‘ENTRE EL PARDO Y EL ROJO. DE LA ALTA CASTILLA AL ALTO DANUBIO TRAS EL CELO DE LOS CORZOS’. VÍDEO DE PABLO ORTEGA
′Entre el pardo y el rojo’, es un nuevo capítulo del canal de YouTube de Pablo Ortega (www.cosasdecorzos.com).
El antetítulo, ‘De la alta Castilla al Alto Danubio tras el celo de los corzos’, nos pone inmediatamente en situación.
Vídeo de autor, que locuta el propio Pablo Ortega, y que arranca así: «A primeros de agosto la canícula abrasa la España mesetaria… los corzos casi han finalizado ya su agotador periodo de celo…».
Y continua: «El reseco viento sur que barre el páramo es quizá el mismo que, días más tarde, a 1.500 km de allí, soplará en la comarca alemana del Alto Danubio que presenta un aspecto muy diferente…»
«Allí las mieses aún verdean y en el bosque la presencia de níscalos junto a fresas y frambuesas asombran al visitante hispano…».
Visitante que también se sorprende por el llamativo color rojizo que aún mantienen los corzos en su capa.
La caza del corzo con reclamo es de honda tradición en Centroeuropa
Los corzos son muy prolíficos, siendo capaces de duplicar su población en cuatro años, por lo que es muy abundante en gran parte de Alemania.
El pequeño cérvido resulta muy dañino para la regeneración vegetal, en particular de los bosques.
En este escenario, la práctica cinegética es una herramienta indispensable para el control de las poblaciones.
La caza con reclamo es ideal para lograr la necesaria reducción del número de corzos.
«La técnica de caza consiste simplemente en recorrer durante el hueco del día diferentes puntos del cazadero, en la mayoría de los cuales existen puntos elevados». Continúa narrando Pablo Ortega.
Cazando
Una vez alcanzado el puesto, en silencio y con el aire a favor, se esperan unos minutos observando el entorno.
La visión de un corzo encelado tras de una hembra, decide a Armin, el amigo de Pablo Ortega, a iniciar los reclamos con «la llamada de queja»…
Y, de repente, el lance, el corzo, juzgado por Armin como joven pero sin gran futuro, se adaptaba plenamente como el selectivo buscado…
Como es costumbre en Alemania, el animal se aprovecha perfectamente.
Tras un ligero tentempié bajo la atenta mirada de los milanos reales, sin solución de continuidad, Armin y Pablo se ponen de nuevo en marcha.
¡Cómo no va a haber aquí corzos!
La tarde amenaza lluvia, además el celo son días contados.
En esta ocasión Armin inicia «esta vez la serie de reclamos con algunas llamadas del corcino».
Aparece entonces un zorro.
Cuando desaparece el raposo, «Armin reanuda entonces las llamadas, probando esta vez con unos gritos de queja como los que emite una corza acosada para la copula por un macho».
Súbitamente aparece un corzo a lo lejos que casi inmediatamente desaparece en la espesura.
De repente, Pablo tiene que cambiar el visor de la cámara por el del rifle…
El corzo, joven y selectivo al carecer de las puntas traseras, queda herido.
Tras más de media hora de infructuosa búsqueda en la espesura, pierden el rastro de sangre.
Una experiencia para no olvidar
Pablo se quita el mar sabor de boca con un puñado de frambuesas.
Ese corzo solo podría cobrarse con un perro excepcional.
Después de numerosas llamadas, a las dos horas, otro Armin, en esta ocasión un rastreador profesional, se presenta con su sabueso de Baviera, casco con visera, indumentaria técnica reflectante y antizarzas y arma especifica para el remate a la espalda.
Puesto el perro en la última sangre del corzo, este capta inmediatamente el rastro.
El perro lleva perfectamente la sangre, aunque…
Pero dejemos que sea ya el vídeo quien nos desvele si gente y un perro tan capaces serán capaces de cobrar el corzo, en un rastreo largo y memorable.
«El valor de un trofeo de caza radica mucho más en su mágica evocación de una vivencia personal en el campo que en su tamaño o puntuación objetiva» (Pablo Ortega)