Opiniones

Escopeta negra

A propósito de la ética profesional

Se calmó, parece, la real polémica sobre la cacería de elefantes en Botsuana. Se calmó porque, una vez que ha dado sangre y los buitres han deglutido la carroña –y le han sacado la pringue crematística de la ‘exclusiva’ y el desuello–, ya no interesa al habitual degustador de vísceras y entresijos, que es, en definitiva, el que afloja la guita y mantiene este cotarro.

Pluma invitada

De verde a cazadora

Solo tomó media hora y la dedicación de dos personas con la calma suficiente para abrirme los ojos y darme una nueva perspectiva en cuanto a la conservación a través de la caza. Siempre fui una conservacionista apasionada, «verde», como le decimos comúnmente.

La esencia del monte

Y a mí me llaman…

Son muchas las ocasiones en las que mi franqueza informa a mis contertulios de la condición que me enorgullece, y que no es otra que la de ser cazador, y con sorpresa vislumbro en no pocos casos un gesto desaprobador de esta noble circunstancia. Esta situación de desagrado he de decir que es altamente presente en gente de menor edad a la mía (45 años), mientras que en la gente veterana trae recuerdos de años pasados donde la luz de la añoranza acompaña palabras de recuerdos, de felicidad de la mano de padres, abuelos o de los propios pasos cazadores.

Desde el pulpitillo

¡Si es que no paran!

Ahora vienen con que la carne de caza no es recomendable para que la consuman embarazadas y niños menores de seis años. ¿Qué me dices? Ahora dirán como el niño que exclama «¿Lo ves, pápa? ya se están metiendo conmigo. ¿Cómo no me voy a meter con ellos?, si es que me buscan». Haberse pegado un pico de años estudiando una carrera para terminar diciendo cosas que parece que las sueltan después de haberse metido un pico de los otros, tiene guasa.

Los últimos de Filipinas

La casa de la Troya

Cada día tengo más claro que existen dos tipos de cazadores, los que sólo se preocupan de su afición cada fin de semana de temporada, y otros que, al contrario que los primeros, se desviven en todo momento y luchan por el derecho a que todos los que  deseen cazar puedan ejercer su pasión.

Desde el pulpitillo

Ecolobrones, Capítulo II

El problema de los ecolobrones es que prosperan como especie, y se van situando en muchos despachos de esas empresas paralelas a la Administración creadas para colocarlos, mediante oposiciones sin más opositores que ellos mismos. Algunos adquirieron un grado cultural más que adecuado para superar el nivel exigido por la Administración paralela (han acreditado saber sumar “llevando”), e incluso saben contar hasta diez en más de un idioma (en casos excepcionales, hasta en tres: castellano, andaluz y catalán por línea materna).