Panorama montero

El Chaparrito I. Cumplió el plantel. Tiroteo. Desigual. Muflón sorpresa

Inauguraba noviembre Monterías Riquelme con su cacería fetiche, ‘El Chaparrito’.

Cumplió el plantel. Y de sobra. Garantía general: 60 piezas entre venados y cochinos. Se cobraron 12 venados, 51 cochinos, un muflón muy grande y 40 reses de gestión…

Pero comencemos por el principio.

Tanta confianza tiene Jesús Riquelme en El Chaparrito, que en el sorteo anunció que aumentaba la garantía personal, que era de ir a gastos a El Chaparrito II a aquellos monteros que no tirasen, a invitación al Chaparrito II para aquellos monteros que no cobraran dos reses (entendiéndose como tal venados o cochinos, no contaban las ciervas).

Además de las normas de seguridad, Jesús añadió que se podían tirar venados y jabalíes sin cupo, así como quien quisiera podía tirar ciervas incluso varetos, ya que había permiso para ello y querían cambiar la sangre del cervuno.

Se sortearían 25 puestos, uno de ellos con tiradero de escopeta, se apartó por si algún montero prefería esa opción.

Fue un disfrute charlar durante el desayuno, como siempre, con el equipo de Sol Montero Producción Audiovisual, esta vez Rubén del Sol iba acompañado de los hermanos Fabián, José Pablo y Roberto. Me presentaron a Miguel Guinea, con el que enseguida congenié, además de tener muchos amigos comunes.

La Peña los Zahones.

Con mi amigo Emilio Jiménez acompañado por su compadre Ignacio Iturbe, ¡más de 30 años monteando juntos!, y otros ocho monteros de su Peña los Zahones.

Y también, claró está, con Juan Carlos Guillén, Nuria Díaz, José María Martín, Pelino… y no podía faltar José Galán, al que no esperaba encontrarme por lo que me llevé una alegría enorme al verle por la mañana, y que, por cierto, me regaló un chorizo ibérico de cosecha propia cum laude.

Tiroteo

La suerte quiso enviarme al 1 del Peligroso, Pelino de postor y Miguel de compañero en el 2, y al que acompañaba Jose Fabián para grabar. Miel sobre hojuelas.

Me explicó Pelino hasta donde podía disparar, un tiradero amplísimo prácticamente todo de testero, y se marchó a colocar a Miguel. Antes de desenfundar el rifle, ya se estaba tirando sin cesar.

Tiros y más tiros, aquello era el acabose.

Antes de soltar creí que era el único que no había tirado aún. ¡Increíble!

Y nada más soltar también.

Soltaron varias rehalas en la parte alta de ‘mi testeto’. «Ya verás cuando pasen hacia la ubicación del 2 de Miguel, que además a esa parte no aireo, me inflo», me dije. Y no.

Aquel ritmo frenético de disparos no se podía mantener, lógicamente, por lo que había momentos de más tranquilidad, para dar paso, otra vez, a ráfagas incesantes. ¡No me lo podía creer!

Además de la emoción del persistente guirigay montero, carreras, ladras y tiros, me costaba creer que no fuera capaz de ver nada más que a rehaleros y perros en aquel puestazo.

«Ahora a la vuelta», dije para mis adentros. Tururú, si quieres arroz, Catalina.

Recogieron las rehalas en la cuerdecilla por encima del testero. ¡Se acabó! ¡No vi nada!

No soy egoísta para la caza, no tengo ese defecto, pero, sinceramente, se me quedó una cara de tonto…

En ese pedazo montería y con ese pedazo puesto.

Desigual

Llegaron Miguel y Jose, ¡y el primero tampoco había tirado! ¿Pero…?

Hasta donde yo conozco El Chaparrito, el puesto nº 2 de la armada del Barranco del Peligroso, posiblemente sea el mejor de la finca.

Eso sí, Pelino les dijo que fueran alerta porque tenían localizado un gran venado que merodeaba siempre por las inmediaciones del 2. Lo que menos se esperaba Miguel es que el venado estuviera allí, tan pancho, según llegaban al puesto y casi en este. Claro, le pilló con el rifle enfundado. Jose puede certificar todo lo que acabo de escribir, ya que grabó al venado cuando ponía pezuñas en polvorosa… después, literalmente, se lo tragó el monte.

En la comida, vi enseguida a Emilio –que se quedó con el puesto de escopeta, es un fenómeno–, y le solté el típico «¿qué tal?». «Entre los nueve puestos de mi peña nos hemos hecho con un venado, un cochino y dos ciervas, y tirando bien», me contestó. ¿Y eso?

Estaba alucinado.

Pero todo era tan fácil como que la caza se distribuyó muy mal, además, claro, de los tiros que se llevaron las ciervas.

Para que se hagan una idea sólo con los tres cámaras de equipo de Sol Montero. Ya les he contado lo que grabó José Pablo, su hermano Roberto acompañó a un montero al que le entraron dos ciervas, sin embargo, Rubén, desde la torreta que no se usa como puesto, grabó innumerables lances a venados, cochinos, carreras, agarres…

Los afortunados…

Ahora lean, y créanlo, por favor…

J.M.M. nada más acabar la montería se fue a poner el rifle a tiro: ¡¡¡disparó a 20 jabalíes y a un venado, y no cortó pelo!!! El venado era muy pero que muy grande, pareció acusar el disparo, pero se rehizo de tal manera que se saltó la malla de la finca sin dar ni gota de sangre.

David Ortega anduvo algo más fino, cobrando ocho jabalíes tras jugar 14 lances distintos.

Un cochino menos cobró Pepe Polo, siete.

Igual que Jesús Cortijo, que se lo pasó a lo grande haciéndose con siete cochinos y un venado.

Jesús Manuel Sánchez, por su parte, en un puesto muy difícil, se quedó con cuatro guarros, uno de ellos un navajero.

Como difícil era el puesto de Juan Carlos Guillén, pues bien, de seis disparos cobró cinco cochinos y un venado, para continuar con su increíble racha. Buen tipo Guillén, además de ser un gran montero a pesar de su juventud.

Pero quizá el puesto más completo fue el de los hermanos del Pino, Andrés F. y Gonzalo, que lograron hacerse con tres venados, cuatro jabalíes, uno con una navaja descomunal, lástima que tuviera algún tipo de infección y no tuviera la otra, y tres ciervas.

Con puestos como estos cumplió el plantel, y de sobra.

Pero faltaba la sorpresa de la jornada…

Muflón sorpresa y… cumplió el plantel

Lo que nadie esperaba, se cobró un gran muflón, tan grande que es medalla de plata, y además lo cobró José Galán, ¡qué alegría más grande!, porque si alguien se lo merece es el bueno de José…

Acompañado por el guarda de campo del coto, Jesús López, se emocionó tanto que ya no quiso tirar más, y eso que tuvo la oportunidad de hacerlo sobre cochinos, venados y ciervas.

Volvemos al principio, cumplió el plantel, 51 cochinos, con ocho machos destacables, el de la navaja descomunal incluido, y el buen detalle de la organización de no incluir cuatro que no se pudieron bajar y cinco marranchones de los perros.

Se cobraron también 12 venados, pero ya saben lo que pasó con los dos más grandes, a uno se lo tragó el monte y el otro incluso se salió de la finca saltándose la malla, y las 40 reses de cervuno de gestión.

 

Lo ven, el rompecabezas de El Chaparrito I va tomando forma. Cumplió el plantel. Tiroteo. Desigual. Muflón sorpresa.

Es que se cobraron más de 100 jabalíes y reses… y esos son muchos tiros.

No lo digo yo, lo dice Jesús Riquelme: «la caza no hay quien la entienda». Y por eso es tan bonita, añado yo.

Entro dentro del grupo de los monteros a compensar, pero yo ya estoy más que compensado, otra vez me tocará a mí. Esto es montería.

Una crónica de Adolfo Sanz Rueda

Fotografías: Rubén del Sol y Adolfo Sanz

TRÁILER DE LA MONTERÍA

DATOS DE LA MONTERÍA

Organización: Monterías Riquelme

Fecha: 1 de noviembre de 2019

Finca: El Chaparrito Finca cerrada / Hectáreas monteadas: 500

Localidad: El Almendro, Huelva

Puestos: 25 / Sin cupo / Rehalas: 20

Venados: 12

Jabalíes: 51 (8 navajeros)

Muflones: 1 (1 plata)

Cervuno de gestión: 40

GALERÍA FOTOGRÁFICA

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