El compositor polaco y virtuoso pianista Frédéric Chopin, vivió solo 39 años, pero dejó una impronta eterna en su composiciones para piano, una de sus obras más emblemáticas fue la Polonesa Heroica, en homenaje romántico a su patria, mientras escribo esta líneas oigo sus enérgicas y fuertes notas, si en su día pensé, imposible para mí, en tocar el piano, era por poder interpretar esta más que difícil partitura.
Pero en, alegre y sentido homenaje a Chopin, puse el nombre de ‘Polonesa’ a la excursión anual cada 9 de mayo para ir a cazar corzos a Polonia.
Pero antes de llegar a Polonia, tuve un pequeño recorrido.
A Escocia cuando los corzos apenas hablaban español
En los años 80 el destino que más manejábamos era Escocia, un castillo que nos daba buenos resultados y toda la esencia de la tradición británica de la caza.
Hablamos en una época en que la gran mayoría de los cazadores españoles no había tenido la oportunidad de hacerse con un solo ejemplar en nuestro suelo patrio.
Los corzos apenas hablaban español, ejemplares mediocres en Montes de Toledo, el refugio de Cádiz, buenos corzos en zona de pinares burgalesas y sorianas, masacrados anualmente en el segoviano Valsaín y en la garganta del río Moros.
Es curioso, durante los cientos de veces que pude bajar el puerto de Cotos en dirección a El Paular en época de caza de corzos, jamás vi un macho antes de la apertura anual que antes era en mayo.
Todos esos corzos habían pasado de sus pinares de origen a las colecciones de centenares de corzos por la acción nocturna de farol y chupete.
Y pasaba lo mismo en Pinar Grande de Soria, en el pinar burgalés, en San Rafael, en Peguerinos, etcétera, allí donde hubiera corzos y una carretera existía una cuadrilla de furtivos, que a partir de marzo dejaba la zona limpia de duendes del bosque.
El sistema british estaba bien, pero el mercado me pedía más cantidad y calidad, me entrevisté con las personas que llevaban en España el asunto de Polonia, llegué a un acuerdo, pero fue tan poco fructífero que no pude cerrar ni un solo grupo, estaban mis precios muy alejados de los del mercado.
Para introducirme en el continente europeo utilicé Yugoslavia, pero al poco tiempo la inseguridad el país me hizo desistir.
Mi mercado corcero se incrementaba en peticiones, pero no lo podía abastecer de modo satisfactorio.
¡Y comenzó la ‘Polonesa’!
Pedí audiencia en París, y me fui a la ciudad de la luz, allí residía el capo de los corzos polacos (Chasse Orbis, era el nombre de la compañía), y empezó la ‘Polonesa’, ta, ta, tachan…
Cada 9 de mayo diferentes agencias llenábamos de cazadores españoles el avión de la Lot, Polish Airlines, en su vuelo Madrid-Varsovia, unos 150 cazadores a la vez. ¡Qué hermosura! ¡Para saltarse las lágrimas!
Y los corzos empezaron a hablar eslavo para todos, y allí estuvimos durante años, hasta que la calidad polaca se vino abajo por el afán de los cazadores hispanos en llevarse todo.
Y abrimos con exclusividad Serbia, con sus corzos a precio cerrado sin límite de puntos, luego vino la aristocracia húngara con sus magníficos ejemplares, y se sumó un poco Rumania y menos Bulgaria.
A finales de los 90 aparecen corzos ibéricos de 200 puntos
Hasta que a finales de los años noventa del pasado siglo, empezaron a saltar corzos de 200 puntos en Guadalajara, Soria, Burgos…
Los cazadores, ayunos de corzos ibéricos, empezaron a quedarse cotos en estos lugares, y según iban apareciendo corzos más grandes, el mercado de Europa se empezaba a desinflar.
En provincias donde jamás hubo un corzo, estos empezaron a colonizarlas.
Igual que el corzo en Europa había saltado del bosque al cereal en los años sesenta, pasó lo mismo en España en el primer decenio del siglo XXI.
A la nómina de provincias con excelencia corceras se añadió Cuenca, Teruel, y un día dije «cuando los corzos lleguen a los llanos de Olmedo (Valladolid es la única provincia de la España continental que no la atraviesa una gran cadena montañosa) habrá corzos en toda España», y una mañana me paré antes de llegar a Pedrajas para ver un ejemplar atropellado en la carretera.
En la actualidad deben existir en todas las provincias peninsulares españolas, y si a alguna no han llegado, con esto del coronavirus llegarán, así como hemos visto en las fotos llegar una pareja de ellos, bajos los arcos del bimilenario Acueducto de Segovia.
La Polonesa Heroica se quedó en ‘Polonesita’
Polonia no solo se rehizo pasada la furia hispana, sino que mejoró sus poblaciones, y sobre todo sus alojamientos, pero la gran Polonesa Heroica se quedaba en ‘Polonesita’, acudí en persona hace una media docena de años, tan solo cinco grupos, tres eran nuestros y conocía a los cazadores de los otros dos, apenas un total de veinticinco cazadores.
En 2019 estuve despidiendo un grupo de nuestros cazadores, solo había en el mostrador de vuelo otro grupo más.
En 2020, mañana 9 de mayo no sonará en Barajas la vibrante composición para piano del Maestro Chopin.
Tal vez para el celo de 2020 los corzos puedan hablar español, como ya lo llevan haciendo desde hace años.
