Si hay un animal que despierta pasión, y temor al mismo tiempo, entre los cazadores, ése es, sin duda, el gran jabalí. Deseado por sus imponentes y temibles navajas, y sus poderosas amoladeras, su inconfundible silueta, reflejada en el horizonte de la noche –de pelaje negro entrecanado, escurrido de los cuartos traseros, de elevada cruz, orejas cortas y siempre alerta, largas crines que perfilan su estampa, y su poderosa jeta, rematada con sus blancas defensas puntiagudas y afiladas–, hace de él un tan atractivo como misterioso animal que, gracias a su adaptación y conocimiento del monte, mantiene intactos sus rasgos morfológicos… Es el gladiador del monte.