfecto. Desde las torretas, sacos, bancos, bípodes cortos, hasta las socorridas mochilas, todos ellos nos dan unos niveles de precisión tal que son los usados habitualmente incluso para reglar visores. La precisión conseguida con ellos es siempre alta, porque arma y cuerpo están apoyados en varios puntos estables. Piense que tirando tumbado apoyado, por ejemplo, en una mochila, rifle, codos y cuerpo reposan sobre una superficie sólida en total estabilidad. Si conseguimos que esa posición sea lo más natural posible, el quid estará sólo en presionar correctamente el disparador. Imagínense que tiramos apoyados en el morro del coche regulando, por ejemplo, un visor, ¿no ven cómo acabará reclinado completamente contra la chapa? Ni más ni menos buscamos la estabilidad que nos brinda el volumen inerte.
El otro grupo, mucho más complejo de utilizar, son aquellos que sirven para darnos un suplemento de quietud tirando de pie. Desde la simple vara de avellano, pasando por las horquillas, los bípodes o los trípodes y sus combinaciones, todos luchan por conseguir una seguridad mayor donde la dificultad del tiro es más alta. Como les decía antes, son mucho más difíciles de utilizar correctamente y hemos de concienciarnos de que la precisión que nos van a dar nunca puede llegar a ser la de los sistemas anteriores. Bien usados, en cambio, son muy rápidos, brindándonos un suplemento de seguridad suficiente como para que en determinadas modalidades o lances nos sobre con ellos.
En el campo de tiro
Llego al Club Principado, de Oviedo, con un auténtico cargamento de palos dispuesto a poner luz en un asunto que afecta directamente a la línea de flotación de la efectividad. La idea es hacer dos disparos con cada uno a 100 metros y, para ello, coloco dianas seis dianas de pistola neumática a esa distancia. El rifle que voy a utilizar es un Blaser R8 Professional Succes con visor Zeiss HT 3-12×56. El zoom lo coloco al máximo, a 12 aumentos, intentando aproximarme lo máximo posible a una situación de caza real. El cartucho que recamara al Blaser es el .308 Winchester, utilizando en todo momento la misma carga, Norma Nosler Ballistic Tip de 150 grains. No modifico el reglaje del visor que está hecho con otra punta, con la EVO de 184 de RWS. Por ello, como podrán observar en las diferentes fotografías, los disparos no pegan en ningún caso en el centro de la diana, se trata sólo de medir la dispersión, de medir los grupos. Sólo realizo dos disparos con cada uno de ellos, salgan como salgan, ayudándome en todo momento mi amigo, Alex Mantecas, cosa que agradezco con tanto trato y ajetreo.
La vara, el más sencillo de los sistemas auxiliares, es a la vez el más complicado de utilizar. Aunque respeto a aquellos que alardean de sus virtudes por lo, digamos, ajustable de su altura dependiendo de la posición en la que hagamos presa sobre ellas, escapo de su utilización a no ser que no me quede otro remedio. A diferencia de todos los demás sistemas, nos veremos obligados a sujetarla para tirar, con lo que, como mucho, conseguiremos una mejora en la verticalidad. No es fácil sujetarla y a la vez sostener el rifle. Hay quienes apoyan éste en el antebrazo, pero lo cierto es que, lo hagamos como lo hagamos, la sensación de estabilidad no es alta. La separación conseguida entre los dos centros es de 8 centímetros.
La horquilla, nuestra forqueta, mejora el rendimiento de la simple vara fundamentalmente porque no necesita ser sujetada; es, simplemente, un punto de apoyo más. Nunca debemos, por tanto, tratar de sostenerla, siendo la forma correcta de uso reposar el rifle sobre ella, de tal modo que nuestra posición es un encare lo más natural posible. He utilizado este complemento siempre, para mí no tiene rival cuando nos vemos obligados a hacerlo a pulso. En batidas y monterías, en esperas e incluso en rececho si uno aplica correctamente el método, la precisión que nos da es suficiente para tirar incluso muy lejos. Su agilidad y flexibilidad a la hora de entregarnos ayuda es muy alta, sirviéndonos tanto para tirar a una pieza parada como a una en carrera. Créanme si les digo que he matado muchas piezas en batida tirándoles en movimiento por encima de los 200 metros, utilizando sólo la forqueta como apoyo, algunas incluso a muchos más.
La cuestión es que elimina el movimiento vertical, convirtiendo el horizontal en una leve curva con radio igual a la altura de la horquilla. Como ventaja añadida es que siempre tendremos un apoyo extra cuando caminamos por terrenos difíciles, ayudándonos mucho en los malos pasos. Volvamos de nuevo al campo de tiro. Coloco el rifle sobre la horquilla, posición de tiro lo más cerrada posible y 2,5 cm entre centros.
El bípode es más estable, aunque reviste mayor dificultad colocarlo correctamente, pues, lógicamente, encontrar asiento para dos patas es más difícil que encontrarlo para una sola. Desaparece el movimiento vertical y disminuye el horizontal. Su talón de Aquiles, como en el resto, es la falta de apoyo de los codos. Su mejor virtud, que permite girar levemente ante la posibilidad de un tiro a una pieza en movimiento, con lo cual no está descartado del todo para modalidades de acoso. Frente a la horquilla tiene una ventaja muy clara: necesita de menos aprendizaje para ser utilizado bien. Tras hacer los dos disparos de rigor la separación entre ellos es de 2,8 cm.
El trípode aparentemente es la panacea, aunque realmente tampoco es para tanto. Desaparecen los movimientos horizontales y verticales, pero los codos siguen estando en el aire. Tenemos muchos modelos que nos permiten giro parcial o total, y cambio rápido de la altura para un mejor acomodo. Por el contrario, es más difícil encontrar un lugar donde estacionarlos. Hago los dos disparos pertinentes. La separación entre centros es de 2,8 cm.
Me llega un híbrido, un bípode de cuatro patas de la marca Stable Sitck. Es muy ligero y recogido, no abulta más que el bípode o el trípode, existiendo dos versiones de él: ajustable en altura y de altura fija. Durante unos días pruebo a colocarlo rápido. En poco tiempo lo consigo y no tardo mucho en tener el rifle sobre él. La estabilidad que ofrece es bastante alta al reposar el rifle en dos puntos distintos: guardamanos y culata.
De esta forma, aunque los codos siguen en el aire, sólo nos queda un movimiento circular frontal. Frente al resto remata sus patas en clavos de acero. A poco que se le estudie, uno ve una ventaja clara para aquellos que cacen en terrenos llanos y abiertos, típicos del corzo en siembra de cereal: una estabilidad mayor penaliza con una menor posibilidad de movimiento horizontal.
Sin duda, estamos ante un complemento para recechar. Me apoyo en el Stable Sitck. Efectivamente, la puntería parece más sencillo aguantarla, la separación entre centros habla de ello, sólo 2 centímetros.
Finalmente, me llevo el Blaser al banco y lo subo a las torretas. Del mismo modo que tirando sobre una mochila, un bípode Harris o unas sacas sobre una piedra, los codos sí que están ahora bien firmes; el rifle, prácticamente suelto, afianza la cruz como soldada al centro de la diana. Hago los dos disparos y cierra en 1,7 cm.
Recopilemos ahora datos y verán que sorpresa. Resulta que, a excepción de la vara, el resto de los complementos han cerrado en menos de 3 centíemetros entre centros. Vamos, que con cualquiera de ellos hubiésemos impactado con los dos disparos en una moneda de 50 céntimos a 100 metros, ¡sí, con cualquiera de ellos!
Una mirada más en profundidad lo primero que nos deja ver es que he conseguido un grupo más cerrado con la horquilla que con los bípodes y trípodes, ¡quieto!, eso no quiere decir que esté mejor. A poco que observemos, veremos como el rifle dispara unos tres centímetros bajo, más o menos corresponde con el 7 de la diana. Tanto con la vara como con la horquilla se intuye esa menor estabilidad en el movimiento horizontal que las hace menos precisas. Bípode y trípode se comportan igual, cerrando en 2,8 cm ambos, muy cercanos ya, eso sí, a donde deberían haber impactado. El híbrido Stable Sitck rebaja la separación a sólo 2 cm, muy cercanos además a la zona del 7. Finalmente, el banco nos da, como era previsible, el mejor grupo de todos, 1,7 cm entre centros, dejando claro una estabilidad muchísimo mejor que cualquiera de los anteriores, con una, además, mayor facilidad para conseguirlo.
Esa facilidad comparando a los cinco primeros deja claro que el esfuerzo es máximo con vara y horquilla, mucho más rápidas, pero más inestables. Los buenos resultados conseguidos con esta última obedecen también a una mayor costumbre en su uso. De todas formas, exceptuando la vara, vamos a hacer una sencilla extrapolación para que tome conciencia de la bondad de estos complementos. Multipliquemos por tres los resultados, el peor de todos es 2,8 cm que pasa tras el producto a 8,4. Pues bien, ése será el grupo que podríamos haber conseguido a 300 metros, ¿no les parece suficiente?
Conclusión
Tirar a pulso cuando la distancia comienza a ser media o larga rebaja notablemente el porcentaje de éxito. Utilizar un complemento que nos ayude a estabilizar nuestra puntería minimizando el movimiento de nuestro rifle, aumentará el nivel de aciertos.
De todas formas, usarlos no es sencillo, requiere cierta práctica y tomarnos muy en serio seguir el método, que consiste, ni más ni menos, en apuntar con toda la precisión que seríamos capaces de lograr tirando a pulso, controlando especialmente la respiración y el ángulo en la presión del disparador. Verán como ese punto de apoyo extra le supondrá un gran alivio y rebajará notablemente los movimientos del arma. Dicho esto, de los datos sacados de la prueba realizada queda claro que no hay ninguno milagroso, todos están muy cercanos, tocándose; pero, en cambio, todos nos dan tanto que, si los utilizamos correctamente, con cualquiera de ellos no necesitamos más.
Por Miguel Coya [[email protected] / [email protected]].