En estos días muchos se preguntan si, finalmente, se impondrá una moratoria de la caza de la tórtola europea por las recientes decisiones que se han tomado en Bruselas. Pese a que hemos consultado a varias fuentes, seguimos sin saber qué sucederá. Y otros tantos nos preguntamos si las moratorias consiguen lo que buscan: la conservación de especies en estado crítico. Hay respuestas fáciles y directas, que posiblemente salen del corazón pero no de la cabeza. ¿Qué nos dice la ciencia?
Resultaría complicado poner en común todo el conocimiento sobre tantas especies que, en un momento concreto, dejaron de cazarse para pasar a ser estrictamente protegidas. Si nos atenemos al caso español, tenemos un buen puñado de especies antaño cinegéticas que han corrido mejor o peor suerte: algunos casos son bien conocidos, como los linces, osos, avutardas y otras aves esteparias, perdices pardillas y urogallos (entre otras).
No hay duda, y quítense la venda de los ojos, que en ocasiones llega un momento en que la naturaleza no da para más, y es ahí donde la veda/moratoria es ineludible. Pero si al hecho colgar la escopeta no se le acompaña de la gestión de las poblaciones, permítanos decir que este gesto no vale para mucho, o al menos no tiene el efecto esperado, sobre todo cuando la caza no es el problema principal que afecta a una especie.
Si tras la veda del lince y el oso no se hubieran realizado esfuerzos importantes para ofrecer más alimento, refugio y tranquilidad a estos animales, es más que posible que la veda no hubiera servido de mucho. Un claro ejemplo es la tórtola europea en el Reino Unido, cuya caza fue prohibida a principios de los años 1980, y desde entonces sus poblaciones han disminuido en un 90% (casi nada). El hábitat no ha sido restaurado, y las tórtolas ya casi no crían al otro lado del Canal de La Mancha.
Todos los años, muchos cotos en España se «autoimponen» una veda/moratoria si la perdiz, el conejo y la liebre no han criado bien. Y al año siguiente se nota.
Llegamos a la conclusión de que tal vez estamos dando demasiado protagonismo a detener o reanudar la caza, quizás porque no somos capaces de «coger el toro por los cuernos» para muchas especies, toro que tiene por nombre «gestión».
Por equipo de Ciencia y Caza
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