Coloquios con J. I. Herce Opiniones

Toya Díaz-Patón, el arte de lo natural. Coloquios con J. I. Herce

María Victoria Díaz-Patón Porras, Toya Patón para los amigos, es polifacética, la representación de alguien capaz de hacer muchas cosas y todas bien.

Agricultora, ganadera, veterinaria, empresaria, gestora cinegética, artesana, política, cocinera y además cazadora… ¡qué sepamos!

José Ignacio Herce Álvarez es secretario de la Comisión de Homologación de Trofeos de Caza Mayor de la Comunidad de Madrid y director de la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz en Madrid.

Qué decir de Toya Díaz-Patón (TD-P) –la llamo así porque espero estar incluido dentro de esos amigos a los que me refería en el encabezamiento–, que no sepamos ya.

Hablar de Toya es hablar de campo, de caza, de naturaleza, de arte y de amistad.

Es una mujer vivaz, sin pelos en la lengua, sencilla y, sobre todo, natural y además propietaria de una de las fincas de caza señeras de nuestro país, Navalonguilla, lo que la ha hecho ser objeto muchos artículos e incluso portadas, de las más prestigiosas revistas de caza o participar en programas de televisión, lo que no puede decir cualquiera.

Y es por todo eso por lo que Toya se merecía uno de mis coloquios que, con carácter general, solo dedico a aquellos amigos que cumplen con esos requisitos que acabo de describir en ella.

Pues eso, que a Toya le tocaba ya y en eso estamos…

Toya Caza
José Ignacio Herce y Toya Díaz-Patón antes de comenzar el jugosísimo coloquio.

JIH: Toya, ¿cuéntanos de donde te viene este amor por el campo y todo lo que contiene?

TD-P: Pues mira José Ignacio, el amor por el campo me viene porque se puede decir que, prácticamente, he nacido en él ya que a los diez días de nacer me llevaron a vivir al campo.

No solamente he pasado veranos y vacaciones en el campo, sino que, desde muy jovencita, he vivido y trabajado en él con mis padres.

«El amor por el campo me viene porque se puede decir que, prácticamente, he nacido en él ya que a los diez días de nacer me llevaron a vivir al campo»

JIH: ¿Cuéntanos algo de esa joya cinegética que es Navalonguilla?

TD-P: Mi madre heredó en la zona de Calatrava esta finca de caza que todos conocéis y que solo vale para eso, nada más, porque no tiene más que cuarcita, una piedra durísima por lo que no hay ‘cristiano’ que la quite, ni la pique, ni nada de nada… pero eso sí, tiene mucha agua y eso para la caza es muy importante.

Mi padre se agobió mucho porque no podía hacer nada en ella y lo que hizo fue hacer un consorcio forestal con el Estado que cercó la finca y la sembraron de pino negral –una m… (puedes decirlo así) de pino–, aunque después del incendio del 86 (¡hemos tenido 32!) se plantaron algunos piñoneros y ahora estamos quitando esos negrales ‘asquerosos’ que no valen para nada y manteniendo y cuidando el piñonero.

JIH: ¿Cuándo y cómo llegas a la caza? Toya

TD-P: En mi casa mi padre no era cazador, pero se hizo cazador para llevar a las monterías a mi madre que sí era cazadora, como su familia.

En aquella época se cazaba entre amigos y se iban invitando a sus fincas entre ellos con lo que cazaban prácticamente todo el año.

Recuerdo que era un grupo maravilloso en el que por ejemplo estaba la finca de El Hoyo, de los Palomino, la de Mahou entre otras, y luego cuando se acababa la temporada de caza, se iban a los toros a Madrid, Sevilla… vamos, que tampoco se mataban a trabajar pero como se lo podían permitir pues lo hicieron (sonríe).

Mis inicios con la caza los recuerdo con uno de mis tíos que, con tres años, me llevaba a cazar y yo no paraba de preguntarle las cosas que veía y oía.

Luego, con catorce años mi padre me sacó un permiso de armas y me compró un 22 –que entonces se podía usar–, y hacíamos esperas por la noche en verano.

Más tarde ya me fui sacando los permisos correspondientes, aunque te digo que yo nunca he sido muy cazadora, pero si me gustaba acompañar a mi padre o a mi tío Fernando Porras que fue el que más me enseño de caza.

JIH: ¿Mayor o menor? Toya

TD-P: Mayor, yo jamás he sido de caza menor.

Empecé a tirar con una escopeta del 20 y aquello me pareció un rollo terrible, eso de pegar tiros para cazar perdices y similares no me gustó nada de nada y me dediqué a cazar reses más grandes.

Me hicieron novia con 15 años, aunque ya llevaba algunos que otros cochinos y venados cobrados, recuerdo especialmente ese día porque me lo pasé pipa aunque también pasé mucho asco porque un íntimo amigo de mis padres, Eduardo López Guerrero, me metió la cabeza dentro de las tripas del cochino que maté, pero eso estaba dentro de un marco amistoso y divertido que siempre recordaré con cariño.

«Me hicieron novia con 15 años, aunque ya llevaba algunos que otros cochinos y venados cobrados, recuerdo especialmente ese día porque me lo pasé pipa»

JIH: ¿Este marco de amor al campo y a los animales es lo que te lleva a hacerte veterinaria?

TD-P: Lo decidí a los 14 años cuando a mi padre le envenenaron las ovejas y nunca nadie se responsabilizó de aquello, en ese momento le dije a mi padre: «No te va a volver a pasar porque voy a ser veterinaria», y así lo hice.

Llegué a la facultad en el año 72 o 73, con 18 años, y para mí fue genial, una gran ilusión.

Iba todos los días a clase y destaqué en ella porque se puede decir que era alguien diferente a mis compañeros, a los profesores les chocaba mucho que preguntase tanto y con tanto respeto.

Hice dos especialidades y mucha cirugía sobre todo de caballos y vacuno, aunque con 15 años ya había hecho con mi padre mi primera cesárea a una vaca cogiendo un libro… ¡y se salvaron la madre y la cría! (Sonríe).

JIH: ¿Te costó abrirte paso profesionalmente por ser mujer?

TD-P: Sí. Cuando terminé la carrera el entonces presidente del Colegio de Veterinarios de Ciudad Real decidió que debía de dar los títulos antes a los hombres y me tuvo tres años sin darme plaza, hasta que mandé una carta denunciándolo por indicación de mi hermano que es abogado y a las 24 horas me la dieron.

En ese momento, yo estaba recién casada y vivía en Puertollano, me mandaron a Alcázar de San Juan que estaba a 165 km, aunque al final acabe yéndome a Ciudad Real porque se me ofreció otro tema en Sanidad más interesante.

Después de nueve años allí, tuve mis complicaciones por no querer firmar ciertos informes y al final volví a Alcázar de San Juan que también fue una experiencia maravillosa para mí porque yo, siendo una niña flaquita y jovencita, hacía de todo y eso sorprendía a mis compañeros.

«Cuando terminé la carrera el entonces presidente del Colegio de Veterinarios de Ciudad Real decidió que debía de dar los títulos antes a los hombres y me tuvo tres años sin darme plaza»

JIH: ¿Fue entonces cuando comenzaron los problemas de salud que te apartaron de tu profesión?

TD-P: Sí. En la facultad tuve un percance con la coz de un caballo que me afectó a un hombro y un pecho, me operaron y me lo hicieron mal porque me quedé sin fuerza en el brazo izquierdo y, lógicamente, no podía trabajar con animales vivos.

Entonces pedí el reingreso en Sanidad porque había sacado la oposición, pero me lo denegaron, con lo cual les mande «a freír puñetas» y me retiré de la veterinaria, allá por el año 96 o 97.

«Tuve un percance con la coz de un caballo que me afectó a un hombro y un pecho, me operaron y me lo hicieron mal porque me quedé sin fuerza en el brazo izquierdo»

JIH: ¿Y a que te dedicaste entonces? Toya

TD-P: Mi madre tenía unas tiendas de decoración preciosas en Puertollano, yo abrí una en Ciudad Real hasta que me jubilé y me fui a Puertollano donde me dediqué a mis padres –que me necesitaban– y a llevar el campo, sobre todo la caza junto con mis hermanos.

JIH: ¿Y entonces comienzas a dedicarte a la caza?

TD-P: Exacto, en aquella época ya empezamos a vender monterías en Navalonguilla y, como te puedes imaginar, hemos vivido de todo porque, como bien sabes, en este mundo de la caza hay gente extraordinaria y otros que no tanto… Pero eso sí, las primeras etapas fueron geniales, teníamos unas reses de calidad y también furtivos por todas partes (sonríe).

JIH: ¿Cómo entiendes la gestión cinegética? Toya

TD-P: Te explico cómo aprendí yo a gestionar caza.

Cuando ocurrió aquel incendio que te he comentado de 1986, me di cuenta de que había algún animal que no era ni jabalí ni venado –que es lo que teníamos entonces–, que se comía todo y viendo las huellas, los restos y demás descubrí que eran muflones que habían llegado como consecuencia del incendio, nada menos que 150.

Pasé de odiarlos porque se comían todo, a descubrir que eran una maravilla porque se comían lo que los otros no querían pero a la vez cada vez eran más numerosos, y ahí fue donde aprendí a gestionar la caza y comprendí que la gestión consiste básicamente en mejorar lo que tienes, hay que estar muy pendiente de las reses, mantener el agua limpia, suplementar con alimentación cuando hace falta, etc., etc.

«La gestión consiste básicamente en mejorar lo que tienes, hay que estar muy pendiente de las reses, mantener el agua limpia…»

JIH: ¿Cómo ves la gestión cinegética actual? Toya

TD-P: Lo que me está pareciendo una barbaridad son los cercones, pero lo que me parece una barbaridad aún mayor, es la entrada de animales de otros países sin control sanitario en fronteras que son los que nos están metiendo la enfermedad y haciendo que nos carguemos el venado ibérico el Cervus elaphus hispanicus que es precioso y, sobre todo, es el nuestro.

«Me parece una barbaridad la entrada de animales de otros países sin control sanitario en fronteras»

JIH: ¿Qué es lo que más te molesta de las cacerías en este momento?

TD-P: Que se estén llevando reses de un sitio a otro para matarlas en una montería. Es decir, que se tenga una serie de reses guardadas y el día de la montería abran y las suelten…

JIH: Creo que lo vamos teniendo claro, pero ¿cómo sientes la caza?

TD-P: Me emociona ver los animales vivos, a veces se me caen las lágrimas viéndolos y también me encanta que alguien los cace y verlos en el plantel al final de la jornada.

Sobre todo, me gusta mucho cuidarlos y observarlos, de hecho, te diré que muchos meses de agosto me voy al campo solo a mirar, a observar que el cervuno, los jabalíes y los muflones están bien.

Toya Caza
Así lucía Toya en la portada de Jara y Sedal de mayo de 2004.

JIH: ¿Crees que esta visión tuya de la caza es la que impera en estos momentos entre nuestros cazadores?

TD-P: Verás, hoy día sólo cazan los que tienen mucho dinero, que no han sido cazadores en su vida y ni la viven ni la adoran como nosotros.

Mira, yo con mi primer oso en Canadá disfruté como nadie, pero con el segundo lloré también como nadie porque descubrí que era una hembra.

«Hoy día sólo cazan los que tienen mucho dinero, que no han sido cazadores en su vida y ni la viven ni la adoran como nosotros»

JIH: ¿Cómo vives esa jornada cinegética cuando se caza en tu finca?

TD-P: Bueno, yo sobre todo me ocupo de la gente, de que esté bien, de que se encuentre a gusto, pero cuando veo –y eso se sabe enseguida– que no son cazadores, me desentiendo un poco, y no te digo más si cuando los que dan la cacería al final son unos maleducados, entonces los mando directamente a «hacer puñetas» como ya me ha pasado en alguna ocasión con algunos que colocaron tres escopetas en puesto, se llevan las cabezas sin marcar, etc.

JIH: ¿Cómo crees que ha cambiado, si es que lo ha hecho, la gestión cinegética en nuestro país?

TD-P: La gestión de fincas ha cambiado mucho, pero como gestión de monterías el cambio ha sido como si le hubiéramos dado la vuelta completamente a lo anterior, salvo en las de invitación.

Ahora organiza cacerías cualquiera sin tener ni idea, traen a gentuza que tiene dinero pero que no son cazadores y que no tienen respeto al campo ni a la caza.

Eso me apena, porque se está perdiendo el respeto a todo.

«Ahora organiza cacerías cualquiera sin tener ni idea, traen a gentuza que tiene dinero pero que no son cazadores y que no tienen respeto al campo ni a la caza»

JIH: Con toda esa experiencia y conocimiento del tema, ¿cuál es el problema de la caza en la actualidad y como hemos llegado a esta situación?

TD-P: El mundo de la caza ha cambiado completamente porque las fincas han cambiado de propietario y se llevan de manera diferente a como se han hecho toda la vida y porque, como he dicho, ahora el 85 % de los cazadores que van a monterías de pago van en busca del trofeo y porque han decidido que son los mejores cazadores del mundo.

JIH: Veo que la caza ha formado parte de tu vida, ¿cómo la entiendes ahora?

TD-P: A ver, la caza forma parte de mi vida anterior, en este momento apenas cazo porque desde hace años en montería no puedo tirar porque solo puedo hacerlo con una sola mano y necesito un trípode y eso es muy difícil.

Hago alguna espera y sobre todo voy a las monterías sin armas, a pasar el día, acompañar en algún puesto y disfrutar de un día de caza con mis amigos.

«Apenas cazo porque desde hace años en montería no puedo tirar porque solo puedo hacerlo con una sola mano»

JIH: Pero yo sé que has descubierto un paraíso cinegético…

TD-P: Cierto. Hace muchos años que descubrí África y me chifló, allí te preparan todo, te ponen el trípode, te acompañan a todo, tiro solo con el brazo derecho…

JIH: ¿Qué es lo que cazas por aquellas tierras? Toya

TD-P: He estado un par de veces en Botsuana pero nunca cazaré un elefante porque me da una tristeza enorme, pero sé que hay que cazarlos porque es necesario, y eso sí, he ‘deshecho’ tres elefantes enteros para ver como son por dentro (sonríe).

«Nunca cazaré un elefante porque me da tristeza enorme, pero sé que hay que cazarlos porque es necesario»

JIH: ¿Con lo nerviosa que tú eres está claro que te costara tirar?

TD-P: Pues mira, con lo nerviosa que soy, como bien dices, tiro con una gran tranquilidad, no tengo ninguna prisa. Tengo un .270 Win –que compre hace unos años–, con cuatro cajas de balas y habré cuatro unas 30 reses y aún me sobran dos cajas sin gastar.

JIH: Tu siempre has luchado por reivindicar el papel de la mujer en al campo, pero pocas mujeres conocemos que abarquen tantos campos dentro de nuestro rural, ¿te ha costado mucho salir adelante por ser mujer?

TD-P: Ufffff, ahora soy una mujer gordita y con cara de mala leche, pero cuando empecé era muy delgadita, con cara de niña y hablaba mucho, me costó mucho abrirme camino, incluso dentro de mi propia familia y, lógicamente, también fuera de ella, ya te conté lo me costó conseguir la plaza…

Aunque si tengo que reconocer que mis compañeros cuando vieron cómo les ayudaba y como me esforzaba, me acabaron adorando. Pero me costó mucho, mucho.

«Ahora soy una mujer gordita y con cara de mala leche, pero cuando empecé era muy delgadita, con cara de niña y hablaba mucho, me costó mucho abrirme camino»

JIH: Habitualmente tendemos a echar la culpa de todo a los animalistas, al gobierno… pero ¿cuánta parte de la culpa es nuestra?

TD-P: Mucha parte de culpa es nuestra porque hemos dejado que este mundo de la caza no lo anden, lo pateen, aquellos que lo hacen sólo por dinero y por trofeos.

Falta educación para la caza y amor por ella, los que somos y nos sentimos cazadores ¿cuántas veces hemos ido de caza y hemos vuelto sin nada?, pero eso sí, muy felices.

JIH: Ya tenemos claro que es lo que no te gusta de este mundo de la caza, pero y ¿lo que más te gusta?

TD-P: Eso es muy fácil de contestar, mis amigos. Toya

El mundo de la caza me ha hecho conocer mucha gente que de otra manera no habría conocido.

JIH: Últimamente, y por si te sobraba tiempo, en 2019, también te has dedicado a la política llegando a presentarte como número 1 de VOX al Senado, ¿qué esperabas conseguir desde ese puesto?

TD-P: Sólo quería ayudar, yo me metí en política por apoyar a Ricardo Chamorro al que conozco y a su familia de toda la vida, y estaba solo porque nadie se quería unir a VOX, además estaba un poco cansada del PP de Cospedal.

Iba al Senado y sabía que no iba a salir, pero lo intenté y no lo conseguí sólo por 1.200 votos…

«Sólo quería ayudar, yo me metí en política por apoyar a Ricardo Chamorro, y estaba solo porque nadie se quería unir a VOX»

JIH: ¿Cuál crees que es el papel de la política en estos momentos en todo lo referente al mundo rural y, sobre todo, a la caza?

TD-P: Nada menos que están arruinando todo lo que es campo. Toya

Se les olvida que, en el campo, además de la agricultura y la ganadería, está la caza que deja muchísimo dinero en todos los sectores que la rodean, además de ser imprescindible para el mundo rural.

No se dan cuenta que están prohibiendo cazar animales que no son buenos ni para la agricultura, ni para la ganadería ni para nada.

JIH: Has estado muy cerca de ser diputada, ¿en el caso de acceder al poder qué medidas tomarías con carácter inmediato?

TD-P: Quitaría todas las subvenciones a los animalistas, ecologistas y demás, porque si no tendríamos que dárselas por igual a todos los ganaderos y agricultores.

Y haría muchas cosas más, como mandar a unos cuantos indocumentados a trabajar un tiempo al campo para que vieran lo que es (sonríe).

«Mandaría a unos cuantos indocumentados a trabajar un tiempo al campo para que vieran lo que es»

Toya Caza
Otra de las facetas de Toya es la de artesana, es capaz de hacer cosas preciosas con huesos, cuernas…

JIH: Además, sé que tienes una afición a ir recogiendo todo lo que ves por el campo, huesos, cuernas… y ello te ha llevado a tu faceta artística que complementa de alguna manera esas otras actividades de las que hemos hablado, cuéntanos en qué consiste ser ‘artesana lapidaria’ y cómo consigues dar vida a esos restos que de otra manera pasarían inadvertidos

TD-P: Yo de toda la vida había ido recogiendo todo lo que me encontraba por el campo, pezuñas, cuernas… siempre iba mirando al suelo.

En un momento pensé en qué se podía hacer con aquello y comencé a trabajar con todo lo que dejan limpio los buitres, haciendo con estos restos cosas bonitas que no hace nadie.

«Comencé a trabajar con todo lo que dejan limpio los buitres, haciendo con estos restos cosas bonitas que no hace nadie»

JIH: Y cómo andas de cocina, porque creo que también sabes sacar partido a estos ‘restos’

Me encanta la cocina de caza y la de toro bravo ni te cuento. Toya

He aprendido a cocinar cosas distintas y graciosas, hago unos guisos muy ricos a fuego muy lento, con unas salsas exquisitas como una de cebolla con pasas que se tarda 24 horas en hacer, no te olvides de que he tenido un catering para monterías más de cinco años.

«He aprendido a cocinar cosas distintas y graciosas, hago unos guisos muy ricos a fuego muy lento, con unas salsas exquisitas, no te olvides de que he tenido un catering para monterías más de cinco años»

Toya Patón reúne en sí un montón de virtudes de las que ya hemos hablado durante la entrevista, pero a todas ellas se une su arte, un arte original, sencillo, cercano… reflejo de su exquisito buen gusto y que de alguna manera representa todo lo que ella ama, el campo, los animales… la vida aún después de la muerte.

Lo dicho, un placer conversar con ella y si fuera por nosotros, todavía estábamos charlando.

Toya Coloquios con José Ignacio Herce Álvarez

 

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