El rincón de "Polvorilla" Opiniones

‘Canchalo y Palomares’, por M. J. ‘Polvorilla’

 

Canchalo Polvorilla
‘Canchalo y Palomares’, por M. J. ‘Polvorilla’

No que estaban los de una academia de inglés, de esas de curso exprés, por la capital. Y de fin del programa acelerado para despacharte como un guiri habían resuelto hacer una convivencia en un pueblo de la sierra –un fin de semana entero en una villa pequeña– en el que todos convivirían para practicar su idioma adoptado bajo absoluta promesa de no utilizar otro, ni teléfono ni traductor.

Y la piara de aprendices, ya metidos en años, participan en su curso intensivo de 50 horas semanales para, tras una buena temporada, culminar en una de esas villas que habitan en la España escondida que en todas las sierras hay. Pone lluvia para el fin de semana, y mal tiempo, pero para eso está el Barbour o el Umbrella o, como se dice en el idioma internacional, el chubasquero, que eso sabe pronunciarlo hasta uno de Torre Pacheco.

El caso es que Canchalo ha recibido recado de su cuñado Palomares. Palomares es capaz de hacerte un lío con un palmo de maroma. Que si en la matanza del primo de su tío, en dos pueblos más para allá, ha ido a juntar meriendas con un señorito que da monterías soltizas, y que a base de morcillas y vino le ha logrado vender que los perros de su cuñado Canchalo son los naveños más bragados de toda la comarca.

Y mire usté que si no le gustan no cobramos. Y el señorito le da fecha y hora para que vayan a la orilla de Segovia, en pocos días, que va a dar una montería con lo más granado del momento y allí necesita perros con arrestos y perreros con hombría. Palomares, crecido y afable con el abrazo del vino, seguía: si es que cuando vea usté a la Lucera, al Botones y al Chiruco, ¡ay cuando vea usted al Chiruco…! Ése cuando canda ya puede usted matarlo que no suelta. Las tripas en la calle le he visto yo seis veces y no soltar al marrano…! Dos, tres…, nueve mil duros nos ofrecieron por una cachorra suya. Y allí lo vamos a llevar.

El señorito ya estaba convencido, pero Palomares seguía y contaba miles de historias. Sin saber el resto que la mayoría de ellas eran inventadas. Pues Palomares acompañaba a su cuñado pero en la furgoneta, cuando había que soltar él prefería quedarse echando una siesta, pero disimulaba diciendo que se quedaba por si venía algún cachorro descarrilado.

Total, que Palomares le dice a su cuñado que tal día y en tal hora allí tenían que estar. Que aquello estaba largo, pero que había que ir. Canchalo, huidizo y áspero como un tejón, no era amigo de salir más allá de sus sierras. No le gusta meterse tantos kilómetros allende las carreteras. Desde que hizo la mili poco ha salido de su pueblo. Y el hombre es feliz allí y no quiere cuentas, que luego nada más que hay desgracias por esos mundos.

Pero Palomares le insistió mucho y allá que fueron, previamente repasando el mapa para llegar a tierras castellanas. Salieron a las dos de la mañana para llegar a las seis. Las gentes de los pueblos han nacido para llegar dos horas antes al médico, al notario o a cualquier evento que les saque de su recta monotonía. Era de noche y más noche quedaba hasta que fuera de día. Pero que aquello no les cogiera de pardillos y de tardones. Que los horarios son para cumplirlos.

Fue clareando el día, llegaron más perreros. Pero este gremio es arisco de primeras; como los perros de sus camiones, se guardan la distancia hasta que se conocen y luego se hacen inseparables. El caso es que aquello era distinto a lo que Canchalo estaba acostumbrado. Uno que sería el guarda, el encargado o vete tú a saber, los llevó hasta la suelta y allí mandó liberar colleras. Había una niebla que no se veía a dos palmos. Canchalo a la mano bajera con Palomares, pero allí no había ni mano ni leches porque era una planicie llana como una besana de trigo. Y cada uno tiró para un lado y Canchalo cogió a su cuñado y entre los dos fueron andando intentando no perderse.

La niebla aumentó y el agua de guarnición. Es que no se veía a seis metros. No sabemos cómo se les ha ocurrido soltar con este día. Supongo que pensaban que iba a abrir, pero, lejos de esto, se ha puesto peor. Y caminando, caminando, ya Canchalo sólo oía a su cuñado y su cuñado a él. Porque allí se pusieron a andar sin saber si era Guatemala o Guatepeor a donde iban.

Los perros se ampararon en los delantales de su amo. Si los primeros estaban desorientados el segundo no sabía ni para dónde ir. Palomares insistía en que era para adelante, que ya veía aquello organizado. Que aquel chaparro le sonaba de cuando vinieron y que este mancho de pinos lo había visto él en el mapa. El caso es que perros y perreros fueron andando entre una niebla densa hasta que vieron unas luces a lo lejos… Y allá que fueron en busca de señas porque estaban completamente perdidos…

Al llegar allí, con sus delantales y coletos, colleras y caracola a bandolera, gorrilla ladeada y doce colleras de podencos burracos y algún mastín, vieron el panorama: un grupo de gente les miraba desde un porche. Era gente rara, pero más raros aparecían ellos recién descubiertos en la niebla.

Palomares, que era capaz de hacer hablar a un palo de la luz, se dirigió al grupo:

—A la paz de Dios. ¿Nos puén dar norte de ande andamos?

La contestación en inglés se resolvió. Pero, ante ésta, Canchalo cogió a su cuñado de la pechera y, zarandeándole, le confesó:

—¡Cagüen diez, Palomares, que tanto no hemos andao…!

‘Canchalo y Palomares’, por M. J. ‘Polvorilla’

Canchalo Polvorilla

 

Enlaces a otros artículos de M. J. “Polvorilla” Canchalo

La espuma de mar

→ Zarco

⇒ La juventud de la sierra

→ Amaneceres

⇒ La lumbre Canchalo

⇒ Octubre

→ Cuesta abajo

⇒ La mano de cartas 

→ Osado

⇒ Me voy (también) a la frontera

→ Qué bien se está

⇒ 362   Canchalo

→ El último tango

⇒ Los terrones de azúcar

→ Un ángel en el infierno

⇒ Cantabria

→ Agosto

⇒ El solano  Canchalo

→ Garrochista y marismeño

⇒ Pido perdón. A la memoria de Alfonso Sánchez-Fabrés

→ Sandalio y su barrunto

⇒ No pienso renunciar

→ Una mañana cualquiera Canchalo

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.