Como viene siendo habitual, el pasado 20 de junio, en las instalaciones del Real Club Puerta de Hierro de Madrid, el Real Club de Monteros (RCM) entregó sus reconocidos premios Literario Jaime de Foxá y Personalidad Venatoria.
Magníficos el cóctel y la comida, en la sobremesa de ésta, Rodrigo Moreno de Borbón, vicepresidente del RCM, hizo las veces de moderador.
Tomó la palabra como secretario del jurado ‘del Foxá’, César Fernández de la Peña, «finalmente, el jurado acordó por mayoría conceder el Premio Literario Jaime de Foxá en su edición de 2018 a don Gerardo Pajares Bernaldo de Quirós por su artículo titulado Réquiem por el gran señor del bosque, publicado en ABC el 6 de abril de 2018».
Después, el presidente del jurado, Ramón Pérez-Maura, dijo, entre otras cosas, que «enseguida se produjo el consenso de una mayoría del jurado en apoyo del artículo de Gerardo Pajares sobre el urogallo, Réquiem…, confieso que yo no pude votar por ese texto porque había sido publicado en ABC por encargo mío y me parecía poco ético, pero mi abstención era meramente formal», añadiendo que «cómo era posible que otorgáramos el premio a un artículo sobre una especie que no se puede cazar, pero creo que la mayoría vimos que precisamente por eso era tan importante este artículo, porque explica con claridad al lector como la veda total de la caza del urogallo impuesta en 1979 está llevando a la desaparición de esta especie». Acabó haciendo una glosa del galardonado, «es uno de los cazadores más completos de España, tiene pasión por las especies de pluma y es también aficionado a la caza con arco, yo creo que no se puede pedir más, todo ello lo complementa con su afición a escribir sobre la caza y la naturaleza».
A continuación, S.A.R. Doña Teresa de Borbón hizo entrega del Premio Literario Jaime de Foxá a Gerardo Pajares.
Gerardo, cómo no, inició su discurso refiriéndose al corzo: «He dedicado una parte intensa y muy importante de mi vida, y de la de mi familia, al corzo y sus circunstancias… reconozco que esta especie nos ha sido muy útil, –por ejemplo–, en la recuperación, debo remarcarlo, la recuperación de una ética en la caza que impone un animal libre en un campo sin barreras», pero «hoy confieso que lo que hace que mi corazón de cazador se desboque son los animales de pluma, para mi nada hay comparable a la vivencia de ver una pareja de pointers corriendo por las sierras inabarcables del occidente de Asturias, donde la perdiz no conoce ribazos ni linderos». Después hizo un canto a la ensoñación, a las narraciones que su madre cuando niño sobre las andanzas de su abuelo Ignacio Bernaldo de Quirós, «…o los faisanes en Casomera, faisán en Asturias es urogallo… alimentaron mi imaginación infantil. Entre aquellos relatos de mi madre, los dedicados al urogallo conformaron en mi mente un particular bestiario mágico… más adelante, con motivo del regreso a la Asturias de mis ancestros, tomé contacto con viejos cazadores, guardas y furtivos, cuyas historias realimentaron esos sueños, de ese modo el gran señor del bosque pasó de alguna manera a formar parte de mi identidad espiritual como cazador. Creo además que los cazadores, tristemente, compartimos con el gallo el mismo sino, un futuro incierto y fatal, sin saber por qué nos vemos abocados a un futuro incierto entre el desinterés cuando no la incomprensión o algo peor de la comunidad que nos rodea, el proceso de extinción a veces se me antoja inexorable».
Gerardo Pajares: «Creo además que los cazadores, tristemente, compartimos con el gallo el mismo sino, un futuro incierto y fatal, sin saber por qué nos vemos abocados a un futuro incierto entre el desinterés cuando no la incomprensión o algo peor de la comunidad que nos rodea, el proceso de extinción a veces se me antoja inexorable»
A continuación la secretaria del RCM, Reyes Artiñano Rodríguez de Torres, dijo que «el ganador de la vigésimo séptima edición de este premio ha sido seleccionado por su trayectoria como cazador de reconocido prestigio, por su defensa a ultranza de mundo rural, sus gentes y su medio de vida y por su magnífica actividad como gestor de fincas de caza de nombre ya mítico como Santa Mª del Carmen, El Taray y El Zumajo, ¡enhorabuena!».
Tomó entonces la palabra el presidente de honor del RCM, Íñigo Moreno de Arteaga, marqués de Laserna. Tras una referencia a la grandeza e importancia de este premio, continuó diciendo que «en el caso de Miquelo, el premio podría llamarse sencillamente a la personalidad y quizá así el titulo estaría más adecuado a la realidad, Miquelo tiene una enorme personalidad». Después, sin tapujos, comparó a Miguel de Oriol e Ybarra con Brunelleschi, al ser dos de los pocos arquitectos que han cambiado la fisonomía de la ciudad en la que viven, el primero con la plaza de Oriente de Madrid y el segundo con la cúpula de la catedral de Florencia. Después, cómo no, llegó los aspectos cinegéticos, desde los lagartos en el muro de la Casa de Campo a las expediciones a África o a las altas cumbres, aunque Laserna concluye que «de todas las modalidades de la cacería, había una que para Miquelo suponía la suma de todas, las acuáticas», para hacer una última mención a la brillante gestión cinegética llevada a cabo por el premiado.
Acto seguido, S.A.R. Doña Teresa de Borbón hizo entrega del Premio Personalidad Venatoria 2018 a Miguel de Oriol.
Lo decía el propio Real Club de Monteros en su comunicado en referencia al galardonado: «Miguel de Oriol ha sido y es un icono de la actividad cinegética en España, un espejo en el que muchos jóvenes que empiezan a caminar por los vericuetos de la actividad venatoria pueden mirarse para comprender más y aprender a amar mejor el mundo de la caza, un ejemplo para todos». Miguel habló de su niñez en la posguerra: «Donde nosotros habíamos empezado a sentir, era aquí al lado, en La Rinconada… cazábamos, de furtivos, con ocho o nueve años, con escopetillas muy ligeras, conejos». También habló de su relación con los albañiles que estaban restaurando la casa en la que vivían antes de la guerra y de sus andanzas con su hermana, «yo tenía una hermana muy valiente, muy particular, que iba para guapa, que se llamaba Gracita». Salían a ver a los albañiles, que en ese tiempo de verano guisaban una carne blanca, con unos lomos que parecían lenguados, a los que invitaban los hermanos, y que no era otra cosa que lagarto, de tal guisa que Gracita y Miguel, y especialmente éste, se convirtieron en cazadores de lagartos con mucho ingenio. Evocaciones a un gorrión blanco que de niño veía en el colegio o a la aves que ‘están hechas’ para ser admiradas, para desembocar en la cinegética: «El cazador no caza para matar, sino para que exista la misión que tiene que cumplir, equilibrar. ¿Qué ha pasado en Pecholandia –antiguo nombre de Botsuana–? Sabéis que cortaron la caza hace cuatro o cinco años, los 180.000 elefantes han barrido Pecholandia y han tenido que volver a abrir la caza porque sino desaparecía el país».
«Miguel de Oriol e Ybarra ha sido y es un icono de la actividad cinegética en España, un espejo en el que muchos jóvenes que empiezan a caminar por los vericuetos de la actividad venatoria pueden mirarse para comprender más y aprender a amar mejor el mundo de la caza, un ejemplo para todos»
Como no podía ser de otra manera, la presidenta del Real Club de Monteros, Carmen Basarán Conde, cerró el acto. Dio las gracias a los presentes, a los premiados, a Íñigo en su condición de presidente honorífico del RCM y a Leica por su patrocinio, pidió un aplauso para el maestro Mariano Aguayo, «para una persona que es un ‘premiado Foxá’, pero que probable podría serlo por los tres conceptos que tenemos en el Club». Tuvo «un recuerdo muy especial para cuatro personas que hoy nos acompañan desde el cielo: Juancho Vilola, Ramón Estalella, Carlos Gómez Arroyo y José Antonio Rein, todos muy queridos por el Club». Tras comentar las actividades del club, confirmó que «continuamos con todos los convenios y los compromisos adquiridos con la Fundación Amigos Águila Imperial, Proyecto Aequilibrium… hemos reforzado el hermanamiento con la Hermandad de San Huberto, y en lo que sí estamos incidiendo bastante en en la declaración de la montería como Bien de Interés Cultural». Para finalizar diciendo que «desde la junta queremos trabajar codo con codo defendiendo aquello que nos une, no lo que nos separa, que no es sino la montería, el mundo rural y el campo español, os invito a decir conmigo: ¡Viva la montería española! ¡Viva España! ¡Viva el Rey!».