En la recámara Opiniones

Asesinos en potencia

images_wonke_opinion_alberto-nunez_alberto-nunez-seoane-foto-portadaEso, asesinos en potencia, es lo que piensa de nosotros, los cazadores, el número dos de Podemos. Este individuo, de mente estrecha y actitud infame, nos califica de ‘posibles criminales’ por el hecho de ser aficionados o apasionados de la caza. Por supuesto… ¡se queda tan ancho!

Es más de lo mismo, forma parte de la extensa piara de cansinos que aburren al sentido común, burlan la inteligencia y descojonan la tolerancia.

 

Eso sí, ellos se tachan de ‘progresistas, demócratas y defensores de la libertad’, cuando lo que muestran las actuaciones que protagonizan son síntomas enfermizos de un inequívoco fascismo alcanforado y apestado de liendres izquierdosas, ancladas en lo más rancio de aquella repugnante era troglodita que, al amparo de un supuesto comunismo –este sí– criminal, arrasó cualquier posibilidad de convivencia y libertad en ‘paraísos cercanos’ como fueran la Unión Soviética, la China de Mao o la Camboya de los Jemeres Rojos; todos, felizmente extintos, desinfectados y enterrados, como el futuro –a corto o largo plazo– que le aguarda a este simpático cantamañanas enloquecido.

El tal Monedero, fiel a un populismo barato sólo apto para crédulos, ignorantes o revanchistas, dedica parte de su tiempo a calumniar a un colectivo conformado por gentes de toda clase y condición, movidos por una pasión sana y noble, calificativos estos, fuera de la comprensión de un cateto –o sea, palurdo– integral y peligroso como él.

Presume, como no, de demócrata y progresista, y engañará a quien quiera dejarse engañar. Si se hubiese molestado, tan sólo, en averiguar el número de ‘asesinos en potencia’ que tenemos licencia de caza en España –más de un millón doscientos mil ciudadanos–, puede que hubiese sabido el lugar que le corresponde a su Podemos, con 100.000 afiliados, pero está claro que en las mentes de estos ‘entes’ no cabe nada que no sea la vehemencia estrafalaria de manidos y burdos panfletos diseñados para pasar por encima de la sensatez, la tolerancia y la altura de miras.

Siendo generosos podríamos suponer ignorancia, supina, del rompetechos en cuestión, ni aún así esto valdría como excusa para quien aspira a un cargo público de relevancia. Siendo transigentes, podríamos presumir precipitación, torpe, del mentecato del que hablamos, ni siquiera este supuesto disminuiría la necedad de quien pretende liderar una opción viable para la ciudadanía.

Siendo realistas tendríamos que soltar a este mostrenco con el próximo encierro de San Fermín, a ver si con algo de suerte llega entero a la plaza y los capotazos de un buen diestro templan la enconada estupidez de semejante cabestro.

Las ‘monedas’ con las que Monedero intenta hacer el trato de manipular a los desesperados, engañar a los hastiados y arrastrar a los rencorosos, están viciadas antes de haber sido acuñadas.

Arremeter e injuriar a los cazadores para meterse en la mochila a ecologistas incipientes, verdeflautas de oficio y ecotalibanes de masturbación reincidente, no hace sino mostrar la ‘admirable’ consistencia de las bases de un discurso tan hueco como tendencioso, tan falso como ilusorio, tan bellaco como repugnante.

De ideología mejor ni hablamos, porque intentar asemejar ‘eso’ con cualquier ramalazo próximo a algo que se pudiese parecer a un tipo, el que sea, de doctrina fundada en el pensamiento racional, sería un insulto a la razón, un escupitajo a la lógica.

No sé si con esta matraca de Podemos, y los casposos céntimos que guardan en el monedero, es mejor hacerse el Rajoy –es decir, no hacer nada hasta que se estrellen ellos solos–, u optar por la alternativa B, la de Agustina de Aragón –ese reino que los independentistas catalanes ‘no conocen’, será porque cuando Aragón lindaba con el Mediterráneo, en el siglo XV, Cataluña, sencillamente, no existía–, es decir, no pasarles ni una, plantarles cara desde ya, arrinconarlos en la escupidera de la que –muchos de ellos, no todos– nunca debieron salir y después pasar página y dedicarnos a cazar venaos, lobos, guarros, sarrios, corzos y cabras, o sea, a lo que la nobleza –de espíritu y actitud– obliga.

¡Anda y que te den!, ¡porcino en potencia…!

 

Por Alberto Núñez Seoane.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.