Relatos

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Y con esto y un bizcocho…

Se acabó la temporada montera señores… gracias a Dios sin ningún percance.

Y antes de decir: ¡Hasta Octubre!, he tenido la suerte de disfrutar un último día de temporada memorable, en una buena montería, Valdeazores, organizada por la familia Solís, de Los Claveles, y con una apreciada compañía, José Antonio Muriel.

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Tierra de patos

Por muchos años viví en un lugar del sur de Texas conocido por tener el rancho más grande de los EEUU y uno de los más grandes del mundo, el famoso King Ranch. Su superficie es aproximadamente de un millón de acres. Parte del rancho limita con una bahía amplia y de muy poca profundidad, Baffin Bay, que desemboca en el Golfo de México. También es esta bahía notoria como lugar de pesca. A veces fui a pescar a este lugar, con amigos o solo, y rara vez volví a casa  decepcionado.

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Espectacular guarro con final feliz

Conocimos a César Caballero en una montería que celebró hace un mes Guillermo Rowe en Hornachuelos. 

Nos escribe para enviarnos el relato de su primer gran guarro cobrado en montería, en una finca de Jaén, ‘Mercadillo’, que llevaba más de cinco años sin montearse, por lo que a priori no era extraño que saliera de la mancha algún gran guarro salvaje. Esto sucedió:

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Mi última espera

Por Ignacio R. García Gómez
Solo con soñar sobre lo que los indicios presagian ya es disfrutar de un buen aguardo. Así empezó mi última espera. Hace dos semanas, estando de visita en el coto, me comenta mi buen maestro Juan Carlos que en el puesto de «la tetera» está entrando un guarraco, que por las huellas parece ser un buen ejemplar. Nos acercamos con cierto cuidado de no romper el monte y poder evaluar de forma clara las señales evidentes del paso de un señor jabalí. Las huellas dejaban al descubierto un buen ejemplar no sólo por la anchura sino también por la profundidad de la marca en el barro fresco.

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La pesca del ‘jabalín’

Por Carlos Enrique López
Cuando la canícula se deja caer de la manera que lo está haciendo, cada vez apetece menos leer cosas trascendentales, y menos para enterarnos de que cada minuto que pasa tenemos la cartera más jodida. Esta es la principal razón de recordar unos días de vacaciones en las que conocí a un personaje, merecedor sin duda de mejor cronista que yo. Procuraré transcribir la conversación que tuve y mantener su “acento”, especialmente interesante para disfrutar aún más de su recuerdo.

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Las joyas cinegéticas de mis cotos

Por José Fernando Titos Alfaro
Siempre se ha dicho por aquí que eso de llamarle perdigalla a la perdiz, caramono al conejo y gitanona a la liebre, amén de otros muchos dichos y palabrejas de similar calaña, fueron garbanzos que se cocieron en la olla de un tal Tío Calandria. ¡Vaya usted a averiguar ahora por qué! ¿a dónde estarán ya los huesos del dicharachero y muy singular Tío Calandria…? Era yo un chavalín, y ya andaba el pobre hombre encorvado como una alcayata y con los pies arrastras como ‘rastrillos’…

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Capítulo VII: Las piezas de caza de mis cotos y la montería

Por José Fernando Titos Alfaro

Dirá usted que esta es la bendita hora en la que aún no le he mencionado ni siquiera el jabalí ni el venado. Cierto que sí, pero que, como todo en la vida, eso también tiene su por qué. Y es que, aparte de que yo nunca fui amante de la caza mayor, el término de esta nuestra aldea de San Isidro de Rioseco jamás fue querencioso para tan codiciadas piezas de caza para los monteros.

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Amarcord… (Mis recuerdos)


Por Antonio Mata
Siempre dije que, en el fondo, esto no es más que una excusa. Cierto y verdad es que los lances son los lances y que, cuando se descuelga una perdiz desde la mitad del cielo, todo tiene otro color. Pero muchas de las veces, sobre todo cuando las piezas brillan por su ausencia, la caza no es otra cosa que echar el rato con los amigos. Y se echan buenos ratos entre los buenos recuerdos…