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La caza en el tiempo, por José Luis Charro

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‘La caza en el tiempo’ es un brillante capítulo del libro ‘Un cazador observador’, de José Luis Charro Caballero.

Cazar es una actividad practicada por el hombre desde siempre, aunque de forma distinta en cada época ya que ha evolucionado el método de llevarla a cabo según las herramientas utilizadas y las necesidades del cazador.

La caza de animales que servía como fuente importantísima de alimento en épocas pasadas hoy tiene otro sentido, y los útiles empleados han modificado las estrategias cinegéticas.

Siempre resulta estimulante recordar los principales procedimientos practicados para ejercer la venatoria y su evolución en el tiempo, lo que evidentemente solo se puede hacer superficialmente en unas líneas.

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Cazar en grupo Charro

La caza originariamente fue realizada por cazadores en grupo, la horda es el principio de la estructura social del ser humano por la asignación de tareas, ya que poder llevar a cabo esta actividad con éxito exige una logística no exenta de complejidad. Principalmente la actividad consistía en que el grupo de personas conducía a los animales acosándolos hasta despeñaderos para precipitarlos.

La necesaria cohesión grupal para un mismo fin que nació así, y que se mantiene actualmente en cacerías, ha sido el origen de nuestra civilización.

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El trampeo Charro

Y se inventaron las trampas, las primeras para la caza en grupo. El método también era de ojeo como el descrito anteriormente, pero durante el proceso los cazadores dirigen a los animales silvestres hacia las trampas estratégicamente situadas en las vías de escape.

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Esta mejora en la metodología con respecto a la anterior presenta ventajas importantes, en primer lugar la posibilidad de cambio en la ubicación del punto de cacería logra que los animales no desarrollen el sentido de «por donde no pasar». También las trampas se situaban en los distintos pasos rutinarios de la fauna, o también mediante atrayentes, por ejemplo comida. Con el trampeo se obtiene la pieza de caza sin dañar la carne, e incluso viva que así empezó la domesticación con la posesión del animal salvaje vivo.

Y como consecuencia surge el trampero, el espíritu individualista del autónomo, el cazador solitario.

El perro lo cambió todo Charro

Y llegó el perro y lo cambió todo, pues la domesticación de este animal en el periodo maglemosiense fue un punto crucial en la historia de la humanidad. Sus primeras utilidades fueron la protección y guarda del territorio, y por supuesto la caza. La primera se debe a que el perro reconoce al hombre como amo, la segunda deriva de su instinto animal cazador-predador.

El perro pasa a formar parte del grupo cazador, el hombre posteriormente irá puliendo sus habilidades, seleccionando en razas hasta llegar al tecnicismo actual que en la caza presentan las más variadas utilidades, rastro de caza mayor, de caza menor, rastro de sangre, perro de muestra, perro levantador y perseguidor, galgos, perros de agarre y un largo etc.

Una variante de caza con animal es la cetrería, hay aves rapaces que se alían con el hombre en la caza. El equipo aristocrático formado por jinete a caballo, perro y ave rapaz ha sido tema constante de las artes plásticas.

…Surge el disparo Charro

Con el tiempo el cazador logra cazar a distancia, surge el disparo, primero con el empleo de hondas para lanzar piedras que noquean o fracturan a la presa, le sigue el arco que por la aerodinámica de la flecha y su poder penetrador permite hacerse con piezas más grandes. Para llegar al uso de la pólvora, donde surge la caza deportiva actual, el lanzamiento de proyectiles con arma de fuego marca un punto de inflexión en la caza, a partir de este momento el lance se simplifica enormemente. Tanto que con la perfección progresiva de las armas el cazador se ha de autolimitar en su ejercicio, estableciendo la elección del ejemplar a abatir al no tener ya la necesidad imperiosa de buscar alimento, que exigía lograr cuanto antes lo que estuviera al alcance.

Cazar es ilusión… Charro

Si la tecnología que hoy existe fuera empleada sin control en la caza, desvirtuaría totalmente su ejercicio al asegurarse el resultado, ya que cazar conlleva la incertidumbre del desenlace. El cazador busca unos resultados que le sean satisfactorios a la vez que meritorios, de ahí la prohibición o renuncia a herramientas altamente sofisticadas. Porque cazar es ilusión, es recrearse en la belleza dinámica de la pieza y es volver atrás en el tiempo.

Por José Luis Charro Caballero

→ Este post pertenece a la obra del autor ‘Un cazador observador’, disponible en el siguiente link:

https://editorial-adarve.com/editorial/libro/un-cazador-observador/

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OTRAS OBRAS DE JOSÉ LUIS CHARRO:

⇒ ‘Reflexiones sobre La Caza. Beneficio medioambiental que reporta. Su ejercicio, su cultura y su arte‘, disponible en el siguiente link:

https://editorial-adarve.com/editorial/libro/reflexiones-sobre-la-caza-…/

(También código CAZA)

→ ‘Ya se acabó el alboroto’, disponible en el siguiente link:

https://editorial-adarve.com/editorial/libro/ya-se-acabo-el-alboroto/

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