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El jabalí coloniza la Península y amenaza con duplicar su población en 2025

Jabalíes en una playa portuguesa – ABC

La «hora bruja» llega a las diez de la noche en la parroquia gallega de Santa Cristina de Fecha. Quienes salen por la localidad en busca de un paseo nocturno tienen que hacer frente, desde hace un año, a una presencia indeseada. La de los jabalíes, que campan sin temor a nada en grupos de hasta una decena. Se acercan a las casas, destrozan los cultivos y, al llegar el día, se vuelven al monte. Allí hablan de una invasión. «Estamos de los jabalíes hasta las orejas», resume una vecina.

Desde el pasado mes de julio, el terreno amanece cada día levantado. Los vecinos que sembraron maíz en 2018 vieron cómo el animal arrasaba su cosecha. Esta temporada unos han probado con el cultivo de hierba y otros con la patata, pero el resultado no ha sido mejor. Ni quienes vallaron con alambre sus parcelas se han salvado. «Solo queremos que vengan cazadores. No podemos vivir así, nosotros vivimos del campo, no del jabalí», aseguran los afectados.

No son los únicos damnificados por la sobrepoblación del jabalí, cuya presencia en zonas urbanas es cada vez mayor. «Se ha extendido en toda la Península», asegura a ABC Christian Gortázar, catedrático de sanidad animal en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), aunque Aragón, Cataluña, Navarra y País Vasco sufren los peores estragos.

Caza para frenar el avance

No existe un censo nacional, aunque las estimaciones realizadas en base a los ejemplares cazados ya apuntan a que España podía estar acogiendo en torno a un millón de jabalíes. Y creciendo: con la dinámica actual, la población podría duplicarse para 2025, según el experto. Solo cazando dos tercios de los ejemplares se lograría frenar su avance.

«Se puede hablar de sobreabundancia cuando hay consecuencias. Si afecta al medio ambiente, a la propia especie, o al bienestar del hombre y de los animales domésticos, y se cumple todo», explica Gortázar. El motivo detrás de esta expansión está en el crecimiento generalizado de la superficie forestal, mientras que con el cambio de uso de suelos han proliferado cultivos que proporcionan refugio y alimento a esta especie, como el maizal. En paralelo, cae el número de cazadores, que son la principal forma de regular a la especie ya que su predador natural, el lobo, tampoco es suficiente, explica el catedrático.

Consumir su carne

El problema no se reduce a una anecdótica visita nocturna a los contenedores de basura. La sobreabundancia de jabalí representa riesgos para la salud, eleva los accidentes de tráfico y supone pérdidas económicas en el campo. El pasado mes de marzo, el Gobierno y las comunidades autónomas acordaron crear en mayo un grupo de trabajo para reducir la superpoblación, mientras en Galicia, por ejemplo, la Xunta se ha planteado incluso fomentar el consumo de carne de jabalí mediante un decreto que facilite la comercialización de su carne. El objetivo: conseguir que haya interés por cazarlo.

En Barcelona, ya ha dejado de ser sorprendente que los ejemplares campen a sus anchas en los barrios limítrofes con el parque natural de Collserola, aunque no por ello ha caído la preocupación por su presencia. Es más, cada año se registran accidentes, sobre todo con motos implicadas, y ataques puntuales a mascotas o incluso algunos vecinos. En primavera y verano es cuando más problemas suele haber. «Han pasado de ver a las personas como unos depredadores a su fuente de alimentos o incluso su competidor para tenerlos», explica a ABC un experto en el campo. Según datos de la Guardia Urbana, el año pasado hubo 463 incidencias registradas con jabalíes, 174 menos que en 2017.

Se estima que en el parque natural viven unos 1.500 jabalíes, en un entorno que como máximo debería acoger a unos 600. Ante tal problema, el Ayuntamiento impulsó en 2016 el Plan de Acción de Jabalíes, que básicamente trabaja para reducir su oferta alimentaria, ya sea instalando papeleras y contenedores cerrados, controlando mejor los alimentos en las colonias gatunas o también sustituyendo el tipo de césped para que les sea menos atractivo. Más allá de estas medidas, Barcelona solo suele actuar cuando estos animales provocan alguna incidencia, aunque en otros municipios colindantes sí organizan batidas excepcionales, como en Sant Cugat del Vallès.

Las capturas extraordinarias, de hecho, son la fórmula más utilizada en Cataluña, que también tiene especiales problemas por los jabalíes en Gerona. Allí, la Generalitat ha anunciado recientemente una controvertida medida, pagar 50 euros al cazador por animal muerto, que ha despertado las críticas de muchos sectores que lamentan que el gobierno catalán no tenga un plan cinegético mejor y deba recurrir a «premios». También la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) ha iniciado una prueba piloto de esterilizaciones a estos ejemplares.

Alarma en Portugal

También Portugal, informa Francisco Chacón, asiste a un alarmante incremento de la población de jabalíes. El CDS (Centro Democrático y Social, partido conservador) ha pedido al Gobierno socialista de António Costa la elaboración de un censo. Los agricultores, los guardas forestales y los empleados que mueven los dispositivos de caza aguardan una acción institucional.

La sequía que arrastra el Portugal interior se une a la devastación causada por los incendios, en un cóctel explosivo que abona el terreno para el descontrol de los jabalíes. De hecho, hace un par de veranos las imágenes de unos ejemplares refrescándose en el mar se hicieron virales, aunque no han sido las únicas. Pero la situación más insólita se vivió en el restaurante Áncora Azul, del Club Naval de Setúbal (50 kilómetros al sur de Lisboa), especializado en ofrecer un bufé de pescado. De madrugada, dos jabalíes intentaron acceder al interior. Las puertas estaban cerradas, pero arremetieron contra el cristal de la entrada. «Uno de ellos estaba como loco, sin rumbo, pegándose cabezazos contra las mesas y sillas», contó un guardia de seguridad.

Algunos vecinos del área de Setúbal han sido igualmente testigos de destrozos similares. Tras uno de estos episodios, uno de los afectados afirmó en una cadena local que se animó a levantar una pared. Una iniciativa se ha revelado todo un éxito porque no los ha vuelto a ver por allí.

Un artículo de Isabel Miranda y Anna Cabeza

Fuente: ABC

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