Es una carne de sabor intenso, poco grasa, sin aditivos… y asociada a los meses más fríos del año. Sin embargo, se puede cazar hasta bien entrado agosto y degustar en recetas más estivales.
Empezamos un recorrido de varias semanas por productos y platos típicos del verano, y lo empezamos por… ¿el corzo? Puede parecer un absurdo o una provocación, pero aparte de la devoción de este gastronómada por la carne silvestre, que es la de caza menor o mayor, pretendíamos de esta manera resaltar algo que muchos no cazadores no saben: de todos los estupendos astados salvajes de nuestros montes, el corzo es el que sale de veda durante períodos más prolongados en nuestro país. En varias comunidades autónomas -y dependiendo de la modalidad de caza- el período de primavera se prolonga hasta mediados de agosto; en otras se vuelve a abrir la veda el 1 de septiembre. Es decir: tenemos corzo fresco en verano.
La siguiente pregunta es, entonces: ¿de verdad apetece comer corzo en verano? ¿No son corzos, gamos y ciervos protagonistas de los platos otoñales e invernales? Y sí, lo son. Pero en realidad se trata de productos de gran versatilidad, de sabores intensos pero verdaderamente ligeros, porque son poco grasos, y además sanísimos, sin aditivos sospechosos de por medio. La naturaleza.
Más en elmundo.es