
No llovía con intensidad, pero la precipitación era constante, fina y penetrante, de esa que te cala hasta los huesos, empaña las miras telescópicas e introduce una incomodidad persistente en el lance cinegético. A los perreros nos empapó de pies a cabeza a pesar de los trajes de agua. Siempre ocurre. Mientras andamos casi ni lo notamos. Es al parar cuando nos arrecimos.
Los perros cazaron como se espera a mitad de noviembre. Cantando a la reses en su persecución, las arrimaban a las posturas, que avisadas, se preparaban para el disparo.
Al llegar al fondo de un profundo barranco distinguí la pick-up de José, aunque a él no lo vi hasta coronar la cima que rozaba el cielo. Allí estaba. Se había encaramado con los bártulos y sus 84 años. Tenía marcados un venado y una cierva. Su fortaleza me animó. Pensé que todavía me quedaba mucho recorrido por delante.
A las tres, ya cerca de los camiones, se abrieron las compuertas del cielo y cayó de golpe toda el agua que parecían haber retenido durante el día. Tardamos en recoger. Tanta lluvia borra los rastros de los podenqueros y, si los perros no te oyen, les cuesta orientarse. Cuarenta venados llegaron a la casa, media docena eran de gran porte.
La situación provocada por las lluvias de los últimos días ha colocado a las organizaciones ante un dilema complejo: suspender o mantener la jornada montera.
Motivos para suspender la montería
Hay argumentos objetivos que podrían invitar a plantearse seriamente una suspensión:
Deterioro grave de los accesos, que podría impedir el paso seguro de los vehículos bien de los monteros o de las rehalas y arrieros.
Dificultad de visión, tanto directa como a través de la mira, perdiendo nitidez en la apreciación del objetivo, lo que puede convertir puestos seguros en lugares de alto riesgo para cazadores, perreros y perros.
Riesgo de arruinar una mancha que atraviesa un gran momento, debido a la imposibilidad de defender bien los puestos en esas condiciones climatológicas.
Motivos para mantener la montería
Aun asumiendo los argumentos anteriores, pueden existir razones de peso que hagan muy difícil tomar la decisión de suspender:
Compleja logística para frenarla a última hora, lo que generaría más perjuicios que beneficios. Una montería moviliza a muchas personas y recursos.
Monteros ya desplazados. Muchos han viajado, reservado hoteles, comprado billetes o reorganizado agendas para asistir.
Catering y servicios contratados. El género está comprado y los equipos de cocina organizados para ese día.
Rehalas, guías y arrieros convocados. Profesionales que han bloqueado su agenda para esa fecha.
Dificultad para encontrar una nueva fecha. Permisos, disponibilidad para monteros y rehalas a los que encajar otro día puede resultar casi imposible.
Tradición. En montería, salvo casos realmente extremos, no se suele suspender. Siempre se ha monteado. Es casi una «norma montera» mantener la cita incluso cuando el día es duro.
La decisión es difícil pues implica elegir entre dos riesgos. O forzar la montería y comprometer seguridad y resultado. O suspender y generar pérdidas económicas, daños a terceros y problemas para encontrar otra fecha idónea.
Lluvia: El dilema de suspender o mantener una montería; texto y vídeos: Perico Castejón





