Verano raro donde los haya… ¡vamos, que se parece y mucho al febrerillo loco, ése que sacó a su padre al sol y lo achicharró… Y, para muestra, un botón…
Nos llamó César.
–¿Os venís a hacer una espera a Valdelobillos?
A Valdelobillos nos vamos con los ojos cerrados. Es una finca de las más hermosas de la zona de Retuerta del Bullaque, frontera norte de Cabañeros y en la cola noroeste del pantano de la Torre de Abraham.
Pillamos los archiperres de ‘expertos’ esperistas y quedamos con Ismael Bahon, su propietario, para reponer fuerzas antes del ‘sacrificio’, en un templo del yantar, El Hoyejo, en la toledana villa de Pulgar. Al evento se apuntaron, por lo que pudiera pasar, Jesús y Ricardo, viejos conocidos de lides monteras en la finca.
El temor de Abraracúrcix –el jefe de la aldea gala irreductible de Asterix– siempre fue que el cielo se le cayese encima… ¡menos mal que no se vino con nosotros!
Cuando, pasadas Las Ventas, enfilamos hacia El Molinillo, todo el noreste, la Sierra del Castañar y la de Los Yébenes, con las Guadalerzas enfrente, se hicieron noche en el día. Un cielo más negro que el pecado presagiaba que allí se iba a liar la de San Quintín, que se suele decir… Y se lió.
Ya en la casa de Los Lobos, paso previo para alcanzar Valdelobillos, las gotas se descolgaban de las plomizas nubes como si fueran baleos (una sola te mojaba entero).
Cuando descendimos del coche para hacer las correspondientes fotos al paso por el camino y puente por encima del pantano (todo un espectáculo, como se puede apreciar), nos calamos. Cuando hicimos lo mismo frente al Castillo del General Prim (de ahí el nombre de la finca), nos calamos. En cada una de las ocasiones en las que, para mostrar la belleza de este singular paraje de los Montes de Toledo (barranco de Valdelobillos, el puesto de la Infanta Alicia, entre otros –fotografías de la derecha–), descendimos de los vehículos… ¡nos pusimos como sopas!
La granizada fue de las que hacen época (pobres viñedos con las uvas ya pintonas). Dos horas más tarde, al bajar del monte, aún había más de un palmo de hielo empedrando surcos, lindazos y cunetas. Y, en pleno mes de julio… el frío era el dueño absoluto. ¡Increíble! Y con él, y chapoteando como las ranas, se nos fueron yendo las ganas de esperar que un guarro se pusiese a tiro.
En el puesto…
Llegamos al puesto e hicimos el intento… Bueno, más que el intento, hicimos las fotos correspondientes. Aún reconociendo lo apetecible del entorno, ya calmo, y con un atardecer digno de los cuadros de El Greco, el hecho de no haber previsto la situación, sin ropa de repuesto y buen abrigo, como en invierno, desgastó nuestros ánimos e incrementó los desánimos, por lo que, tras comprobar la buena situación del puesto –perfectamente camuflado en la copa de una encina, con un tiradero perfecto a la querencia de una amplia charca, tomada sin necesidad de cebo–, desistimos de esperar a nuestro guarro y continuamos la visita a la finca que, con la luz que deja el atardecer tras la tormenta, lucía hermosa y fresca –más bien helada– como una novia que espera… cualquier cosa que no sea un guarro.
Y, las estrellas, que no falten…
Desistimos, también, de nuestro propósito de contar estrellas. Siempre hemos envidiado la suerte de los esperistas en las cortas noches del estío con un firmamento limpio y negro que desgrana sus mil y un caminos de brillantes astros…
Para los que afortunados que tengan la posibilidad de disfrutarlo este mes de agosto –mientras agudizan el oído en espera de ese gruñido ronco o el remover de guijarros, que pone los pelos como escarpias–, en el cielo, de norte a sur, se podrá observar a la Vía Láctea, ese inmenso ‘camino de leche’ de una belleza extraordinaria plagado de una infinidad de estrellas.
Encima justo de nuestra cabeza estará Vega, en la constelación de Lira, nuestra estrella más cercana y más brillante… formando el triángulo del verano, fácilmente reconocible, con Deneb, en la constelación de Cisne, y Altair en la de Águila. El carro de la Osa Mayor, al norte, con Mizart y Alcor, en el ‘rabo’, Pegaso en el oeste (un rectángulo) con Andrómeda en su cola y las del zodíaco al sur, Capricornio, Sagitario, Escorpio y Libra…
Todo un espectáculo para las noches tensas de espera, mientras llega… el guarro de nuestros sueños.
Y, como siempre, cazar, no cazamos; pero estuvimos cazando…
Por Equipo de Caza y Safaris / Caza Wonke.