El mes pasado, la ley levantó una curiosa veda en las carreteras de California. En un esfuerzo por luchar contra el impúdico desperdicio de alimentos de la sociedad consumista, los legisladores decidieron que los habitantes de la zona puedan surtirse de las cunetas, que recojan los animales atropellados para comérselos.
En Estados Unidos existe toda una subcultura en torno a la recogida de animales. Con leyes como esta, la práctica está viéndose reconocida en los últimos años; más de 20 estados la han legalizado. Hasta la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA, por sus siglas en inglés), se ha posicionado a favor. Dice que es preferible a «comer carne saturada de antibióticos, hormonas y estimulantes del crecimiento», y que es más humano poner estos animales en el plato «porque no han sido castrados, descornados ni despicados sin anestesia, ni han sufrido el transporte atestado en condiciones a las que algunas personas no sobrevivirían».
20.000 ciervos son atropellados cada año en California
Las cifras publicadas en la prensa del país americano hacen pensar: solo en lo que a venados se refiere, unos 20.000 animales son atropellados cada año en California. En Alaska, donde el entorno hostil ha forjado un carácter que no admite desaprovechar un bocado y meter animales atropellados en los arcones congeladores es moneda común, un hogar puede tener carne para un año si recoge de la carretera un alce de 150 kilos.
Comida solidaria, picaresca y filosofía
A juzgar por el tratamiento que los medios estadounidenses han dado a la noticia, la conciencia norteamericana duerme tranquila con estas leyes. La revista Popular Science se pregunta si la carne de cuneta no será la próxima tendencia gastronómica en California, la tierra que ha exportado a todo a todo el mundo la idea de hacer sushi con aguacate. El prestigioso diario The Guardian no se ha resistido a acompañar la noticia con una receta para cocinar un oso.