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’23 de abril, Juan Bravo, las avutardas’, por José García Escorial

23 de abril
El 23 de abril de 1521 se decapitó a los tres líderes comuneros: Juan Bravo, Juan de Padilla y Francisco Maldonado. Estatua dedicada al primero en la plaza de Las Sirenas, Segovia.

23 de abril, Juan Bravo, las avutardas

El próximo año se cumplirá el quinto centenario de la derrota de los Comuneros de Castilla en la campa de Villalar ante las tropas imperiales.

Con tantas gloriosas efemérides que atesora Castilla en casi diez siglos de historia, no entiendo muy bien el porqué de la celebración cada 23 de abril de la fiesta de la Comunidad.

¿Hacer día grande de una región una derrota? Me parece un poco mucho masoquismo. Es como si Nadal o el Real Madrid, celebraran como día especial el más aciago de su brillante historia.

Juan Bravo y Perico Delgado, héroes populares de Segovia

En Segovia han existido dos héroes populares, uno Juan Bravo y el otro Perico Delgado.

La calle principal de la ciudad que va desde el Azoguejo (la plaza del Acueducto), hasta la Plaza Mayor (donde se encuentra la catedral), se llama Juan Bravo.

En mitad de esa calle, más o menos, en la preciosa plaza de las Sirenas, la estatua del capitán de la milicia de Segovia enarbola la bandera comunera, que le llevará a la decapitación al día siguiente de la derrota de sus huestes junto con Padilla y Maldonado.

Además, Juan Bravo, miembro de la poderosa familia de los Mendoza por parte de madre, había nacido en Atienza, y se estableció en Segovia por causa de su matrimonio.

¡Por lo menos el popular ciclista Perico Delgado nació en Segovia!

23 de abril
Las avutardas del 23 de abril: «donde había muchas, y hoy en día una barbaridad, era en la llanura castellana-leonesa».

Me aficioné a saber de avutardas

Desde pequeño había entendido, no sé si por lecturas o pinturas de los Covarsí, que las avutardas eran más de tierras extremeñas o de Meseta Sur, además conocía de su existencia en Madrid, y era muy frecuente que las pudiese observar cuando dejando la carretera Nacional V para ir a Arenas de San Pedro cruzaba los llanos de Velada.

Pero estaba equivocado, donde había muchas, y hoy en día una barbaridad, era en la llanura castellana-leonesa, más abundantes en el Reino de León, Salamanca, Zamora, Valladolid, Ávila, Segovia…

Desde que por la Ley de 1970 empezamos a crear cotos privados de caza, me aficioné a saber y cazar avutardas, era en aquellos años la caza mayor para mí en esas tierras.

23 de abril
Había un día clave: el 23 de abril.

El 23 de abril, el día clave

El día clave de la temporada era, con la llegada del nuevo régimen, el 23 de abril, fiesta de la Comunidad, la presencia de gente trabajando en el campo era menor, y los pájaros estaban más tranquilos en los siete cotos que tenía.

Me conocía todos los bandos y los movimientos de estos, habitualmente te dominaban desde los cerretes, y cuando sobrepasabas su distancia de alerta elevaban su vuelo, pero de antemano sabía donde se darían.

Había un bando muy curioso que se levantaba en las laderas de Las Ordas cerca de un ‘bon’ (un bodón, una pequeña charca) y se tiraba cerca de Los Leganares, pero en un espacio no superior a diez hectáreas, que era un enclave en ¡mitad de un pinar! Lo que me permitía un rececho tapándome con los árboles para poder elegir a un espléndido ‘barbón’ en su plenitud, porque en esta fechas de la segunda mitad de abril era el momento idóneo del celo para ver y distinguir a los machos, engallados y preciosos, haciendo ‘la rueda’ previa al apareamiento.

Mi compadre (que en paz descanse) tenía un grave problema con su señora y la caza, si además se añadía mi persona al trío, yo era a la vez el tercer y cuarto jinete del Apocalipsis.

Y esto de las avutardas llevaba su tiempo, por lo que hasta la fecha nunca había venido conmigo (ni con nadie) a cazarlas.

Hasta que un año, mi compadre, cuando ya se empezaba a rumorear el estúpido cierre a la caza de esta especie (1), cuando teníamos, y tenemos, muchos miles de ejemplares sin riesgo alguno ni soñando de peligro de extinción, decidió venirse conmigo a intentar cazar su ‘barbón’, un 23 de abril de finales de los años 70.

23 de abril
Lada Niva, el todoterreno más eficaz.

Uno de los primeros Lada Niva que se matricularon en España

Quedamos que me recogiera en mi casa, éramos casi vecinos, con su coche de segunda mano recién adquirido, un Lada Niva.

Yo tuve un coche Lada Niva, y siempre he dicho que ha sido el todoterreno más eficaz que nunca he conducido.

El importador en España primero se instaló en un pequeño garaje en la avenida de la Moncloa de Madrid, allí es donde hice el trato.

En aquella época, suscrito a la revista Autopista, estaba al tanto de todas las novedades del mundo del motor, y ya había leído mucho sobre las virtudes de este pequeño tanque ruso con mecánica Fiat.

El coche lo saqué de Torrejón de Ardoz, donde ya se había desplazado el importador.

Me pongo en carretera para volver a Madrid, y cuando voy a 110 kilómetros por hora aquello empieza a hacer un ruido infernal, como si estuviera a punto de salir todo el motor por los aires, me di la vuelta en el primer cambio de sentido para volver a Torrejón.

Cuando llegué dije que el coche estaba muy mal y que hacía un ruido insoportable, pero me informaron que no pasaba nada, que era lo habitual… y era cierto tuve este tanquecito unos diez años, y luego estuvo dedicado a trabajos forestales, nunca me dejó tirado, y podía meterse en cualquier sitio para salir airoso, jamás lo atranqué.

En aquella primera época me paraba la gente en la calle para interesarse por el Lada, si no el primero de España tuve uno de los diez primeros que se matricularon.

Monteros poco puntuales

Recuerdo que en aquellos años no éramos muy puntuales llegando a las monterías, tocaba salir a cenar con las parejas de amigos y no había excusa para no hacerlo, por lo que era habitual trasnochar.

Además a las monterías nunca se llega tarde.

En aquella época las de invitación se entendían más como caza que como lucimiento de finca o instalaciones y la junta para el sorteo nunca era antes de las diez, no como ahora que para ir de montería tienes primero que abrir las calles de tu ciudad.

Llegaba tarde a la finca de Guadarranque donde nos invitaba Gabi de la Puerta, Jaime venía conmigo.

Circulaba a todo meter por el carril, hasta encontrarnos con un camión de perros («menos mal aún no han podido soltar», pensamos), pero el camión a pesar de aporrear el claxon no se apartaba, sin darse cuenta de nuestra presencia, hasta que en una pequeña recta, me salgo por la izquierda y cruzo delante del camión.

Llegamos tarde, pero casi en el momento en que Gabi decía nuestros nombres para sortear.

Luego me sacaron los colores cuando el chofer de la camioneta de perros se chivó, diciendo que un coche le había pasado ¡volando!

Las avutardas del 23 de abril: «sin ‘barbón’ para siempre».

Sin ‘barbón’ para siempre

Sigo con la excursión avutardera.

Me pongo a los mandos del Lada del compadre y enfilo aquel 23 de abril la carretera de La Coruña, que al ser domingo ya presentaba algo de tráfico.

Con el clásico ruido infernal del coche al llegar a la velocidad de crucero, según voy pasando coches por la izquierda me van haciendo señales, y continuo sin saber por qué, hasta que el ‘ruso’ empieza a dar tirones, me salgo en la salida de Las Rozas.

Me tiro al suelo y veo que la carcasa de la caja de cambios casi había desaparecido, y se le veían las ‘tripas’ al vehículo, ¡vaya destrozo!

¡Y qué peligro escupiendo trozos de acero por la autopista!

Intento meter la reductora, y funciona, y despacito fuimos a mi garaje de la Ronda de Toledo.

Nos dimos una vuelta por el luminoso y primaveral Rastro, adquirimos un par de navajas, almorzamos juntos, y la mujer del compadre se alegró cuando a las cinco de la tarde le devolví a su marido sin coche, pero lo peor, sin macho de avutarda, sin ‘barbón’ para siempre.

José García Escorial, 23 de abril de 2020, fiesta de la Comunidad de Castilla y León

Fotografías de avutardas: Juan Carlos Marbán
(1): La avutarda se cazó hasta la temporada 1979-1980 (artículo 1º de la orden de vedas), sólo con determinados permisos «desde el último domingo de febrero hasta el primer domingo de abril». De 1980, se entiende.
Ya en la temporada 1980-1981 no se permitió su caza (artículo 5º de la orden de vedas), y aunque se dejó la puerta abierta para volverse a permitir, ya nunca más se autorizó.

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