A Fernando Quintanar
Por tierras de toros y lobos, en Segovia, acudía de vez en cuando algún calé a ver al señor Marqués, cambiar impresiones y, si se terciaba, hacer trato con alguna yegua vieja o burro, o retales de alambres o lo que fuera con tal de estar en el trapicheo. Salustiano Contreras Gabarri, natural de Mérita Augusta, por derrotes de la vida fue a buscar fortuna a la vieja Castilla y acabó echando el hato por Villacastín.
El caso es que al señor Marqués le gusta toparse con él de vez en cuando, por lo respetuoso del trato y lo pícaro de su mirada. Los gitanos van y vienen seis veces mientras tú caminas una sola. La vida les ha adiestrado en el detalle, la palabra y la tradición. Los hay listos o muy listos. Torpes ninguno. Malos los menos. Y, como todo en la vida, también los hay buenos.
El caso es que acude otro calé a la finca del Marqués en las tierras segovianas. Nicasio y su hijo Nicanor. Los Nicas les llaman. Saben del Marqués y van a presentarse y pedir norte de algún lugar donde comprar ganado de desecho y, ante todo, mostrar respetos.
El Marqués anda paseando viendo sus toros. Qué bonitos e ingratos son los toros… Agudiza el ingenio y se hace trampas al solitario para camuflar las cuentas que sólo debe presentar a sí mismo. El toro necesita del velo tupido del enamoramiento para no apreciar los destellos cegadores de las trabas administrativas y sociales que ahogan a los que ya ahogados intentan sobrevivir. El toro te da una tarde de gloria que compensa mil días de inversión y disgustos. Pero como dice el Marqués: si queremos seguir unidos al mundo antiguo, el toro es el puente.
En éstas anda el Marqués caminando entre los cerrados y aparece la furgoneta de los Nicas. Se detienen y se apean. Ellos saben perfectamente que ese señor es el Marqués y él no tiene idea de quiénes son ellos.
–Buenos días señol Marqués. Aquí Nicanor para servirle, hijo de Melquiades y de Carmen. De los Contreras de Mérita Augusta. Venimos con respeto a preguntar si tiene ustés algún animal viejo para quital.
El Marqués los mira. Siempre le divirtió la conversación. Estuvieron cambiando pareceres. Se les ve gente superviviente a la vida. Le caen bien. Y el Marqués, tras la charla, les comenta:
–Aquí viene un muchacho de Villacastín, también Contreras y oriundo de Mérita Augusta. Se llama Salustiano.
Los Nicas se miran ignorantes.
–Pues mire ustés, no sabemos quién es.
El Marqués insiste:
–Pero hombre, si también se dedica al trato de ganado…
Los Nicas siguen negando, no lo conocen. El Marqués no desiste:
–Pues hombre, qué raro, un muchacho de poco más de tu edad, Contreras de apellido, oriundo de Mérida, afincado en Villacastín y también se dedica al ganado.
Los Nicas, apocados, devuelven el envite:
–Mire ustés, es que no caigo, no sé quién puede ser…
El Marqués, inconsciente, les dice el dato definitivo que ellos estaban esperando:
–Pues es muy formal y buena gente, siempre se lleva de aquí algún animal. Buena persona y hombre de ley.
El Gitano ahora despierta del sueño del que siempre estuvo alerta, levanta extasiado la voz y le dice al Marqués:
–Ayyy señor Marqués, ¡si es mi hermano Salus!
El Gitano y el Marqués, por M.J. “Polvorilla”