CRÓNICA
Con gran expectación se esperaba esta clásica montería que ofrece Monteros de Encinasola a sus habituales en su calendario particular.
El diecinueve de enero era la fecha escogida desde punto y hora por esta organización para cazar esta finca extremeña de gran extensión totalmente cubierta de monte bajo apretado de jaras, madroñas y coscojas, con arbolado de encina en los dos tercios superiores de la misma y un eucaliptal en la parte baja.
Setenta y tres puestos se habían marcado en las 1.500 hectáreas de monte con que cuenta la finca y treinta y cinco rehalas venidas desde distintos puntos de la geografía española, cargadas con los mejores perros de jabalí serían las encargadas de repartir ilusión a los monteros que, venidos también desde toda España acompañaron a la organización desde la noche antes, con una acogedora cena de hermandad que precedía al sorteo de las posturas.
Así, con gran parte del trabajo hecho se retiraban los monteros a dormir, a sabiendas de su posición dentro de la mancha, esperando que llegase pronto la mañana del sábado.
Sobre las ocho y media comenzaban a llegar los asistentes al punto de reunión, donde recogían sus puestos todos aquellos que no pudieron asistir la noche antes al sorteo y tras las últimas indicaciones de Paco Berjano e Ismael García, comenzaban a salir los primeros cierres.
El reloj marcaba las once en punto cuando se comunicaba por radio que todos los monteros estaban en sus puestos y que se daba luz verde a la suelta de las rehalas.
Había cochinos movidos por los monteros que transitaban antes de la suelta por las posturas, produciéndose algunos disparos sueltos que no llegué a escuchar personalmente, pero que me confirmaron que así había sido. La gran extensión de la mancha no permitía escuchar todo lo que acontecía, esto, sumado a la lluvia que a rachas apretaba impedía escuchar lo que acontecía.
Tras abrir los portones de las rehalas, los primeros quince minutos fueron de infarto, ladras por doquier y perros que seguían cochinos por todos lados, ofreciendo oportunidades a los monteros más próximos a los distintos puntos de suelta que la organización había establecido, así, llegué a contar 42 disparos en los primeros quince minutos de montería, todo ello sin salir de mi asombro, dado que estábamos cazando a cochinos.
La lluvia fue remitiendo a rachas a medida que el tiempo fue transcurriendo, al igual que los lances fueron siendo cada vez más espaciados, pero sin dejar de sucederse de principio a fin.
Lo primero que irrumpió en mi postura, fue la alocada carrera de cuatro corzas perseguidas muy de cerca por toda la rehala del amigo Alfonso Naharro, pasaron sin más dilación y al rato de cumplir volvían aquellos podenquillos por sus pasos para muy cerquita de mí, hacer un levante de jabalí que cumplía a la traviesa.
Tras ser abatida esa ladra, volvían aquellos perrillos al lugar del encame, donde de nuevo volvieron a llevarse otro jabalí, que fue finalmente apresado por el grueso de la rehala y abatido a cuchillo como mandan los cánones.
No demorándose mucho en el tiempo, otra ladra que venía esta vez de la parte mas alta se aproximaba a mi postura, muy lenta. Claramente pude advertir de oído, como el jabalí se paraba y hacía frente a los canes, chillando algunos en la arremetida del cochino que finalmente aparecía en mi tiradero envuelto literalmente en perros. Una gran mole negra atravesaba fugazmente el camino para perderse de nuevo en la espesura, pero allí quedó parado de nuevo esperando a sus contrincantes, era enorme.
Por encima de las matas podía ver cómo en las arremetidas salían en volandas los perros del amigo Luis Gómez, que derrochando valentía dieron la vuelta al tremendo marrano para metérmelo literalmente debajo de los calzones, donde de certero disparo me quedé con él.
Tras abatirlo pude comprobar que era una jabalina de tremendo tamaño, que no se lo había puesto nada fácil a los perros.
Tras dejarlos morder un poco los devolví a su trabajo y continuaron levantando cochinos y ofreciendo lances al resto de los monteros.
Tres jabalíes de poco porte cumplían posteriormente en mi postura, levantando el rifle por no ofrecer gracia alguna el lance. Ahí estarán para el año que viene.
Sobre las dos de la tarde se daba la orden de levantar los puestos y se retiraban los monteros a la comida.
Se trabajó muy duro para que el plantel luciera de día, pero fue imposible sacar toda la caza a tiempo. Sesenta y nueve jabalíes se sacaban al plantel y otros seis apresados por los perros quedaban pendientes de ser recuperados por la mañana, dado que se encontraban en mitad de la espesura.
En la comida todo eran caras de satisfacción por haber disfrutado una vez más de esta mancha extremeña donde nunca faltan los cochinos, destacando que todos eran de gran porte, tanto machos como hembras, únicamente seis de los del plantel eran guarros de menos de un año al igual que seis fueron los navajeros que se cobraron. Justo García era uno de los afortunados que cobró un gran trofeo en un lance complicado. Ya había disfrutado de un lance a un jabalí de menor porte, errando el disparo por intentar tirar con el visor a tan corta distancia, por ello retiró el elemento de puntería de su Sauer y continuó cazando a alza y punto. Los perros de Los Cadenas desencamaron el jabalí de su frente y esperándolo a conciencia le rompió al camino que dominaba el joven montero, haciéndose de certero disparo con el magnífico cochino. También el amigo Osorio disfrutó de un buen puesto haciéndose con dos jabalíes, o el amigo Lope que también se hacía con un doblete de tremendas cochinas, o el amigo Jorge Domenech que ya es un clásico en la foto de plantel con su navajero habitual de Las Mengachas.
Así podría verter un cubo de líneas de texto pero en resumidas cuentas, se terminó con un magnífico ambiente una montería con éxito.
Crónica e imágenes: Carlos Casilda
DATOS DE LA MONTERÍA
Organización: Monteros de Encinasola
Fecha: 19 de enero de 2019
Finca abierta: Las Mengachas. Hectáreas monteadas: 1.500
Término: Alcuescar (Cáceres)
Puestos: 73 / Cupo libre / Rehalas: 35
Jabalíes: 74