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Ángel Serrano y Lourdes Cervera, Rehalas El Lince. Historia de la montería. Coloquios con J. I. Herce

Rehalas El LinceJosé Ignacio Herce Álvarez es secretario de la Comisión de Homologación de Trofeos de Caza Mayor de la Comunidad de Madrid y director de la Reserva de Caza Sonsaz-Madrid

Hablar de montería es hablar rehalas y hablar de rehalas es, lógicamente, hablar de perros y, cómo no podía ser de otra manera, hablar de perros de rehala es hablar de rehaleros. Unos, legendarios, diferentes, han sido la pareja que fundó Rehalas El Lince.

Rehalas El Lince
José Ignacio Herce, Lourdes Cervera y Ángel Serrano, el Lince, durante el coloquio.

Nuestro país ha dado grandes rehaleros, algunos de los cuales han pasado a la historia de nuestra montería.

A todos se nos viene a la cabeza alguno de estos nombres y entre ellos seguro el de Ángel Serrano (AS), el Lince, un enamorado del campo, de los perros y de la montería.

Pero hablar de Rehalas El Lince no es solo hablar de Ángel, ya que esta rehala no sería nada sin Lourdes Cervera (LC), esposa de Ángel y alma de la rehala.

Usaremos (REL) por Rehalas El Lince cuando ambos respondan al unísono.

Hoy vamos a tener el placer de volver a nuestros diálogos con ellos dos, parte viva de la historia de nuestra montería.

Me interrumpe Ángel para decirme que hay alguien aún más montero que ellos en la familia, su hijo Javier, que ya monteaba en la barriga de su madre cuatro meses antes de nacer (ríe).

JIH: Para abrir boca, Ángel, ¿qué es para ti la montería?

AS: Es una forma ancestral de cazar, que se fue perfeccionando con el tiempo hasta que hemos llegado a un momento en que ha degenerado mucho.

Las rehalas de hace cuarenta años no tienen nada que ver son las de ahora, por ejemplo, antes había hasta piques entre los rehaleros por ver quién levantaba más o quién agarraba más –«y más compañerismo», apostilla Lourdes–.

Nadie salía de una finca hasta que no apareciese el último perro, ahora, ya te digo…

Antes la rehala eran 35 o 40 perros, ahora con 12 o 14 ya tienen una. Cuando termina la montería a cobrar y aire.

Otra cosa, yo nunca he cobrado por llevar mis perros, solo puesto y propina para los perreros.

Y entre la forma de cazar de antes y de ahora es como la noche y el día, y no digo que no haya buenas rehalas, que las hay, pero hay mucha morralla también.

«La montería es una forma ancestral de cazar, que se fue perfeccionando con el tiempo hasta que hemos llegado a un momento en que ha degenerado mucho»

JIH: ¿Y por qué crees tú que esa ‘morralla’ sigue funcionando? ¿Se les exige menos que antes? ¿Los organizadores no se preocupan?

AS: (Sonríe) Mira, hoy día cualquiera que alquile una finca ya es ‘orgánico’ de montería.

Yo recuerdo al que para mí ha sido unos de los mejores orgánicos, Luis Higuero (al hablar de él se le quiebra la voz y alguna lagrima asoma por sus ojos), porque lo aprendió desde pequeño, y él, por ejemplo, jamás habría hecho como ahora que se dan monterías hasta en mitad de rastrojos.

No se pistean las fincas, los guardas no saben las querencias de los bichos, los propietarios no se reúnen antes con los rehaleros para ver cómo soltamos, si vamos al tope, hasta el final, ida y vuelta, si soltamos desde varios sitios. Eso ya no existe.

JIH: ¿La caza ha perdido romanticismo? ¿Quizá el problema este en la comercialización de la caza? ¿En sacar rendimiento a la finca a cualquier precio?

AS: Hombre, claro. El problema es la comercialización de la caza, sin duda.

“La caza ha perdido romanticismo. El problema es la comercialización, sin duda”

JIH: Pero también te digo una cosa, Ángel, han cambiado los organizadores, los propietarios… pero también es cierto que ha cambiado el cazador, ¿no te parece?

AS: Claro, se ha modernizado. Antes esperamos todos para comer juntos, comentábamos los lances… y ahora es terminar y todos a casa.

Aquí interviene Lourdes…

LC: Que quede claro que mucha culpa tienen las mujeres, que os dicen «a comer a casa», y como no sea aficionada, al poco tiempo viene el divorcio (ríe).

Tampoco se pueden llevar la caza a casa porque no hay quien limpie el conejo o la liebre, cosa que antes la mujer del cazador lo hacía.

JIH: ¿Crees que todo esto llevara a la caza a su desaparición, al menos como la conocemos nosotros?

AS: A ver, la caza como tal no creo que desaparezca, ahora bien, como la entendemos nosotros está despareciendo.

Aún queda alguno, pero añade Lourdes, «se cuentan con los dedos».

Los padres no meten el veneno de la caza a los hijos, porque al que le entra ya no se lo saca nunca.

“La caza como tal no creo que desaparezca, ahora bien, como la entendemos nosotros está despareciendo”

JIH: Vamos al tema, Ángel, ¿cómo alguien se hace rehalero? ¿De dónde sale esa afición?

AS: Bueno, yo siempre tuve perros de caza menor, casi desde antes de nacer.

Mi padre era un cazador tremendo y en cuanto pudo me empezó a llevar de montería, pero a mí lo que me gustaba era ir con los perros y poco a poco me fui picando, cogiendo perros y al final con algo menos de dieciocho años me hice con una rehala.

Primero tuve los perros en Villalba, luego en Robledo del Mazo, de allí a Alcobendas, Paracuellos, Arganda para terminar en Perales del Río donde tengo actualmente los alanos.

JIH: Cuando se monta una rehala, ¿cómo se eligen los perros que la compondrán?

AS: Mira, una rehala es un ejército en pequeño y un ejército debe tener de todo.

Una rehala ha de tener de todo, como he comentado, desde los buscas que son estos perrillos pequeños, como un grifón enano que tuve y al que le matábamos todos los años más de sesenta cochinos, solo latía a los guarros, no engañaba nunca y siempre iba a tu lado así que cuando no le veías te ponías a escuchar y a lo lejos oías el ¡ay, ay, ay… ay, ay, ay!… y entonces, los perros, como sabían que el pequeño grifón no mentía nunca, se echaban encima del guarro y cuando este se quería levantar ya tenía cuarenta encima, y se acabó el cochino, eso sí, él directamente no daba la cara (ríe).

Luego tienes que tener los de persecución, como los podencos, y los alanos que son la artillería pesada, y así se va haciendo la rehala. Siempre con perros de diferentes razas y cada uno con su función dentro de ella.

“Una rehala debe tener de todo, desde los buscas que son estos perrillos pequeños, ha de tener los de persecución, como los podencos, y los alanos que son la artillería pesada”

Rehalas El Lince
José Ignacio Herce y Ángel Serrano con un alano adulto y un cachorro de Rehalas El Lince.

JIH: Quizá sea el alano la raza que mejor definía tu rehala, ¿no es así?

AS: Bueno, el alano nunca ha sido la base de mi rehala, aunque eso sí, ha sido un complemento imprescindible.

Tiene una valentía y una potencia tremenda, dos de ellos son capaces de tumbar un toro de seiscientos kilos, para que te hagas una idea.

Además, es muy completo, yo he tenido algunos que seguían el rastro como los podencos, aunque su principal ventaja en la rehala es que salva a muchos perros e incluso al rehalero, cuando agarra no suelta y eso hace que cuando enganchan al cochino le puedas entrar como si fuese una estatua.

“El alano nunca ha sido la base de mi rehala, aunque eso sí, ha sido un complemento imprescindible”

JIH: Vamos con Lourdes, ¿qué hace una mujer en el mundo de la rehala?

LC: Pues cuando te gusta el campo y los perros ya tienes un base y sobre todo que a mí no me gusta ir de puesto, el poder entrar con tu cuchillo o tu azagaya, eso es para mí es cazar, y tengo tres rifles y cinco escopetas, pero a mí que me den mi cuchillo y mis perros y cuando no lo pueda hacer dejaré de cazar.

Ángel interviene para aclararnos que «esta señora que tengo a mi lado lleva más de doscientos cincuenta cochinos rematados a cuchillo. No veas el respeto que la tengo» (ríe).

“Esta señora que tengo a mi lado lleva más de doscientos cincuenta cochinos rematados a cuchillo. No veas el respeto que la tengo”

JIH: ¿Cuántas mujeres rehaleras conoces? el Lince

LC: Ahora hay alguna, sobre todo jovencitas de dieciocho o diecinueve años, pero en mi época ninguna.

Piensa que en los pueblos íbamos a unas pensiones que se estaba mejor en las perreras que allí, y cuando te veían vestida de camuflaje, con el pelo recogido bajo la gorra, te decían «pero dónde va usted, si va a salir del monte en bragas y sujetador», y yo contestaba «a ver si va a salir usted en calzoncillos». Lo veían muy raro, sobre todo en los pueblos.

“Cuando te veían vestida de camuflaje, con el pelo recogido bajo la gorra, te decían «pero dónde va usted, si va a salir del monte en bragas y sujetador», y yo contestaba «a ver si va a salir usted en calzoncillos»”

JIH: ¿Te fue difícil ser rehalera en ese mundo de hombres?

LC: A mí siempre me han respetado mucho, mucho, incluso preferían que fuera con ellos.

Después nos íbamos todos de discotecas, menos este que se quedaba jugando al mus (dirigiéndose a Ángel, evidentemente).

Ángel interviene: «Fíjate que los rehaleros, rehaleros de verdad tipo Periquillo, Basiliso, el Lute… les gustaba que fuera con ellos por el pique que tenían».

JIH: Ángel, si hablamos de experiencias vividas seguro que puede escribir un libro, pero, ¿qué destacarías de tus vivencias?

AS: Pues fíjate, algo que pocos rehaleros pueden compartir.

Salimos de Madrid un 11 de octubre con mi camión Barreiros Saeta 35, cargado de perros, y un grupo de cazadores todos ellos propietarios de fincas.

Con el primero que empezamos era con Pucho Gamazo, conde de Gamazo, cerca de Talavera, y luego de finca en finca…

Existía un pique enorme entre ellos, pero no por ver quién cazaba más, sino quien organizaba el mejor fin de fiesta después, acabando a las cinco de la mañana (ríe), pero, eso sí, al día siguiente a las nueve de la mañana todos a montear.

A lo que vamos, volvimos a Madrid el 10 de diciembre, ¡habiendo cazado todos los días!

“Salimos de Madrid un 11 de octubre con mi camión Barreiros Saeta 35, cargado de perros, y un grupo de cazadores, volvimos el 10 de diciembre, ¡habiendo cazado todos los días!”

JIH: Y tú, Lourdes, ¿qué recuerdas con cariño?

LC: Quizá el día de los franceses. Fue con Javier López de Ceballos que solía traer franceses, ese día nos metimos mi hija y yo con dos rehalas y un perrero, y a un francés le cobramos dos o tres cochinos y mi hija un venado extraordinario que bajaba como un obús. Cuando llegamos a comer me dijeron de comer con ellos y, una vez preparaditas y con nuestros tacones, nos pusieron a presidir la mesa.

También nos ha pasado a mi hija y a mí confundirnos con chicos y después deshacerse en disculpas (ríe).

JIH: Ángel, me imagino que también habrá habido algún día que quieras olvidar…

AS: Más de uno, pero nunca olvidaré ese día en Almuradiel en que un guarro me hirió diecisiete perros y me mató siete.

Estaba en un zarzalón muy grande, pero con una sola boca, y perro que entraba, perro que degollaba. Le sacó una perra fox terrier chiquitita, que se coló por una hura de conejo y cómo tenía la manía de agarrar siempre por los ‘güitos’, acabo sacándolo a escape (ríe). Estuvimos cosiendo perros cuatro horas con Julio Agosti el cirujano cardiovascular, yo le llamaba ‘Julio, Agosti y Septiembre’ (ríe).

JIH: ¿Y tú, Lourdes? el Lince

LC: (No lo duda) El día que me perdí en Sotillo de la Adrada.

Me caí dentro de un barranco y no podía salir, todo lleno de zarzas y a más de metro y medio…llamaba a Ángel que estaba con Jaime Plasencia y no me oían porque hacia viento.

Al final llegaron dos mastines, uno se metió por debajo, me subí encima de él y consiguieron sacarme.

Fue un día muy complicado por muchas más cosas y yo pensé que no salía del monte.

“Me caí dentro de un barranco y no podía salir, todo lleno de zarzas y a más de metro y medio… llamaba a Ángel, pero no me oía porque hacia viento. Al final llegaron dos mastines, uno se metió por debajo, me subí encima de él y consiguieron sacarme”

Rehalas El Lince
Lourdes Cervera y Ángel Serrano, tanto monta, monta tanto, son Rehalas El Lince.

JIH: ¿Cómo vive un perrero la muerte de uno de sus perros?

LC: ¡Muy mal, muy mal, es como si te quitasen algo tuyo, muy mal, muy mal y más si le has criado en casa!

JIH: ¿Sale rentable ser rehalero? el Lince

LC: Para nada. Es una ruina total y ahora más. Pero es un veneno que no te puedes quitar, es como es como el drogata que sabe que le hace mal pero no lo puede dejar.

“Para nada es rentable ser rehalero. Es una ruina total y ahora más”

JIH: ¿Cómo se distingue un buen perrero de uno malo?

LC: El buen perrero quiere a los perros, se mete en el monte. Y el otro no los quiere va solo por el dinero y solo busca las trochas, fundamentalmente por eso.

JIH: ¿Cómo veis las rehalas de ahora? el Lince

AS: Es que lo de ahora no son rehalas, llevar doce perros no es una rehala.

En mi época la rehala llevaba 35 o 40 perros, como te dije, ahora el perrero quiere corderos, solo quieren perros que se recojan rápido, cargar y que se puedan marchar pronto a casa.

Ahora meten todo lo que pillan, hasta caniches, y se de algún caso que una semana antes se van a la perrera municipal y los cogen de allí.

LC: A mí me ha pasado llegar a un agarre peligroso en una zona de terrazas, con zarzas y aulagas.

El Lince iba por arriba con otros perros, yo oí ladridos, me bajé y vi al perrero contra las zarzas y un ‘guarraco’ enorme chascando los dientes y el perrero no se podía mover.

Mi mastín se tiró a la oreja y consiguió apartarle, pero el perrero se quedó enganchado y tuve que coger el cuchillo con las dos manos y me tiré en picado a pegarle el cuchillazo, y en esto viene hacia nosotros otro perrero con siete y ocho caniches que cabían en mi maletero y le mete el cuchillo al guarro y le pincha por el culo… Le dije «y ¿ahora vienes tú a picharle por el culo? ¿Por qué no has venido cuando estaba ahí el perrero sujetando los perros? Ya verás cuando baje el Lince», no se paró ni a recoger la propina, se largó corriendo.

JIH: A ver si nos enteramos, ¿cómo se entra a un cochino?

REL: Pues depende, unas veces por detrás, otras por delante, saltando por encima…, dice Lourdes y apostilla el Lince, nunca, por muchos perros que tenga, hay que entrarle desde abajo, si hace pendiente tienes que dar la vuelta y entrarle de arriba hacia abajo, porque como entres por abajo –por muchos perros que haya– si pega un tirón se te monta encima, y si le entras por arriba ya no puede subir.

“Nunca, por muchos perros que tenga, hay que entrar a un cochino en un agarre desde abajo”

JIH: ¿Creéis que el personal está preparado para entrar a rematar?

LC: Tienen mucho miedo, he visto perreros a los que les están matando los perros y tener que gritarle «¡éntrale, éntrale!», y nada. Muchos no saben ni donde pincharle, en muchos casos porque no se lo han enseñado, tienen que aprender por internet…

Otra cosa es que los orgánicos de ahora no quieren perros de presa porque no quieren que el perrero mate el guarro en el monte.

Los cazadores de antes sí los querían y si estaba herido bajaban con el cuchillo, los de ahora no, los rematan de un tiro les da igual que esté lleno de perros… el cuchillo hace bonito.

Antes los monteros capaban el guarro, ahora ni se les ocurre, no saben.

«Matar un guarro con el cuchillo es más que matar cincuenta con escopeta o rifle», añade el Lince.

“Matar un guarro con el cuchillo es más que matar cincuenta con escopeta o rifle”

JIH: Visto lo que me estáis contando, casi se puede decir que ya no hay rehaleros, solo gente que tiene perros…

REL: La rehala hay que vivirla –dice Ángel–, y como los nuevos no aprendan no sé lo qué va a ocurrir.

Todos mis chicos con seis o siete años han pinchado guarros y eso no se olvida. Ahora solo hay esbozos de rehaleros, comenta Lourdes.

JIH: Decidme qué finca recordáis como el paradigma de la montería el Lince

REL: Son muchas, hemos monteado las mejores de España, con Franco y con el rey emérito, y hasta incluso en una de Santiago Carrillo.

Te digo una cosa, en la mejor se puede pegar un petardazo, quizá Los Escoriales, Cerro del Toro, Sardina, Herraderos, Hoyo de Mestanza, por decir algunas porque hay muchísimas muy buenas.

JIH: Pregunta difícil, ¿decirme una rehala que actualmente represente los valores de la rehala?

REL: La de Esteban Meño, dice sin dudar Lourdes. Valdueza, aun sin Periquillo, sigue teniendo un altísimo nivel. Perico Castejón es montero y rehalero, es alguien que sí vive la montería.

Rehalas El Lince

JIH¿Ya se acabó Rehalas El Lince?

REL: Como rehaleros sí, ahora nos dedicamos a nuestros alanos.

“Rehalas El Lince como rehaleros ya se ha acabado, ahora nos dedicamos a nuestros alanos”

Hablar con Ángel y Lourdes es vivir la caza, la montería, el latir del monte… es una experiencia única.

Historias, recuerdos, vivencias en suma de una pareja de rehaleros que han dejado huella en el campo y en el recuerdo de aquellos que tuvimos el placer de compartir jornadas con ellos.

Quizá sean un recuerdo de tiempos que no volverán.

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