Los cazadores están decididos a luchar contra el desconocimiento de una sociedad mayoritariamente urbana que vive alejada de la realidad del campo. Si el fin de semana pasado se manifestaron en 40 ciudades españolas bajo el lema «Sí a la caza, nuestra forma de vida», ahora han presentado un estudio, realizado por Deloitte, sobre el impacto económico y social de la caza en España.
Entre sus principales conclusiones están que la actividad cinegética representa un 0,3% del PIB español, equivalente a las ventas netas del vino o al 13% del sector agrícola, ganadero y pesquero, al 4% del sector de la construcción o al 9% del sector financiero. Por tanto, un sector con un peso nada desdeñable que genera 187.000 empleos, lo que representa el 1% de la población activa en nuestro país.
«Sin complejos y con números en la mano, aunque no sólo, porque también hay intangibles que tienen que ver con beneficios ambientales y sociales de la caza», afirma José Luis López Schümmer, presidente de la Fundación Artemisan, organización que engloba a las distintas federaciones y asociaciones de caza y que trabaja en la solución de los retos a los que se enfrenta el sector cinegético en nuestro país.
Por este motivo han encargado este estudio, para que tanto Administraciones como ciudadanos conozcan la realidad de la caza, «una actividad legal y legítima», insiste López Shümmer, quien recuerda que uno de los objetivos de la fundación que preside es precisamente la defensa jurídica del mundo de la caza, razón por la cual se han personado como acusación particular en casos de furtivismo, «una enorme lacra para los cazadores y para el campo».
87% del territorio
Es la primera vez que se evalúa con precisión el impacto económico, social y ambiental de la actividad cinegética, y algunos datos son muy llamativos, como que el 87% del territorio español está declarado como de aprovechamiento cinegético, lo que suponen 43,8 millones de hectáreas, divididos en 32.817 cotos. El 19% del terreno cinegético nacional se concentra en Castilla y León, que es la comunidad autónoma con mayor extensión de terrenos cinegéticos, seguido por Castilla-La Mancha (16%) y Andalucía (16%).
¿Y cuánto dinero mueve la caza en España? El gasto de la actividad cinegética en España es de más de 6.475 millones de euros al año(contando los efectos directo, indirecto e inducido), y cada euro que se gasta en la actividad genera 1,18 euros de PIB. Y es que alrededor de esta actividad hay turismo (España es uno de los principales destinos para cazadores de todo el mundo), hostelería, industria de la carne de caza, etc. Además, la actividad cinegética contribuye a la recaudación de las haciendas públicas españolas de más de 614 millones de euros, según detalló María Lambarri, gerente de Estrategia y Operaciones de Deloitte.
Desde Artemisan consideran que los datos que recoge este informe pueden servir a las Administraciones para «poner en valor» la caza, como ocurre en Francia o Inglaterra, por ejemplo, donde con menor valor relativo de la actividad, sí cuentan con apoyo de las administraciones, porque «no somos el problema, sino una parte importante de la solución en el mundo rural», insiste López Schümmer.
Frenar el éxodo rural
En este sentido, Esperanza Orellana, directora general de Desarrollo Rural y Política Forestal, explicó que «la caza ejerce un efecto enormemente positivo en el arraigo social, pues contribuye a frenar el éxodo rural y a fijar población en estas zonas que, muchas veces, tienen pocas alternativas económicas». Aunque la caza es competencia de las comunidades autónomas, Orellana recordó que el aprovechamiento cinegético, en cuanto que es un aprovechamiento forestal más, sí es competencia del Estado. Y avanzó que el Gobierno ya está trabajando en una Estrategia Nacional Cinegética que sirva de marco orientativo y de coordinación de todos los actores implicados.
Más allá de los números, el estudio realizado por Deloitte recoge también «la labor de conservación silenciosa», en palabras de Orellana, que la actividad cinegética ejerce en el territorio. Son lo que Schümmer llama los intangibles, lo que la caza aporta desde el punto de vista social y ambiental. Si no existiera la caza, explica, aumentaría el abandono de los bosques con el consiguiente incremento del riesgo de incendios forestales, o no se podría hacer control de las poblaciones de determinadas especies que, en exceso, pueden ser destructivas para el ecosistema, como ha ocurrido con la cabra montés en el parque nacional de Guadarrama.
Además, la caza sirve para controlar enfermedades contagiosas que pudieran afectar a la ganadería y también para contener los daños a la agricultura si no se cazaran 5 millones de conejos cada año. Asimismo, se estima que en España hay entre 600.000 y 700.000 jabalíes, y los expertos consideran que si no hubiera caza su población podría duplicarse cada año. Jabalíes y corzos son responsables del 54% de los accidentes en carreteras ocasionados por fauna silvestre, unos 13.900 cada año en España, afirma Lambarri.
Sin duda el ejemplo más relevante entre la conexión entre caza y conservación de la biodiversidad es el de la exitosa recuperación del lince ibérico, gracias al mantenimiento en los cotos privados de las poblaciones de conejo de monte y perdiz que le sirven de alimento. De hecho, todos los planes de recuperación del lince destacan la necesidad de implicar a las sociedades de cazadores, que participan activamente en la elaboración y seguimiento de dichos planes, recuerdan desde Artemisan.
Fuente: abc.es/sociedad