Qué mal se pasa… Ese previo. Esos lubricanes en vela… Qué mal se pasa. Cortando veredas de amanecida y ocaso. No hay rocío. Y sin rocío y con el suelo duro hay más bolas en el bombo y es más complicado que te toque.
Hay guarros. Sí. Hay muchos. Los comederos arrasados. Pero la primera bellota se ha melado y los animales ahora no paran quietos.
Que sí, que los hay. Pero quiero pensar que llevo razón. Pero aquí, en el tapete de naipes de la caza, aunque lleves los cuatro reyes puedes perder en el juego ya lleves la mano o seas el postre.
Qué nudo en el estómago. El campo agostado. Los caminos polvorientos. Menos mal que ha amanecido nublado y el sol nos da un poco de cuartel. Puestos colocados, perros dispuestos. Vamos con la primera del año. Y así se comporten los músicos se comportarán los artistas…
Vamos Cacheche, suelta colleras y ve a comerte ese ribero. Vamos Canchalo, da largas a los tuyos y ese cabezo lo peinas. Y Vamos mi gente, a sacudir este chaparral y que lo que «haiga» lo traqueteemos.
Voy por la Solana de Mingorremes peinando escobas con mis delantales y los pechos de mi caballo. Apenas hay ladras. Se ve mucho rastro, pero no cagadas. El guarro –el jabalí– excreta en cuanto desencama. Aquí no hay un rabo. Pero no puede ser. Qué ha ocurrido… Tengo las tripas revueltas. Me uno al Canchalo que lleva la mano más honda. De pronto los perros silban –soplan bajo– y vienen erizados a nuestro amparo. El viejo perrero enciende un cigarro, sereno y serio, mientras agarrándose a las colleras que a bandolera le sirven me suelta:
–La mancha está alobada…
Y recordé que camino de la suelta, en un veredón seco, vi la pisada de lo que creía un mastín de alguna majada. Porque donde el lobo duerme, no caza. Y donde hay lobo hay loba. Y a caza movía… no vayas otro día.
Qué mal se pasa…
Qué mal se pasa, por M.J. “Polvorilla”