Opiniones Pluma invitada

Cazadores poco cuidadosos, por Lucas Arteaga

Cazadores poco perros
Cazadores poco cuidadosos, un artículo de Lucas Arteaga.

El poco control de los perros en algunos casos ocasiona controversias y daña la imagen de la caza.

Para no pocos españoles, los cazadores tenemos mala imagen. Quizás nos hemos relajado demasiado y no hemos sabido contar con serenidad lo que significa esta actividad para todo el mundo, en especial el rural.

¿Por qué está descendiendo tan clamorosamente el número de cazadores hombres, yendo en aumento curiosamente y por fortuna el de mujeres?

Desde El Diario Rural (www.eldiariorural.es) me he empeñado en los últimos dos años en mantener una postura conciliadora y de diálogo con las personas que están en contra de la actividad cinegética, y no me refiero precisamente al radicalismo animalista, que nunca se avino a razones. En cualquier caso, nos tenemos que hacer la pregunta de por qué está descendiendo tan clamorosamente el número de cazadores hombres, yendo en aumento curiosamente y por fortuna el de mujeres.

La pregunta tiene muchas respuestas, pero no me voy a extender. Entre otras: el excesivo exhibicionismo de las piezas muertas; la obsesión por los trofeos; la escasa pedagogía a los más jóvenes sobre la importancia de la caza; lo dejados que hemos sido en cuidar nuestra imagen, negocios excesivos con los cercones, descenso notable de especies de caza menor, trabas administrativas, etcétera.

En mis propias carnes

Pero lo que nunca llegué a pensar es que esa actitud del «todo vale» de algunos cazadores la iba a sufrir en mis propias carnes. Un individuo, un cazador, vecino ocasional con casa en una pedanía de Guadalajara, de cuyo nombre y apellidos prefiero no acordarme, ha venido dejando de vez en cuando sus perros sueltos por el pueblo causando algún estrago. Por ejemplo, el día de Año Nuevo uno de sus bracos entró al patio de casa y se llevó un gato entre sus fauces. El mismo día, horas antes, una zaragata, los ladridos de los perros tras los gatos que se refugiaban en el capó y techo del pick-up nos despertaron y tuvimos que espantarlos.

También han desaparecido dos gatas de una señora mayor y otro pequeño que venía por casa. No pretendo asegurar que estos últimos felinos hayan caído víctimas de sus perros. Lo cierto es que otro cazador del pueblo encontró el gato muerto escondido al poco tiempo en un enebro a unos 100 metros de la vivienda del citado vecino accidental y me envió las coordenadas. El braco marrón moteado no había tenido piedad. Como todos sabemos, es una raza fuerte.

Cazadores poco perros

La pobre imagen que se tiene en los pueblos de los urbanitas que no se adaptan al entorno

Estos hechos enlazan inevitablemente también con la pobre imagen que se tiene en los pueblos de los urbanitas que no se adaptan al entorno. Me explico: un perro de este cazador mató una gallina a un vecino y como recompensa le pagó 20 euros, a modo de una vergonzosa limosna. Ya no se trata de la cantidad de dinero, sino de la actitud. Me pregunto cuál es el criterio para valorar la gallina y no solamente eso: su perro dejó a muchas otras atemorizadas. Algo parecido a cuando el lobo ataca a un ganado de ovejas; sí mata a dos o tres, pero deja afectadas a muchas más.

Siempre he reivindicado la figura del urbanita, pero no de ese que se queja del canto del gallo de madrugada o del que le molesta el olor a establo cercano al pueblo, o que utiliza un campo de futbito en no buenas condiciones, pero vallado para dejar a sus perros sin pedir permiso a los vecinos, como hizo este hombre al poco tiempo de vivir ocasionalmente en la pedanía de Corduente. Claro, los del pueblo le pusieron un candado a la puerta.

Unos springer spaniel para la caza mayor

Aunque supongo que cada uno puede hacer con sus perros lo que quiera, siempre y cuando los tenga cuidados y controlados; no les chirría que este cazador se deshiciera de unos springer spaniel y se los pasara a un rehalero de la zona para que los utilizara en la caza del jabalí y otras piezas de caza mayor como así los observé en una batida.

Al respecto, me gustaría saber lo que opinan los criadores de estos nobles canes utilizados para el cobro y el levantamiento de piezas de caza menor. Y esto dice un experto en esta raza que cría perros para las Fuerzas de Seguridad en el rastreo de drogas, dinero, personas desaparecidas, etcétera: «son una raza de perros para tenerlos siempre cerca y estar con ellos. Desde luego, desde hace tiempo yo no vendo ninguno a los cazadores porque no se valoran lo suficiente y mucho menos para caza mayor».

Como me gustan mucho los perros, otro día de invierno le interrogué al rehalero por uno de los springer al no verlo entre la rehala y me dijo que se había muerto.

El corazón de los cazadores está expuesto a demasiados vientos en contra

Unos meses después dos hombres andan por el pueblo con dos setters sueltos. Les comento que hay gatos pequeños y que en el casco urbano tienen que ir atados y ni me contestan en un gesto de superioridad. Bueno, creo que uno dijo entre dientes que los podía llevar sueltos. Poco después me los encuentro de nuevo y cojo el móvil en un gesto como si los estuviera grabando y uno de ellos dice literalmente: «ese tío –por mí– está loco». Más tarde me entero que al menos uno de ellos caza en el término municipal. Se comportan como si el pueblo fuera suyo.

En fin, está claro que tenemos que ser especialmente escrupulosos con nuestro comportamiento. Recuerdo que tras la extraordinaria manifestación del mundo del campo el año pasado en Madrid, muchas organizaciones cinegéticas y cazadores se quejaron del tratamiento que habían tenido en los medios de comunicación no especializados, tanto conservadores como progresistas. Pues reflexionemos de lo sucedido y saquemos conclusiones.

El corazón de los cazadores está expuesto a demasiados vientos en contra. Entre otros, los que creo que deterioran su imagen.

Un artículo de Lucas Arteaga

Fundador y exdirector de la revista Jara y Sedal

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