23 de febrero de 2021 en África…
Descorro las cortinas de mi dormitorio, y, apenas a tres metros de la ventana, veo hozando a cuatro facocheros. Están arrodillados y no es cierto que hocen, sino que están comiendo la verde y jugosa hierba que tanto esfuerzo nos cuesta mantener.
Los contemplo durante unos minutos, deben de ser hermanos, uno un poco más robusto es un macho, se le notan las cuatro verrugas de la jeta.
Ya están destetados, y vaya usted a saber el destino de la madre; quizás un osado caracal se haya hecho con ella; la realidad es que están huérfanos, andarán por los seis meses de edad y si para dentro de seis meses el mercado se anima, y tenemos cazadores, alguno de estos animales no va a llegar a comer el turrón, a las Navidades de este 2021.
Me gustan los bushbucks
A propósito, tamborileo el cristal con mis dedos y se largan, aunque no de modo precipitado. Subo la persiana del baño, y una hembra de bushbuck está degustando las verdes delicatessen al lado del garaje.
Parece que los animales hayan sabido que llegué ayer y me están dando los buenos días. Aunque si aparecen los babuinos, alguno se va a llevar un disgusto en sus carnes.
Me gustan los bushbucks, igual que, sus cuasi parientes, nuestros corzos, su modo de vida y hasta su ladrido son casi idénticos.
23 de febrero de 2021
Es una hembra vieja, ya la conozco, hace unos meses andaba con un hijo, un machete, y un sultán que nunca me dio oportunidad de tirarlo. Ahora espero verla muchas mañanas, y no creo que la haga filetes hasta que la vea muy decrépita, aquí a mi lado está a salvo del taimado lince caracal, nunca los he visto rondando mi casa.
Hace 40 años del 23 F, en esa fecha no me podía imaginar que España cuarenta años después estuviera tan mal, ni que yo pasados esos años estuviera tan bien en África.
